Una alerta temprana y una acción rápida coordinada, adaptada al contexto local, entre las estrategias más exitosas tomadas para contener el virus en el país.
El brote de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus 2019 (COVID-19) se propagó rápidamente desde su origen en Wuhan, provincia de Hubei, China, y sometió a una gran presión a los sistemas sanitarios en diversos países.
Ante la ausencia de vacuna y de tratamiento específico, más allá de controlar sus síntomas, la Organización Mundial de la Salud recomendó a los países tomar medidas urgentes y contundentes para detener la propagación del virus.
Paraguay, de manera oportuna y acorde al contexto local, adoptó una serie de estrategias y medidas restrictivas de Salud Pública, en respuesta a la situación mundial, regional y a la alerta epidemiológica emitida por la Dirección General de Vigilancia de la Salud del país.
Como resultado de estas medidas, se logró limitar la difusión viral y se redujo la tasa de letalidad a un porcentaje de alrededor del 1%.
El 9 de marzo, ante la confirmación del segundo caso, en un periodo de 15 días se aplicaron estrategias que involucraron el trabajo con múltiples sectores, bajo la rectoría del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.
La suspensión de clases presenciales y de eventos masivos, el distanciamiento social, la cuarentena obligatoria y el cierre de fronteras se sustentaron en la obligación del gobierno de prevenir y disminuir la enfermedad y en reconocimiento del “derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental”, establecido en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
Por otro lado, la tarea de mantener los servicios esenciales, asistir y proteger a los vulnerables y fortalecer el sistema de salud son desafiantes, porque los procesos burocráticos que conllevan no están acordes con la velocidad de respuesta que requiere la pandemia y porque la deuda histórica con el sistema de salud es demasiado elevada.
En busca de un equilibrio
Las autoridades han buscado establecer las medidas menos restrictivas proporcionales al objetivo de lograr el control de la enfermedad.
Así, también, se decidió evaluar constantemente los resultados y el impacto de las estrategias, avanzando en el desconfinamiento a través de un proceso de cuarentena inteligente, que sigue requiriendo el diálogo y el trabajo multisectorial, incluyendo a la comunidad.
El monitoreo de las fases del desconfinamiento se ha sustentado en el análisis del comportamiento de varios indicadores, tales como el uso de camas generales y de terapia intensiva, las consultas respiratorias, y llamadas al 154 habilitado para orientar, agendar y registrar las necesidades de las personas en el contexto Covid-19.
Finalmente, a este set de indicadores se suman las proyecciones de uso de camas (general y UTI) por distintos métodos estadísticos y epidemiológicos y el Numero de Transmisibilidad R.
[box] Todas estas experiencias compartidas forman parte del ciclo de webinars “Aprendiendo lecciones sobre COVID19 en Iberoamérica” organizado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) en cordinación con la Escuela Andaluza de Salud Pública, el Instituto de Salud Carlos III y la Secretaría Técnica de la Red Iberoamericana Ministerial de Aprendizaje e Investigación en Salud (RIMAIS)[/box]