Actualmente nos encontramos en un escenario global de intensa complejidad, pero también en un momento crucial para la movilización colectiva y un mayor compromiso ético hacia un mundo más equitativo y seguro para todos.
Aunque la pandemia de la COVID-19 parece haber quedado atrás, su impacto en las personas y el ecosistema todavía persiste y es posible que la recuperación que aún queda por hacer esté atravesada por nuevas emergencias de orden social, económico y climático. ¿Cómo adaptarnos a un escenario cambiante y cumplir el compromiso de la Agenda 2030 de “no dejar a nadie atrás”? ¿Cómo dar respuesta a los desafíos del desarrollo de forma responsable ante la confluencia de múltiples crisis que ponen en peligro los avances logrados? Este es el momento de apostar decididamente por la acción colectiva hacia un mundo más equitativo, seguro y sostenible, que verdaderamente nos incluya a todas y a todos.
“La pandemia de COVID-19 y las crisis asociadas amenazan con revertir los logros conseguidos en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”
Desde varias instancias internacionales se ha reconocido la importancia de un multilateralismo reforzado que ofrezca soluciones compartidas a aquellos desafíos globales que no pueden esperar más. Para ello, necesitamos construir alianzas eficaces con diferentes actores y a diferentes niveles desde una perspectiva multidimensional e inclusiva.
Alineados con este propósito, la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico trabajamos un documento conjunto de política titulado “La cooperación internacional post-covid-19: perspectivas para el fortalecimiento de las alianzas de Cooperación Triangular entre América Latina y El Caribe (ALC) y los miembros de la OCDE”, en el que exponemos nuestra visión sobre la importancia de repensar la cooperación internacional a través de la creación de asociaciones innovadoras y el aprovechamiento de la experiencia y conocimiento con los que ya contamos para aprender y apoyarnos mutuamente.
Nuestro propósito fue en doble vía. Por un lado, queríamos reforzar la colaboración interinstitucional que hemos generado desde hace varios años en torno a la Cooperación Sur-Sur y específicamente en materia de Cooperación Triangular, confirmando la importancia del trabajo conjunto entre organismos diferentes pero complementarios y la fortaleza de nuestros datos. Por el otro, queríamos abordar las dimensiones sociales, económicas y sanitarias de la pandemia, e identificar el potencial de estas modalidades de cooperación para abordar la crisis de la COVID-19 y otras de similar naturaleza.
En el camino pudimos establecer a partir de distintas fuentes, cómo la pandemia afectó de manera diferenciada a los países independientemente de su nivel de desarrollo, y confirmamos que las poblaciones más vulnerables deben ser el centro de la prioridad de la respuesta internacional y nacional.
Queda un camino muy extenso en la materialización efectiva y el reconocimiento igualitario de los derechos de todas las personas, en primer lugar de las mujeres, pero también de las comunidades afrodescendientes, indígenas, migrantes y personas con discapacidad. Aun así, resaltamos por ejemplo lo avanzando con la aprobación de la Iniciativa Iberoamericana para prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres o la Red del CAD sobre Igualdad de Género (GenderNet).
Sobre el abordaje de estas realidades, la cooperación para el desarrollo sigue siendo una herramienta fundamental para enfrentar la crisis de la COVID-19 y otras futuras. Aunque la mayoría de los países de América Latina y El Caribe son de renta media y renta media alta, todavía se hace necesario acompañar los esfuerzos nacionales con recursos de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y aprovechar el enorme conocimiento y experiencia en materia de Cooperación Sur-Sur y Triangular, modalidades reconocidas como mecanismos para la implementación efectiva de la Agenda 2030.
“La cooperación para el desarrollo sigue siendo una herramienta fundamental para enfrentar la COVID-19”
Al respecto, basados en el análisis de los datos más recientes de los que dispone Iberoamérica, confirmamos cómo la Cooperación Sur-Sur y Triangular ha contribuido a fortalecer las capacidades de nuestros países principalmente en el sector de la salud, por ejemplo, en materia de enfermedades transmisibles y no transmisibles, sistemas sanitarios universales e identificación de factores de riesgo, entre otros; abordando así la dimensión sanitaria de la pandemia.
En lo que respecta a la Cooperación Triangular, sobresale el potencial acumulado en iniciativas sobre transición ecológica y sostenibilidad, así como en inclusión social, posicionando a esta modalidad de cooperación como una opción innovadora y flexible para la provisión de bienes públicos globales y regionales. Un ejemplo de ello es el trabajo que varios países iberoamericanos vienen realizando con Alemania a través del Fondo Regional Alemán para la Cooperación Triangular o el propio proyecto entre la SEGIB y la Unión Europea “Una Cooperación Triangular innovadora para una nueva agenda de desarrollo”.
“Se venían produciendo cambios en la arquitectura global de la cooperación para el desarrollo. La crisis de la COVID-19 ha acelerado y reforzado esta tendencia”
Así las cosas, tenemos un terreno muy provechoso para un trabajo articulado y eficiente entre los países de América Latina y el Caribe y el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), en la mitigación de los efectos de la pandemia a partir de la ampliación y revitalización de las asociaciones de Cooperación Sur-Sur y Triangular. Varios ámbitos parecen especialmente prometedores para intensificar estas modalidades y apoyar a los países en su respuesta a la crisis. Algunos ejemplos que ilustramos en el documento son la aceleración de la digitalización y la innovación, el fortalecimiento de un ecosistema dinámico y multinivel de Cooperación Descentralizada Sur-Sur y la promoción de las alianzas con la sociedad civil.
Finalmente, creemos en la urgencia de la acción y respuesta global y la solidaridad internacional como pilares de una cooperación al desarrollo, que realmente esté a la altura de los retos de hoy.