Durante las semanas de confinamiento muchas personas soñaban con volver a caminar pronto por la naturaleza, de la que viene todo lo que comemos, vestimos, compramos o respiramos.
La naturaleza va regenerando estos bienes y servicios ambientales sin los cuales no entenderíamos la vida. Sin embargo, el pasado 22 de agosto los seres humanos consumimos todo el “presupuesto ambiental” que la Tierra tenía para todo nuestro 2020.
Esto quiere decir que desde hace cuatro meses vivimos con un “crédito ambiental” a costa de la próxima generación o de otras especies.
Hace cuatro meses vivimos con un “crédito ambiental” a costa de la próxima generación o de otras especies.
La sobrecarga continuada a la que venimos sometiendo al planeta durante las últimas décadas está empujándolo a una serie de puntos de no retorno que pueden llegar a provocar un colapso en cascada en muy poco tiempo de esta casa que compartimos.
La crisis climática o la pérdida de biodiversidad son reflejos de esta presión sobre los ecosistemas naturales. Pandemias como las que estamos viviendo ahora, o la sucesión de huracanes durante los últimos meses en la región, son algunas de sus consecuencias
Hemos llegado a este punto por la acumulación de pequeñas decisiones individuales, que determinan nuestro día a día como consumidores, empresas u organizaciones de todo tipo. Esta huella que no incorpora las externalidades en el medio ambiente se acelera durante durante las dos semanas de navidad.
Hemos llegado a este punto por la acumulación de pequeñas decisiones individuales, que determinan nuestro día a día como consumidores, empresas u organizaciones de todo tipo.
El mundo digital es la tercera causa de emisiones, y la huella climática de la principal plataforma de compra en línea es mayor que la de siete países de la Unión Europea juntos.
Además, la decisión de comprar online para recibir el pedido en 24h en lugar de acudir a un comercio cercano, provoca ineficiencia en los camiones de reparto y una huella de transporte aún mayor.
Desconocemos las condiciones laborales del personal de estas plataformas, así como la trazabilidad de los productos kilométricos que recibimos en nuestras casas. No sabemos quién lo ha fabricado, en qué condiciones, ni su impacto medioambiental. Por eso, escoger productos producidos cerca y comprar localmente es siempre una buena apuesta por el planeta y la comunidad en la que vivimos.
Escoger productos producidos cerca y comprar localmente es siempre una buena apuesta por el planeta y la comunidad en la que vivimos.
La comida será el centro de muchos momentos en nuestra navidad y también lo que tenga mayor impacto en ese déficit ambiental que acumulamos.
La mayor parte de lo que tenemos en el frigorífico ha recorrido una media de mil kilómetros, y la mitad de estos alimentos acabarán desperdiciándose. Si unimos los gases de efecto invernadero que genera la producción de carne con la huella del desperdicio alimentario, tendremos el primer motivo de calentamiento global, por encima incluso del transporte o la energía. De ahí la importancia de elegir productos de cercanía y priorizar las dietas basadas en vegetales, disminuyendo la proteína animal.
Mucha de la comida y de lo que compramos en navidad vendrá envuelto en envases de un solo uso. La mayoría de plantas de reciclaje no están preparadas para tratar cualquier tipo de envase pero, de todas maneras, llegan tanto plástico, cartón, latas o vidrios a los contenedores, que resulta imposible tratar todo, siendo más rentable incinerar o enterrar esos residuos.
Cada vez hay más personas que vivimos sin comprar nada que esté en envases de un solo uso, sea del tipo que sea.
Es perfectamente posible y en muchos casos más económico. Simplemente, la clave es escoger mercados de barrio, tener hecha una rutina de dónde comprar y renunciar en algunas cosas que no son imprescindibles.
Si unimos los gases de efecto invernadero que genera la producción de carne con la huella del desperdicio alimentario, tendremos el primer motivo de calentamiento global, por encima incluso del transporte o la energía.
La mayor parte de los regalos que se hacen, especialmente los electrónicos, tienen una obsolescencia programada para que puedan duren por un determinado tiempo y así tengamos que volver a comprar uno nuevo.
Por otro lado, la obsolescencia percibida nos incita a comprar nuevos modelos sin ser realmente necesarios. Son minoritarias las alternativas para reparar artículos, por lo que toneladas continuamente se exportan toneladas de basura electrónica y basura textil a países del sur, acumulándose en incineradoras y vertederos, provocando contaminación ambiental y pobreza.
La mejor prenda de ropa que podemos regalar estas navidades es aquella que tenemos y no estamos usando. El mejor artículo electrónico es aquel que logramos reparar o del cual podemos llegar a prescindir.
Paseamos amontonados bajo las luces de navidad de las calles, provocando un incremento en la demanda de energía nocturna, moviendo así el mix energético hacia fuentes no renovables. Sin embargo, hay ciudades que han optado por decorar sus calles con guirnaldas reusables cada año.
En definitiva, si las causas y consecuencias de esta pandemia nos hacen reflexionar sobre el papel central que juega la naturaleza en nuestras vidas, las decisiones de alimentación y compras de estas navidades pueden llegar a ser herramientas de respeto del medio ambiente.
Y paseamos por esas calles cargados de paquetes envueltos en papeles que servirán apenas unos segundos antes de romperse y tirarse a la basura. El largo camino de producción y recursos para llegar a tener ese papel ha hecho que muchas personas opten por ser más originales envolviendo sus regalos, usando telas, papel de periódico o cajas que vuelven a usar.
En definitiva, si las causas y consecuencias de esta pandemia nos hacen reflexionar sobre el papel central que juega la naturaleza en nuestras vidas, las decisiones de alimentación y compras de estas navidades pueden llegar a ser herramientas de respeto del medio ambiente.
Optar por productos de cercanía y sin envases, o consumir más vegetales y alargar la vida de lo que ya tenemos, son decisiones personales que luchan contra el cambio climático y van reparando la deuda que tenemos con la Tierra.