La histórica ciudad de Toledo, cuna de culturas y civilizaciones, fue escenario de un encuentro clave para el futuro de la colaboración cultural a ambas orillas del Atlántico. Se trata del Primer Encuentro de Diplomacia Cultural entre Iberoamérica y Europa, celebrado el 10 y 11 de junio, en el que ambas regiones se comprometieron a desarrollar acciones estratégicas para impulsar el desarrollo sostenible a través de la cultura y colaborar en proyectos conjuntos para la recuperación de las industrias culturales y creativas, duramente afectadas por la crisis de la COVID-19.
Dicha colaboración quedó sellada en el llamado “Compromiso de Toledo”, suscrito entre La Red Iberoamericana de Diplomacia Cultural (RIDCULT) y la Red Europea de Diplomacia Cultural (EUNIC).
Enrique Márquez, director ejecutivo de Diplomacia Cultural de México y coordinador de la Red Iberoamericana de Diplomacia Cultural (RIDCULT), en la que participan los 22 países de Iberoamérica reflexiona sobre los temas clave de este encuentro.
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«A la Toledo del Quijote fuimos llamados para hablar, justo, de la vida. De la cultura y de la vida.
Conversamos oteando el horizonte desolador de teatros cerrados, pianistas, comediantes y actores en paro, sobre el desmantelamiento insólito de orquestas sinfónicas y proyectos nacionales, pero también de los museos que ya han comenzado a abrir para mostrar sus portentos.
Convocados por la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID) y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), los 22 integrantes de la Red Iberoamericana de Diplomacia Cultural (RIDCULT) y la Red Europea de Instituciones Culturales (EUNIC), en una reunión presencial sin precedentes en nuestros países y en España.
Dedicamos no pocas horas a analizar el papel de la cultura en el desarrollo y dialogar sobre algo poco más profundo: el papel de la cultura en la reinvención del mundo.
Esto es: de la vida, como propuso Arthur Rimbaud. Como en toda reunión de gestores culturales que se precie, salieron a relucir la escasez de recursos, la necesidad de integrarnos, de estar más unidos y de cooperar todavía más, de nuestras conversiones aceleradas al desarrollo digital, etc.
Pero, entre los sentimientos de Toledo surgió, como una velita cintilante y esperanzadora la idea de que en esta hora la cultura está llamada a construir una economía de la vida, una política y una gobernanza para la vida.» [/box]