La educación superior se encuentra en una encrucijada. La salida de la crisis provocada por la pandemia puede verse simplemente como un ansiado retorno a la antigua normalidad, pero también como una oportunidad para revisitar en profundidad la provisión de educación superior en términos de calidad y de equidad.
Resolver qué camino tomar en esta encrucijada es, en realidad, una verdadera prueba de la fortaleza política e institucional del sector de la educación superior y de la capacidad de sus actores.
Desde UNESCO llevamos años haciendo un llamado a resolver esta encrucijada que, a decir verdad, es muy anterior al estallido de la pandemia. En medio de las disrupciones experimentadas en los dos últimos decenios, el mundo adoptó en 2015 un marco mundial renovado, articulado por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). ¿Qué papel juega la educación superior en esta agenda que nos une como humanidad?
Educación y desarrollo sostenible
La Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 en sintonía con el objetivo de «no dejar a nadie atrás», apuesta por la inclusión y la prosperidad compartida como aspiraciones de alcance general.
La educación es un elemento central para el logro de los objetivos de la Agenda 2030, que une al mundo en un camino de acción común.
En concreto, el ODS4 tiene por objeto garantizar que los países trabajen para asegurar una educación de calidad, inclusiva y equitativa, que promueva oportunidades de aprendizaje para todos y todas a lo largo de la vida.
En particular, la meta 4.3 exige el acceso igualitario de mujeres y hombres a una enseñanza técnica, profesional y terciaria de calidad y asequible, incluida la universidad.
Por tanto, la financiación sostenible de la prestación de servicios públicos de educación superior es fundamental para salvaguardar el acceso equitativo y la mejora de la calidad de los sistemas de enseñanza superior, de modo que reflejen adecuadamente la función vital que este sector desempeña en las estrategias nacionales de desarrollo a largo plazo.
Reimaginar la educación superior
Los sistemas de educación superior pueden contribuir a la agenda mundial de dos maneras. Por un lado, la doble función de preparar una mano de obra calificada eficaz y la de crear, difundir y aplicar conocimientos para la construcción de capacidades profesionales, institucionales y tecnológicas, deben equilibrarse con valores éticos y académicos que constituyen la base de la enseñanza superior.
Por otro lado, las instituciones de enseñanza superior también deben atender a las necesidades de una población estudiantil cada vez más diversa, que incluye adultos que trabajan, estudiantes que buscan ampliar sus estudios, estudiantes no tradicionales, graduados, refugiados o migrantes.
Todo lo anterior apunta a la necesidad de una nueva visión, una reinvención de lo que la educación superior significará en el futuro.
La enseñanza superior de hoy debe atender a una población estudiantil cada vez más diversa
Si la enseñanza superior y la universidad se inventaran hoy en día, ¿cómo serían? ¿Quién participaría y completaría su educación superior? ¿Cómo y dónde aprenderían los estudiantes? ¿Qué conocimientos, habilidades, competencias y valores necesitarían para trabajar, convertirse en ciudadanos del mundo y vivir con dignidad? ¿Quiénes guiarían estos cambios? ¿Líderes institucionales, responsables de formular políticas, investigadores, estudiantes, profesores, empleadores, líderes comunitarios, grupos de la sociedad civil?
Conferencia Mundial de Educación Superior
Con esta mirada de futuro, la UNESCO ha convocado la Tercera Conferencia Mundial de Educación Superior que se celebra en Barcelona del 18 al 20 de mayo y reunirá a todos los actores pertinentes con el fin de definir y preparar una hoja de ruta para una nueva era de la educación superior.
Esta hoja de ruta responderá a los desafíos enfrentados por la humanidad y el planeta, prestando especial atención a la disrupción mundial creada por la pandemia COVID-19. Se centrará tanto en los sistemas de educación superior (normas, políticas, estructuras, partes interesadas) como en las instituciones (universidades, entidades especializadas, redes).
Junto con el impacto de la pandemia en la educación superior, la Conferencia abordará, entre otros temas, la relación de la educación superior con los ODS, la inclusión, la calidad y pertinencia de los programas, así como la movilidad académica, la gobernanza, la financiación de la educación superior y la producción de datos y conocimientos. También debatiremos el papel de la cooperación internacional para mejorar las sinergias educativas y posibles futuros de la educación superior.
Si la enseñanza superior y la universidad se inventaran hoy en día, ¿cómo serían? ¿quiénes participarían? ¿Cómo aprenderían?
A través de esta Tercera Conferencia, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) busca ofrecer nuevos conocimientos, alianzas creativas de ideas innovadoras y producir una coalición amplia y revitalizada de la comunidad mundial de educación superior en apoyo a la Agenda de Desarrollo 2030 y más allá.
Creo, por consiguiente, que la participación será de interés para quienes se preocupan por la incesante búsqueda de la calidad en un contexto de turbulencias.
Ahora más que nunca, la educación superior no debe ser vista como una fuente de gasto sino como parte de la solución para una ansiada salida de la crisis. Estoy seguro de que los debates a lo largo de esta Conferencia nos ayudarán a encarar mejor ese futuro.