Muchas veces se nos llenan los sentidos intentando explicar términos que deberían ser naturales, que deberían ser inherentes a la condición humana. Sin embargo, tenemos la necesidad de remarcarlos, pronunciarlos y hacerlos presentes.
La marca “Gobierno Abierto” es la última gran declaración de intenciones de elevar el sentido común a categoría de acto de fe. La tecnología, motor del cambio de la humanidad junto a la ciencia y la creencia, con su vertiginoso ritmo -de crecimiento geométrico durante los últimos 100 años- contribuye a dejar obsoleto los términos y las etiquetas antes de que se consolide y plasme su significado.
necesidad de dotar a los organismos públicos (…) de herramientas potentes para poder gestionar la avalancha de conocimiento
Desde mi punto de vista en el concepto de Gobierno Abierto confluyen cuatro ejes representados por cuatro pensadores de indudable peso específico:
– El concepto de “globalización”, plasmado en los trabajos de la socióloga Saskia Sassen, que nos introduce en la sociedad global, sin fronteras que se contrapone a la sociedad real de fronteras físicas creadas a base del poder económico y el contrapoder de las naciones-estado.
– El concepto de “sociedad red”, dibujado y desarrollado por Manuel Castells, que explica la complejidad de un mundo interrelacionado en modelos distribuidos, dónde todos se relacionan con todos. El “networking” en estado puro.
– El concepto de “coste marginal cero”, como horizonte de un futuro no tan incierto y no tan lejano, explicado por Jeremy Rifkin, y que hoy se construye en el mundo maker como paradigma de la sociedad adaptada a cada uno, individualizada y ajustada.
– La ausencia progresiva de la privacidad, anunciada por Simson Garfinkel, y que hoy se plasma en la vorágine de las redes sociales que todo anuncian y nada esconden.
Globalización, red, coste marginal cero, nula privacidad… adjetivos de un nuevo tiempo que ha llegado para quedarse.
Este nuevo horizonte se plasma con toda crudeza en la necesidad de dotar a los organismos públicos que rigen nuestras comunidades, de herramientas potentes para poder gestionar la avalancha de conocimiento puesto a disposición de todo el mundo, la avalancha de tecnología accesible y el alud de deseos de cambio total de la sociedad.
Internet (…) ha cambiado las relaciones personales, ha modificado los hábitos culturales
Pero estos términos pueden tener una relevancia más allá de la esperada durante los próximos años, porque la aplicación práctica de los mismos se une a la reacción – humanamente comprensible- de las realidades particulares frente a la ola de estandarización global.
Internet, el gran ejemplo y escaparate tecnológico del último cuarto de siglo, ha cambiado las relaciones personales, ha modificado los hábitos culturales de los individuos y sus círculos sociales. La sociedad red, descrita magistralmente por Castells, ya es una realidad palpable. Pero, ¿ha cambiado Internet la organización social?.
En mi humilde opinión todavía no. Pero estamos en ciernes de un gran cambio. Y este gran cambio -o mejor salto- no lo puede realizar sólo la parte de la humanidad que vive en el mundo más industrializado, más desarrollado. Será un cambio global -puesto que vivimos en una sociedad global- que no va a entender de las fronteras. Sin duda será un cambio político de consecuencias globales. La primavera árabe, o los movimientos del 15-M en España durante los últimos años son la antesala de la verdadera revolución.
La globalidad sólo se entiende en su plenitud, a través del desarrollo tecnológico que el avance imparable de las telecomunicaciones y de la sociedad de los datos (de la información y el conocimiento), están produciendo.
El fin de la privacidad y de la individualidad es un hecho: nada es privado ya, nada es incontestablemente oculto.
La transparencia llevada hasta sus últimas consecuencias nos conduce a una reducción al absurdo de la organización política tradicional resultante de la revolución Francesa.
Los estados concebidos como organizaciones jerárquicas dónde el imperio de la ley es garantía, ya no ofrecen seguridad en su gobierno. La comunicación total entre individuos precisa de nuevas formas de entender sus relaciones. La diversidad cultural ya no puede ser aplastada por la uniformidad que antes era un ejercicio de practicidad.
este gran cambio no lo puede realizar sólo la parte de la humanidad que vive en el mundo más industrializado
Libertad, igualdad, fraternidad… Las bases de la sociedad nacida del rechazo al absolutismo se rompen para dar paso a la responsabilidad, equidad y participación. El Estado como tal no tendrá sentido en un mundo sin fronteras digitales, en un mundo al alcance de la mano.
El Gobierno Abierto se proyecta hacia la concepción primigenia de la democracia: la participación activa y real, decisiva, y directa. El centro de poder se centrifugará desde el interior hacia la periferia porque ya no se necesitarán centros de poder estancos. La aplicación del principio de distribución prevalecerá seguramente sobre las concepciones centralizadas.
Los procesos de concentración urbana, o mejor dicho, de concentración territorial, son un hecho. Las comunidades urbanas sienten su poder que nace de la necesidad de transparencia y proximidad, de ser dueños de su destino a través de la participación activa, y que sienten la necesidad de colaborar a través del pacto.
La Nación monolítica dará paso en este mundo de inmigración, a la identidad cultural compartida, origen de la riqueza de sociedades mixtas, que decidirán a través de la democracia directa que la tecnología les permitirá ejercer sin trabas y con plena transparencia.
Seguramente este mundo mestizo, donde las grandes desigualdades se convierten con la tecnología en la vergüenza compartida de todos, puede transformar la criticada globalidad en la oportunidad de crear una sociedad inmediata, eficaz y directa, también gracias a esa misma tecnología.
en este mundo mestizo, las grandes desigualdades se convierten con la tecnología en la vergüenza compartida de todos
Sólo un mundo estructurado en una confluencia distribuida de poderes pequeños puede trabajar en red: participando y colaborando.
Ciertamente me atrevo a decir que estamos ante un cambio de era. Los grandes cambios en la humanidad son aquéllos en que las relaciones sociales han mutado. Y en este caso lo están haciendo, … pero a gran velocidad.
Bienvenidos al siglo XXI.