En los últimos 50 años se ha perdido el 60% de la biodiversidad, casi dos tercios del hielo del Ártico, la mitad de los bosques tropicales y un tercio de tierra arable.
Sin embargo, se estima que para el 2030 consumiremos un 30% más de agua, un 40% más de energía y un 50% más de comida. Las cuentas no dan. Necesitamos replantear el modelo de producción y consumo.
Siendo realistas, esto supone una gran oportunidad. Según las Naciones Unidas, para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible se requieren entre 5 y 7 billones de dólares anuales. Para la Corporación Financiera Internacional (IFC), una entidad del Grupo Banco Mundial, la inversión de impacto social y ambiental supondrá un mercado de 26 billones de dólares.
Las cuentas no dan. Necesitamos replantear el modelo de producción y consumo
Nueva infraestructura
La inversión en infraestructura eficiente y sostenible es uno de los retos más urgentes para reducir las emisiones globales. Se estima que once países iberoamericanos están entre los más atractivos para inversión en renovables.
Además, modelos innovadores serán requeridos para abastecer zonas desatendidas, lograr una distribución más eficiente, hacer frente al estrés hídrico y limitar la extracción de combustibles fósiles y la deforestación.
Estas tecnologías suponen una gran oportunidad de industrialización y empleo en las economías iberoamericanas, enfocadas en sectores primarios de extracción de recursos y servicios.
Especialmente en Iberoamérica se presenta una gran oportunidad en la recuperación de la biodiversidad, la agricultura climáticamente inteligente y el manejo sostenible de los bosques y océanos.
Se estima que la explotación sostenible de productos forestales no madereros puede aportar hasta 3.638 millones de dólares a las economías regionales, según datos de 2017 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), esto sin valorizar los servicios ecosistémicos.
La oportunidad se encuentra en aquellos modelos que valoricen el capital natural, cuyo reto estará en la adopción de un enfoque sistémico, donde el capital técnico, financiero y humano trabajen hacia este mismo objetivo.
Millones de empleos
Según la Organización Internacional del Trabajo (2018), la transición hacia la economía circular generará 10 millones de nuevos empleos en América Latina.
En este sentido, cobrarán especial relevancia el diseño productivo basado en la biomímesis, limitando la extracción de materias primas y reutilizando los recursos en el propio sistema. Según el Foro Económico Mundial (2013), esta economía podría reducir entre un 10% y 15% las emisiones globales y generar una oportunidad de 4,5 billones de dólares.
Sin duda, nos encontramos ante un sinfín de oportunidades. Todas alcanzables con los recursos técnicos, científicos y financieros existentes. Lo único que nos falta es voluntad. Voluntad de cambio y de mayor colaboración intersectorial.