Por una Cooperación Sur-Sur que verdaderamente “no deje a nadie atrás” en Iberoamérica

Por una Cooperación Sur-Sur que verdaderamente “no deje a nadie atrás” en Iberoamérica

La aprobación por Naciones Unidas en septiembre de 2015 de la Agenda 2030 de  Desarrollo Sostenible implicó cambios importantes en la visión internacional sobre el tipo de desarrollo que queremos como comunidad global, y por tanto, también del sistema de cooperación internacional que se requiere para alcanzarlo.

En este sentido, la superación de la pobreza, vector estructurador de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que precedieron a la Agenda 2030, se amplió y profundizó hacia la búsqueda de un desarrollo que, además de ser respetuoso con los recursos del planeta, avanzara hacia sociedades más inclusivas para “no dejar a nadie atrás”.

La búsqueda de estos nuevos objetivos contó con el respaldo de 193 líderes mundiales incluyendo todos los gobiernos de la Comunidad Iberoamericana. Nuestra región llevaba años apostando por una de las herramientas con mayor potencial para lograr el desarrollo sostenible conforme a los cambios que la nueva agenda de desarrollo imponía. Hablamos de la Cooperación Sur-Sur (CSS) y Triangular (CT).

Una agenda multidimensional, multiactor y multinivel

 En efecto, la transición entre agendas de desarrollo puso en tensión al sistema de cooperación tradicional. La Agenda 2030 no solo cambió el objetivo a alcanzar, sino que, con el propósito de comprometer a todos y todas en las tareas para lograr su consecución, sumó a múltiples actores, medios e instrumentos.

Pasó, de hecho, a ser una agenda multidimensional, multiactor y multinivel, que demanda una superación del esquema tradicional de la cooperación, basado en la transferencia de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) entre países que, en función de su grado de desarrollo, ejercían como donantes o como receptores.

La Cooperación Sur-Sur y Triangular es una herramienta clave para alcanzar la Agenda 2030 por su mayor capacidad de adaptación, por una visión más multidimensional y por involucrar a mayor cantidad de actores en distintos niveles de acción.

En este escenario, la Cooperación Sur-Sur y Triangular muestra una mayor capacidad de adaptación a los requerimientos de la nueva Agenda. Se trata de una cooperación más flexible y adaptable a los problemas comunes, que atiende a una realidad más multidimensional, y que permite la participación de una mayor diversidad de actores, desde distintos niveles de acción (nacional y local), y en el ejercicio de unos roles que sugieren que todos, con independencia de su nivel de desarrollo, tienen alguna capacidad, conocimiento o experiencia que ofrecer y recibir.

La CSS y Triangular para “no dejar a nadie atrás”

Iberoamérica tiene una enorme experiencia acumulada en el impulso a la CSS y Triangular: más de 9.000 intercambios en poco más de una década, según evidencian los registros generados en nuestra región bajo el liderazgo de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), y sistematizados en las 13 ediciones del Informe de la Cooperación Sur-Sur en Iberoamérica y en la única plataforma de datos online sobre esta cooperación que existe para una región en desarrollo.

Además, el acervo de conocimiento acumulado pone en evidencia la enorme importancia que la inclusión social, el “no dejar a nadie atrás”, ha tenido como guía de esa CSS y Triangular.

Durante la última década (2010-2019) y año tras año, la mayor parte de la CSS y Triangular impulsada por los países iberoamericanos ha atendido al fortalecimiento de las políticas sociales y, a través de estas, al fomento de una mayor inclusión. En realidad, se trata de 1.897 iniciativas de CSS y Triangular que explican una de cada 3 de las 6.243 finalmente ejecutadas en distintos momentos de esta última década.

 

Fuente: Reproducción de https://informesursur.org/es/los-numeros-de-la-cooperacion-de-iberoamerica/

Se trata de una cooperación que ha centrado sus esfuerzos en “no dejar a nadie atrás”, a partir de proyectos que han buscado garantizar el acceso de la población a la educación y a la salud (dos pilares básicos para una mayor inclusión), a la vivienda y a rentas básicas que facilitan el acceso de muchas familias a unas condiciones de vida dignas. Una gran cantidad de proyectos que promueven la convivencia, en condiciones de paz y seguridad, así como otros que han puesto el foco en colectivos más vulnerables, los mismos que, en el marco de la actual pandemia, se han visto empujados a un mayor riesgo de exclusión social.

Desafíos futuros

Los datos también evidencian que, desde la misma CSS y Triangular, queda mucho por hacer respecto de colectivos que corren un mayor riesgo de “quedar atrás”, como es el caso de la población indígena en nuestra región.

Este desafío de la inclusión de colectivos más vulnerables quedó demostrado en el estudio que pone el foco en la atención a las poblaciones indígenas y que fue realizado el marco del proyecto que la SEGIB desarrolla con la Unión Europea (UE) para avanzar hacia un modelo innovador de Cooperación Triangular.

Los datos muestran que, aun diferenciando y agregando la CSS y Triangular para pueblos indígenas, con pueblos indígenas, de interés general e impacto indígena y con afectación indígena, apenas 96 iniciativas de las que han tenido lugar en Iberoamérica desde los primeros registros en 2006 (menos del 1% de las totales), han buscado de algún modo fortalecer la inclusión de este colectivo.

Este es un claro ejemplo de que a pesar de los avances en inclusión, la ciudadanía espera y merece que ampliemos los esfuerzos para que la visión de la Agenda 2030 de “no dejar a nadie atrás” pueda convertirse en una realidad en nuestra región.