Un fantasma recorre América Latina…el fantasma de la corrupción. Lamentablemente en este caso, lejos de ser esperanzador es más bien amenazante, por la profundidad con la que corroe la institucionalidad, y más que un fantasma, es de carne y hueso (y de fierro y cemento). La estela de Odebrecht ha sido larga y compleja, con consecuencias que sólo comienzan a visualizarse.
Más allá de todas las aristas que estos hechos representan para el desarrollo de nuestros países, para el funcionamiento de las entidades estatales, de los mercados y para las oportunidades de bienestar de las poblaciones, quisiera concentrarme en un solo aspecto: los desafíos para la eficacia y legitimidad de las políticas públicas.
La inestabilidad y rotación de actores clave y tomadores de decisión, implica un problema en el marco de los procesos de formulación e implementación de las políticas; incluso más, en el proceso previo de puesta en agenda e incidencia. Un escenario inestable, donde los actores que toman decisiones cambian de manera imprevista, limita el alcance de los procesos para que dichas decisiones sean fundadas en evidencia y en procesos deliberativos inclusivos.
Las prioridades cambian, unas agendas prevalecen sobre otras según cómo se reconfiguren los equilibrios de poder y, si los actores salientes lo hacen por motivos de falta de probidad, se cuestiona socialmente por añadidura al conjunto de decisiones tomadas previamente.
Un escenario inestable, (…) limita el alcance de los procesos
Si bien los programas públicos suelen continuar, es decir, no es que la acción pública se paralice –al menos no siempre-, sí sufren consecuencias en su implementación y especialmente se traban los ajustes a los programas existentes y las iniciativas nuevas, siempre necesarias ante desafiantes problemas sociales.
Espacios de diálogo permanente para políticas eficaces e inclusivas
Hace algunos días, en Perú asumió el nuevo presidente, y un nuevo gabinete que está llamado a enfrentar grandes desafíos, tanto de legitimidad ante la ciudadanía como de efectividad en la operación de los instrumentos públicos.
En el ámbito de las políticas orientadas al desarrollo rural y, específicamente en torno a la necesidad de estrategias que favorezcan la inclusión económica de los jóvenes rurales, desde inicios del año 2017 se viene reuniendo el Grupo de Diálogo Rural Perú, impulsado por FIDA, RIMISP y el IEP, que reúne a actores públicos, privados, de la sociedad civil y academia, organismos de cooperación y jóvenes rurales.
Mensualmente se reúnen a dialogar sobre la base de estudios, análisis y presentaciones sobre los problemas y aspiraciones de los jóvenes rurales, para generar propuesta de política y apoyar a las entidades estatales.
¿Qué pasa ante un cambio de autoridades? Los actores públicos que estaban sentados a la mesa cambiarán, así como sus visiones. Pero hay una buena noticia para ellos: la mesa y el resto de los actores involucrados existen y permanecen, el diálogo tiene continuidad y hay diagnósticos y propuestas sobre las cuales se puede seguir trabajando. Participar en dicho espacio da acceso a esa información y permite interactuar con distintos actores de modo transversal, haciendo más inclusivas las decisiones.
los GDR son espacios para refrescar ideas sobre la forma y el fondo de las políticas públicas necesarias para el desarrollo rural y la inclusión de los jóvenes
Pero la volatilidad de autoridades y directivos públicos no sólo se puede deber a razones negativas. Hay también un ejercicio institucional asociado a los ciclos políticos y a la gestión política (presidentes pueden cambiar a sus ministros/as y así hacia abajo en la escala ejecutiva) y además la democracia por definición opera con ciclos electorales de cambio de autoridades.
Pronto habrá elecciones en Colombia (27 de mayo) y en México (01 de julio), otros dos países –junto con Ecuador- donde también existen los Grupos de Diálogo Rural (GDR), hace ya más de 7 años.
En el marco de los procesos electorales, los GDR son espacios para refrescar ideas sobre la forma y el fondo de las políticas públicas necesarias para el desarrollo rural y la inclusión de los jóvenes rurales, y también pueden ser espacios de referencia ante los cambios, de continuidad de las discusiones ante las dinámicas de rotación que amenazan con iniciar siempre desde cero. Aquí se dialoga, se intercambian aprendizajes y propuestas y se recogen visiones plurales, contribuyendo a ampliar las redes de política pública y dando voz a quienes suelen quedar fuera de estos procesos.
Los GDR son, entonces, un aporte a la legitimidad y a la eficacia de las políticas, un espacio de certidumbre en contextos de cambio. Es el diálogo plural e informado, promovido por estos espacios, el que puede ayudar a las políticas a seguir navegando hacia el puerto de una menor desigualdad y un mayor bienestar para la población.