La diplomacia tradicional (la de los Estados-nación) está ante transformaciones relevantes en su ejecución y concepción.
Con sociedades contemporáneas que se identifican con la permeabilidad y ductilidad, la política mundial actual está profundamente enmarcada por procesos de globalización (política, económica y cultural) que generan diferentes tensiones al status quo internacional producto de la Segunda Guerra Mundial.
Ante ello, esta reflexión se enfoca en repensar la diplomacia del siglo XXI para que se cuestione a sí misma y, considere, de manera más empática, la inclusión de actores no gubernamentales (ANG) en los procesos de toma de decisión de las agendas globales ante la evidente conexión entre las dinámicas globales y la vida cotidiana de las personas.
La incorporación de distintos actores en circuitos diplomáticos (…) es una práctica de larga data
La diplomacia tradicional hoy es confrontada en un entorno de política global donde los ANG diversos (independientemente de las orientaciones políticas, ideológicas o intereses) reclaman roles más significativos al definir el rumbo de las sociedades. Esto hace pertinente que las entidades ejecutoras de la política exterior repiensen sus procesos y métodos para la toma de decisiones hacia maneras abiertas y transparentes, si es que se reconoce la pluralidad sociopolítica tanto dentro como fuera de los Estados.
La incorporación de distintos actores (academia, expertos, entre otros) en circuitos diplomáticos para opinar o aconsejar en diferentes temas, es una práctica de larga data.
Hay evidencia de cómo dichos actores forman parte de procesos de toma de decisiones sobre múltiples problemas mundiales. Así, la perspectiva tradicional de la diplomacia puede sostener que la consulta a expertos es expresión suficiente de inclusión y participación social para la definición de los intereses del Estado.
Sin embargo, ante un entorno de política plural contemporánea, que reclama la democratización de las decisiones de la política global, este tipo de consultas evidencian informalidad y opacidad, limitando a “expertos” el devenir de las sociedades.
la diplomacia está modificando su relación con la ciudadanía de calle
Pero las transformaciones en la diplomacia están en curso y hay cambios iniciales pero sustanciales con miras hacia la democratización de la misma.
Como ejemplo de dichas transformaciones en las Américas hay mecanismos de participación social donde la diplomacia está modificando su relación con la ciudadanía de calle.
En primer lugar, está la Cumbre Social que es un mecanismo subregional para la sociedad civil y que forma parte del MERCOSUR.
Esta Cumbre se realiza, periódicamente, de acuerdo a la Presidencia pro tempore del MERCOSUR, y busca establecer un diálogo entre los presidentes y representantes de sociedad civil sobre cuestiones sociales.
Estos encuentros han logrado cierto grado de institucionalidad. En la actualidad, cada gobierno del MERCOSUR cuenta con una oficina formal desde donde coordina la vinculación y el diálogo entre los actores de la sociedad civil y las Cancillerías.
Así, Bolivia estableció la Coordinación de Diplomacia de los Pueblos y Pueblos Indígenas del Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia; Venezuela creó la Dirección General de Integración y Cooperación Internacional del Ministerio del Poder Popular para las Comunas y los Movimientos Sociales de la República Bolivariana de Venezuela; en Uruguay está la Coordinación para Asuntos Sociales en el Ministerio de Relaciones Exteriores; en Brasil hay una área de Asesoría Internacional en la Secretaría General de la Presidencia de la Republica; y, en Argentina está el Consejo Consultivo de la Sociedad Civil del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
Por su parte, Chile tiene un Consejo de la Sociedad Civil en la Agencia de Cooperación para el Desarrollo y entre la red de ONG Acciona, con la Academia Diplomática, y el Ministerio de Asuntos Exteriores promueven la diplomacia ciudadana. En Ecuador, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana tiene un programa orientado a los migrantes en Ecuador que busca darles los mismos derechos como ciudadanos en territorio ecuatoriano; el programa se llama «Diplomacia Ciudadana».
Por último, en México, la Secretaría de Relaciones Exteriores cuenta con tres áreas que trabajan con ANG: la Dirección General de Vinculación con Organizaciones de la Sociedad Civil, el Consejo Consultivo del Instituto de Mexicano en el Exterior y el Consejo Social de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional.
Estos espacios institucionales, que se han generado como parte de los circuitos de la diplomacia en las Américas, permiten identificar tendencias sobre el futuro de la diplomacia y cómo, entonces, repensar su concepción y ejecución en una política global del siglo XXI ante diversos retos. Entre otros, el referido a dos ámbitos que llevan a pensar en procesos sociopolíticos complejos con los que se encuentra la diplomacia contemporánea.
Por un lado, la conexión entre el nivel supranacional y la política local para lograr un mejor entendimiento sobre cómo se vinculan, de manera efectiva, las políticas globales con los procesos locales donde se implementan dichas políticas.
Por otro lado, cómo se incorporan a los ANG en los procesos de política global superando la mirada que asumen a ésta, para actores tradicionalmente concebidos como expertos o especialistas, cuando las agendas que se discuten a nivel mundial están asociadas a la vida diaria de la gente.
Estos cambios en la diplomacia están siendo atendidos y reflexionados en los estudios diplomáticos. Diferentes abordajes identifican y analizan estos procesos de democratización y ofrecen diversas miradas para acercarse a dichos fenómenos como objeto de estudio.
una “apropiación social” de la diplomacia donde el Estado ya no es el único canal
En este sentido, la diplomacia en tanto esfera para el encuentro y entendimiento entre personas, y no sólo entre Estados, se enfrenta con sus propios desafíos que le genera situaciones que antes no experimentaba y que no es ajena a tensiones propias de los procesos de cambio.
Por otro lado, la demanda de rendición de cuentas de las instituciones internacionales o las acciones exteriores de los Estados, así como el incremento de actores sub-nacionales o no gubernamentales en la política global, descentralizan y pluralizan los circuitos diplomáticos.
Esto lleva a pensar en los procesos de una “apropiación social” de la diplomacia donde el Estado ya no es el único canal legítimo para un colectivo o una persona para expresar una posición, o defender una causa, sobre cualquier tema que preocupa en el mundo.
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