Un sistema de salud robusto, integrar el enfoque epidemiológico al clínico y una mayor participación de la población son algunos de los aprendizajes que ha dejado esta crisis para el país.
Los efectos del COVID-19 continúan impactando nuestra cotidianeidad.
En lo inmediato, viviremos amenazados por la posibilidad de una nueva pandemia, del mismo COVID-19 o de otro patógeno. Por lo tanto, urge reflexionar críticamente sobre los aprendizajes logrados en el combate contra el coronavirus.
Veamos nuestras conclusiones acerca de las lecciones aprendidas ante el COVID19:
Lección 1: se necesita una autoridad sanitaria de alta capacidad técnica y alta legitimidad
Las debilidades de la autoridad sanitaria en el ejercicio de la función de rectoría del sistema de salud limitan las intervenciones contra la pandemia.
Se requiere una mayor cualificación del personal profesional de la autoridad sanitaria, tanto a nivel central como territorial, para poder liderar el proceso basado en la evidencia y el análisis de las intervenciones.
En este sentido, sería conveniente mejorar los programas de formación y garantizar la estabilidad de este personal.
Lección 2: cuanto mayor es la desigualdad social, más difícil resulta la gestión de las intervenciones.
A mayor inclusión social, mayor la viabilidad de las intervenciones. Por ejemplo, cuando se plantea que se queden en casa “se descubre” que más de la mitad de la población no tiene cómo cumplir con ello.
El análisis de las desigualdades y el desarrollo de un enfoque de equidad en las intervenciones deberían ser las acciones a tener presentes.
Lección 3: en la gestión de las intervenciones ante la pandemia y amenazas similares, el enfoque clínico no debe sustituir al enfoque epidemiológico.
El paradigma aún dominante en salud se caracteriza por una visión centrada en la curación de la enfermedad, sobre la base de un modelo biológico.
En el manejo de la pandemia, a mayor presencia del enfoque clínico, mayor dificultad para comprender el comportamiento de los casos.
Por ejemplo, el registro de las infecciones por fecha en la que se confirmaron –sin importar cuándo iniciaron las manifestaciones–, la necesidad de confirmación objetiva del caso y la información sobre los eventos en valores absolutos o mediante prevalencia acumulada en lugar de emplear tasas no favorecen el accionar contra estos tipos de problemas.
Lección 4: a mayor participación privada, más complejo es el escenario y más difícil su gestión.
Los países con mejores logros en su mayoría poseen sistemas públicos robustos de amplio acceso y cobertura. La presencia privada incorpora otros intereses y, en muchas ocasiones, de alta presión social y política.
El norte a seguir ha de ser el desarrollo de un sistema público de atención en salud, a partir de redes de servicios de salud (por servicios o por procesos), sobre la base de la “Atención Primaria de Salud” (APS).
Lección 5: sin la participación de la población, el impacto de las intervenciones pierde potencialidades.
Limitar o impedir la participación de las personas y sus organizaciones dificulta los trabajos e incluso puede impedirlos.
La intención sería favorecer el empoderamiento de la población y desarrollar conductas saludables.
Para ello se ha de mejorar y reenfocar la inversión, tanto en salud como en educación