La problemática del desarrollo y el desafío de una mirada política

La problemática del desarrollo y el desafío de una mirada política

La del desarrollo es una de las problemáticas en torno a las que más activamente se ha desplegado la reflexión latinoamericana. La persistencia de esta reflexión nos permite ver que los planteos en clave de metas, objetivos y agenda, si bien claros en la superficie, a la larga se muestran insuficientes.
Pensar el desarrollo es por cierto una tarea más compleja y, aun cuando se celebre cierto consenso sobre la Agenda 2030 y los ODS, la necesidad de profundizar se vuelve imperiosa.

Así, recuperar la perspectiva política puede ser una contribución a los fines de compensar lo que hasta ahora ha sido un proceso a través del cual la constitución de metas y agenda del desarrollo han ido adquiriendo rasgos propios de una enunciación normativa acorde a cierta racionalidad burocrática.

Recuperar la mirada sobre lo político es recuperar el registro y análisis de todas aquellas iniciativas y procesos que se despliegan en diversas instancias -multilaterales o individuales- interviniendo, entre otras cosas, en la disputa por la delimitación del sentido de las enunciaciones generales referentes a la cuestión que nos ocupa.

Por tomar solo un ejemplo, hace tiempo que la CEPAL señala en sus diversos documentos, que la consideración de la dimensión política es de capital importancia vis a vis la problemática del desarrollo.

la consideración de la dimensión política es de capital importancia

Esto conduce a incluir frente a las miradas eficientistas la advertencia de que todo proceso social, político y económico involucra relaciones de poder asimétricas entre actores con diversas intencionalidades y capacidades de acción política. A efectos de estas breves líneas sólo se señalarán un par de cuestiones en las que tal perspectiva política no puede ser dejada de lado.
Primero, en reiteradas ocasiones CEPAL ha fijado la necesidad de orientar el proyecto de desarrollo hacia el logro de mayor igualdad, es decir hacia la búsqueda de la reducción de brechas tanto internas como externas (entre las sociedades periféricas y los países desarrollados) (CEPAL: 2010, 2015).

Fijar este rumbo plantea a su vez dos líneas de reflexión. Por un lado, la advertencia de que un desarrollo con igualdad e inclusión no resulta de políticas unilaterales y aisladas de los Estados, sino que, como todo proceso de transformación, está inscrito en un marco de condicionantes estructurales.

un desarrollo con igualdad e inclusión no resulta de políticas unilaterales

Tales condicionantes estructurales operan sucintamente en dos planos. Uno, el asociado a la matriz de inserción en una la economía internacional que opera asimétricamente de acuerdo a un patrón distintivo de acumulación concentrada de beneficios.
El segundo, que a su vez se inscribe en esta dinámica, refiere a las configuraciones sociopolíticas que apoyan o resisten, se tensan y se enfrentan en torno a los términos en los que tal matriz de inserción debe definirse.
Tales configuraciones sociopolíticas son a su vez clave para comprender las condiciones de posibilidad de un Estado democrático fuerte con una base social lo suficientemente robusta como para orientarse hacia una matriz de desarrollo sustentable, orientado a la igualdad multidimensional, inclusivo y en base a derechos.
Segundo, y asociado a lo anterior, no es casual que desde esta perspectiva se destaque la necesidad de recuperar el rol del Estado y se eleve la apuesta al señalar como indispensable la configuración de una base social desde la que el Estado pueda llevar a cabo aquellas acciones políticas orientadas hacia lo que CEPAL identifica como un cambio estructural progresivo o proyecto de desarrollo inclusivo.

comprender las condiciones de posibilidad de un Estado democrático fuerte con una base social lo suficientemente robusta

Este argumento cepalino guarda algunas similitudes con planteos como el de Robert Cox que identifican que cualquier cambio en el orden mundial que apunte a transformar las relaciones globales de poder no se resuelve únicamente a partir de las iniciativas y voluntades expresadas por las instituciones internacionales.
Así, se sostiene que para que tal cambio suceda es fundamental una acción política de abajo hacia arriba asociada a la radical transformación en la base social del Estado como condición necesaria a políticas estatales de cambio estructural.

En ese sentido, el documento cepalino reconoce que una de los elementos claves para el logro del cambio estructural progresivo es el de lograr un Estado democrático fuerte y fundamentalmente autónomo frente a los grupos de poder de facto que obstaculizarían el logro de un desarrollo sostenible que busque revertir la desigualdad histórica de las sociedades latinoamericanas.

Se trata este de un argumento de larga data en el repertorio latinoamericano que ha persistido junto con la preocupación por la desigualdad histórica de nuestras sociedades.

Hasta aquí, pareciera que el panorama es un tanto más complejo que la restricción del desarrollo al logro de objetivos por vías asociadas a las buenas prácticas o a parámetros formales en torno a los que la discursividad multilateral internacional y parte de la reflexión académica parecen concentrar sus expectativas.

Tal complejidad merece, por tanto un trabajo reflexivo que reincorpore la dimensión política en torno a los análisis referentes a la problemática del desarrollo y más específicamente a las condiciones materiales e ideacionales a través de las que se configuran determinadas prácticas, objetivos y legitimidades.

Asimismo, es fundamental persistir en la indagación de los condicionantes estructurales -materiales, políticos y culturales- que obstaculizan el bienestar de las sociedades.

Las dinámicas y lógicas dominantes bajo las que opera la economía política internacional contemporánea no pueden ser soslayadas al momento de dar cuenta sobre las dificultades de avanzar hacia un mayor bienestar internacional como también al considerar los obstáculos domésticos resultantes de la práctica política económica y cultural de los sectores que insisten en preservar los privilegios de la acumulación.

es fundamental persistir en la indagación de los condicionantes estructurales -materiales, políticos y culturales- que obstaculizan el bienestar de las sociedades.

Avanzar en estas dimensiones analíticas nos permitiría a su vez un abordaje crítico del repertorio conceptual dominante que deposita en términos como gobernanza, multilateralismo, bienes públicos globales un exceso de expectativas consensuales desconociéndolos como procesos eminentemente políticos, asimétricos y en absoluto ajenos a intereses conflictivos.