Las migraciones internacionales han sido uno de los temas claves para la región Iberoamericana, un asunto central en la agenda política y de cooperación iberoamericana. Han marcado nuestro pasado, están en nuestro presente y serán un eje fundamental en el futuro.
El propósito de la redacción de este artículo responde a la invitación de reflexión sobre la acogida que desde España, como país receptor importante, está proporcionando a las personas migrantes y solicitantes de Asilo dentro de nuestro marco iberoamericano.
Es obligado, sobre el principio de igualdad para toda persona humana ante la ley, facilitar la regularidad migratoria y el acceso a los derechos sociales en términos de integración y de desarrollo económico.
Efectivamente, se constata como instituciones públicas, privadas y agentes sociales realizan un considerable esfuerzo a la hora de diseñar, ejecutar y poner en marcha programas, normalmente estándares.
nuestra realidad es que continúan requiriéndose actuaciones específicas de inclusión
A pesar de esto, nuestra realidad es que continúan requiriéndose actuaciones específicas de inclusión, con mayor interlocución entre los actores relevantes en las mismas, y con especial atención a las personas migrantes en riesgo de exclusión social.
Es preocupante la situación de personas que, por permanecer en una situación de vulnerabilidad, por su estatus migratorio irregular principalmente, sufren de una discriminación continua e injusta, sin posibilidades de ningún tipo de apoyo a su incorporación social. Mujeres, niñez y juventud están especialmente desprotegidos ante esta situación y, al fin y al cabo, son personas que buscan oportunidades de vida más allá de sus fronteras.
Si es evidente el importante impacto de las remesas en la ayuda familiar, aunque cabe resaltar que la mayor parte del dinero se queda en el país que acoge, como contribución a la estabilidad económica desempeñando un papel fundamental para paliar situaciones de pobreza y proporcionar una mayor calidad de vida en las familias, también es importante resaltar el aporte de la diversidad social y cultural que la migración proporciona a los países receptores.
Convendría establecer un mínimo común de las políticas públicas en el marco iberoamericano, especialmente para las personas que transitan y que se encuentran en situación irregular, en muchas ocasiones sobrevenida, es decir que son personas que cuentan con una amplia trayectoria de residencia legal y con permiso de trabajo, por lo que resulta injusto que queden en este limbo socio jurídico sin ofrecerles propuestas de mejora, y sin aprovechar la oportunidad que vincula la migración y el desarrollo.
La inclusión de las personas migrantes requiere, entre otras, de políticas que, con unos cimientos firmemente asentados en los Derechos Humanos:
• apoyen los procesos de transición y acogida, favoreciendo la regularidad migratoria y, en su caso, la reagrupación familiar,
• generando medidas en los procesos de retorno con mayores oportunidades, también para las familias mixtas, acabando con la excesiva burocratización y dificultades administrativas,
• planteando un acompañamiento en la inserción residencial, facilitando la homologación de títulos y cualificaciones, reforzando y adecuando la formación para el empleo,
• articulando recursos de orientación para el autoempleo y potenciando económicamente los proyectos viables, trabajando en programas de intermediación con el tejido empresarial y
• desarrollando estrategias de sensibilización que impulsen la convivencia intercultural recuperando la diversidad en los espacios de toma de decisión.
Se subraya la especial necesidad de las personas solicitantes de Protección Internacional, ya que necesitan un mayor nivel de protección, especialmente a las que su solicitud ha sido rechazada, en este caso, habría que ofrecer alternativas.
Una migración bien gestionada, segura, regular e informada, con oportunidades de empleo y trabajo decente, justo y digno, reportará beneficios y oportunidades a los trabajadores migrantes, sus familias y sus comunidades de origen y acogida.
Las migraciones aportan gran crecimiento social y económico a nuestro país, y a este nuestro espacio iberoamericano.
Si queremos prosperar, la mejor forma de abordar el fenómeno migratorio es a través de la cooperación, inclusiva y sostenible, entre los países iberoamericanos, que tienen el rol fundamental de dar una respuesta fortalecida bajo planes coordinados, adaptándose a movimientos y situaciones cambiantes en los países que conforman la región.
es importante resaltar el aporte de la diversidad social y cultural que la migración proporciona
Tenemos en agenda un acuerdo global de Pacto Mundial para las Migraciones, por una migración segura, regular y ordenada, y una agenda 2030 para que los Estados caminen en una ruta hacia el desarrollo.
¿Sería posible encontrar un modelo iberoamericano donde nos comprometamos con el fenómeno migratorio, disminuyendo brechas sociales y protegiendo a las personas y, en definitiva, enfrentando juntos este contexto con un verdadera cooperación para el desarrollo?