En 1982, la Ciudad de México fue testigo de una de las tragedias más dolorosas para la cultura fílmica de México y el mundo. Durante la proyección de la película «La tierra de la gran promesa» de Andrzej Wajda, un corto circuito en los laboratorios de revelado de la Cineteca Nacional desató un incendio devastador. En cuestión de horas, las llamas consumieron no solo el edificio sino el legado entero que resguardaba: se estima que más de 6 mil negativos de películas, 2 mil guiones, 9 mil libros y archivos históricos de incalculable valor. El fuego arrasó con años de historia, borrando de la memoria colectiva un patrimonio irrecuperable.
Trágicos eventos como éste subrayan la necesidad urgente de conservar adecuadamente el legado audiovisual, sonoro y fotográfico, un patrimonio cultural tan frágil como imprescindible. Tres años después de este fatídico hecho, en 1985, la UNESCO lanzó un llamado global para la salvaguardia de las imágenes y los sonidos del mundo. La convocatoria resaltaba que los archivos audiovisuales y sonoros son parte esencial de la historia de la humanidad, pues registran el conocimiento, las costumbres y las expresiones culturales de las sociedades.
Y es que a veces no somos tan conscientes de que los archivos audiovisuales, sonoros y fotográficos constituyen una ventana a nuestra historia reciente. Son testigos directos de nuestras costumbres, lenguas, música, modos de vestir, eventos sociales, políticos y culturales. Sin embargo, esta rica herencia enfrenta amenazas serias: el paso del tiempo deteriora las cintas de audio y video, las fotografías se desvanecen, y los formatos se vuelven obsoletos y difíciles de reproducir sin los equipos adecuados. Esto plantea un desafío enorme para la preservación de la memoria colectiva, especialmente en la región iberoamericana, donde la atención a estos archivos ha sido, en muchos casos, insuficiente.
Ante esta situación, en 2014, surgió el Programa Ibermemoria Sonora, Fotográfica y Audiovisual, una iniciativa liderada por la Fonoteca Nacional de México y creada bajo el marco de la Cooperación Iberoamericana. Este programa fue impulsado con el objetivo de coordinar esfuerzos para preservar los archivos sonoros, fotográficos y audiovisuales en la región. La importancia de este Programa radica en su visión integral y colaborativa, que no solo busca conservar, sino también poner en valor este patrimonio cultural mediante la difusión y acceso al público.
Para comprender el contexto del Programa Ibermemoria, es fundamental hablar sobre la Cooperación Iberoamericana y sus mecanismos de trabajo. Los Programas, Iniciativas y Proyectos Adscritos (PIPA) de la Cooperación Iberoamericana son plataformas que permiten a los países de la región trabajar conjuntamente en áreas de interés común. Estos programas generan una sinergia vital entre las naciones participantes, facilitando el intercambio de experiencias, recursos y conocimiento. Bajo su égida, germinan redes que fortalecen las capacidades locales y regionales en distintos ámbitos, desde la educación hasta la cultura y la ciencia.
Ibermemoria forma parte de esta estructura de cooperación y su importancia radica en que aborda de manera directa los retos que enfrentan los archivos sonoros, fotográficos y audiovisuales en Iberoamérica. Estos desafíos incluyen no solo la conservación física de los materiales, sino también la necesidad de formar a profesionales especializados en su preservación y de fomentar políticas públicas que garanticen su salvaguardia a largo plazo.
Desde su creación, el Programa Ibermemoria lleva a cabo actividades y proyectos que reflejan su compromiso con la preservación del patrimonio cultural iberoamericano. Entre ellos destacan sus programas de capacitación, como es el caso del Diplomado en Preservación del Patrimonio Sonoro, Fotográfico y Audiovisual, que se imparte cada año y que ha formado especialistas en los distintos países iberoamericanos. Ibermemoria emite convocatorias periódicas para proyectos de atención y preservación de archivos locales. Los archivos de los países miembro del programa reciben apoyos directos ya sea para documentar, catalogar, digitalizar, realizar tratamientos de conservación o bien difundir los materiales que los integran. No menos importante es la realización de convenios y colaboraciones con instituciones culturales y educativas, mediante los que Ibermemoria ha contribuido a fortalecer las capacidades locales para la gestión de acervos, asegurando que más países tengan acceso a tecnologías y metodologías avanzadas para la preservación.
Pero ninguno de estos esfuerzos tendrían sentido si no se propiciase un adecuado acceso y disfrute de los contenidos que se preservan, por lo que una de las principales metas de Ibermemoria es producir estrategias conjuntas de divulgación de los acervos. Gracias a las plataformas digitales se ha logrado difundir y compartir este patrimonio entre los países de la región, permitiendo que más personas puedan acceder a materiales que de otro modo estarían fuera de su alcance.
Finalmente, Ibermemoria coordina y fomenta la realización de foros y encuentros internacionales en los que expertos en preservación sonora, fotográfica y audiovisual intercambian conocimientos y experiencias, discuten problemáticas actuales y exploran soluciones innovadoras para la conservación de este patrimonio cultural. Un ejemplo destacado es el recientemente realizado «Primer Encuentro Iberoamericano de Archivos e Inteligencia Artificial. Cooperación en la Era Digital», un evento clave que reunió a especialistas de Argentina, Colombia, España, México, Perú, Portugal y República Dominicana con el fin de analizar las herramientas que ofrece la inteligencia artificial para los procesos de gestión de los acervos documentales, y el cual se organizó en colaboración con Iberarchivos y la Red Diplomática de Archivos Iberoamericanos.
En la actualidad, el Programa Ibermemoria cuenta con la participación de 9 países miembro, que incluyen a Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana. Confiamos en que más países se sumen a esta valiosa iniciativa que no solo implica el desarrollo de saberes y esfuerzos técnicos de conservación, sino una labor profundamente comprometida con la preservación de nuestra memoria colectiva común. Las imágenes, los sonidos y los documentos audiovisuales son espejos de nuestro ser más profundo y más sutil, y su desaparición sería una pérdida irremediable, una merma irreparable de nuestra historia e identidad.