Resignificar el multilateralismo con una cooperación de impacto real

Resignificar el multilateralismo con una cooperación de impacto real

Vivimos tiempos apremiantes y nos enfrentamos a desafíos que no conocen fronteras. El crucial reto del cambio climático, convertido hoy en emergencia es uno de ellos. Pero también lo son la necesidad de alcanzar un crecimiento económico sostenible e inclusivo después de una pandemia devastadora; y, por supuesto, la necesidad de trabajar juntos para prevenir futuros desastres sanitarios y proveer bienes públicos globales.

Ante un futuro donde lo único cierto es la incertidumbre, la vía más lógica para afrontar esos retos es más multilateralismo. Pero ese llamado sólo será útil si lo cargamos de significado para que la ciudadanía lo comparta.

Con frecuencia se asocia el multilateralismo a un proceso que corre paralelo a la globalización, y con demasiada soltura se intercambia este último concepto con un proceso de desregulación económica mundial o la imposición de un estilo de vida “occidental” sobre el resto del mundo.

En realidad, la globalización y el multilateralismo deberían impulsar un proceso de interconexión mundial que trascienda el intercambio de bienes y que garantice, para todos, un piso mínimo desde el cual la ciudadanía que participa de este orden internacional tenga la libertad de desplegar su proyecto vital, en todas sus dimensiones y en el reconocimiento de nuestra profunda interdependencia.

La cooperación internacional es una manifestación tangible de un multilateralismo útil para la ciudadanía

Por tanto, debemos abogar por más multilateralismo, sí, pero adecuando las herramientas multilaterales para enfocarnos en las verdaderas preocupaciones de nuestra ciudadanía y demostrar que la colaboración rinde frutos.

En esta línea, por su probada capacidad de impactar directamente la vida de millones de personas, la cooperación internacional está llamada a jugar un rol protagónico: es una manifestación tangible de un multilateralismo útil a sus ciudadanos.

Iberoamérica y la CSS y Triangular

Desde hace 40 años con el Plan de Acción de Buenos Aires, Iberoamérica ha jugado un rol clave en el debate global sobre la cooperación entre países en desarrollo. Este plan contiene la semilla de lo que hoy conocemos como cooperación sur-sur y triangular, un pilar fundamental sobre el que se construye la acción iberoamericana.

Entre 2006 y 2020 estas modalidades de cooperación en nuestra región acumularon más de 9.000 iniciativas enfocadas principalmente en salud, educación y el sector agropecuario. Nuestro característico lema, “no existe país tan rico que no tenga nada que aprender, ni tan pobre que no tenga nada que aportar”, encierra una pionera manera de entender la cooperación para el desarrollo que cada vez se extiende más por el mundo.

Para empezar, en su espíritu la cooperación sur-sur y triangular busca no solo compartir conocimientos y experiencias, sino crear espacios donde identificar y resolver problemas de forma colectiva.

Promovemos, por tanto, una nueva visión de la cooperación que se aleja de las tradicionales dinámicas verticales entre donantes y receptores. Es una relación colaborativa, horizontal y entiende que los países no alcanzan el desarrollo tras sobrepasar umbrales de métricas simplificadoras sino, más bien, que este desarrollo es multidimensional, no lineal, que los objetivos sociales evolucionan conforme avanzan las sociedades y que para definir estas metas se requiere ampliar la convocatoria de actores al proceso deliberativo.

Alianza Iberoamérica-Unión Europea

Iberoamérica comparte con la Unión Europea esta visión de desarrollo. Esperamos que nuestros valores compartidos decanten, cada vez más, en una convergencia estratégica colaborativa.

Muestra de ello es el programa Adelante y su sucesor, Adelante 2, proyectos emblemáticos de la UE en cooperación triangular que desde el 2015 fomentan las relaciones horizontales entre ambas regiones con miras al desarrollo sostenible.

Iberoamérica comparte con la Unión Europea valores comunes y una visión de desarrollo que tiene el potencial de generar una cooperación de impacto

Algunas conclusiones del primer Programa Adelante guardan estrecha relación con uno de los puntos mencionados anteriormente: la necesidad de reinventarnos para mejorar el impacto real de la cooperación.

En efecto, aún tenemos mucho trabajo por delante para seguir avanzando en la alineación de la cooperación sur-sur y triangular con los ODS de la Agenda 2030, y en la profundización de prácticas horizontales entre todos los socios.

El trabajo sistemático, desde la concepción de la idea hasta el último trecho de su implementación, no suele acaparar muchos titulares, pero resulta fundamental si queremos alcanzar nuestros propósitos y reencantar a la ciudadanía con una apuesta decidida por un multilateralismo eficiente y así, con un refundado espíritu que apueste por una globalización virtuosa.