Si comparamos este momento con hace 30 o 40 años, cuando casi nadie sabía la connotación del 8 de marzo, es evidente que en muchos países hemos avanzado en el reconocimiento de la fecha, sus orígenes y en el sentido que tiene que, como comunidad mundial, acordemos un DIA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES como un día de lucha contra la opresión y subordinación femenina.
Si bien es obvio que hay elementos para celebrar, es importante poner atención a las formas en que el sistema de dominación masculina y machista logra reciclar y actualizar sus formas de control ideológico, desvirtuando las conquistas para los derechos de las mujeres y sus luchas para la igualdad. Una de estas formas es convertir el 8 de marzo en una “celebración” que despoja la fecha de su carácter reivindicativo, convirtiéndola además en una oportunidad para el “mercado”, ofreciendo productos femeninos y flores, para regalar a las mujeres más cercanas. Lo mismo que pasa con el día de las madres, donde se anuncian electrodomésticos maravillosos que “harán felices a las madrecitas”, pero que para nada cuestionan la exclusiva responsabilidad de las tareas domésticas y de cuidado que recaen de forma casi exclusiva sobre las espaldas de las mujeres.
Aunque hay elementos para celebrar, es importante poner atención a las formas de dominación masculina y machista
La conmemoración si bien puede ser también una celebración, tiene otros significados, se trata de recordar acontecimientos históricos o hechos relevantes. En este caso, si las mujeres tenemos mucho que conmemorar en esta fecha, pues como sociedades androcéntricas se ha ocultado sistemática y persistentemente, las enormes contribuciones que han hecho muchas mujeres al desarrollo de nuestros países y al planeta. Negadas de una historia propia, las mujeres somos socializadas en una especie de orfandad de género, porque no se nos educa en el reconocimiento de referentes mujeres en distintos campos del conocimiento y en distintas ramas de la actividad humana.
Este despojo de humanidad de las mujeres nos lleva como género oprimido a siempre tener que estar aprendiendo sin reconocer a las pioneras de nuestras luchas. Sería importante que aprovechemos este ocho de marzo para colocar a mujeres destacadas en los sitios de reconocimiento simbólico, y para destacar los aportes de aquéllas, cuyo reconocimiento social aún está pendiente. En cada localidad, en cada lugar de trabajo y estudio, en cada vivienda, destaquemos y hagamos viva la genealogía femenina, que no es otra cosa que reconocer a las mujeres que han influido en nuestras vidas, que nos han permitido llegar al momento donde estamos.
Aprovechemos para colocar a mujeres destacadas en sitios de reconocimiento simbólico
Reconozcamos a las que lucharon antes por el reconocimiento de derechos que ahora podemos ejercer, a las que se atrevieron a tomar la palabra y desafiar los mandatos de un sistema patriarcal que nos ha colocado siempre en el segundo lugar. Hagamos memoria histórica, reconociendo a nuestras ancestras, recuperando sus ejemplos y enseñanzas.
El tercer sentido de esta fecha, un 8 de Marzo para Luchar, tiene en este momento histórico enormes significados, pues nos encontramos ante graves amenazas que ponen en riesgo nuestras pequeñas-grandes conquistas. Hoy las desigualdades en el mundo son más profundas y las mujeres se llevan la peor parte de ellas. Porque allí donde se precarizan las condiciones laborales en general, suelen ser las mujeres las primeras lanzadas al trabajo precario. Allí donde se pone en riesgo las formas democráticas de funcionamiento de los sistemas políticos, son los espacios de participación femenina los primeros que se amenazan o cierran directamente. Allí donde la inseguridad está creciendo, se incrementa la violencia sexual y física contra las mujeres. Allí donde la pobreza se agudiza, crece aún más la feminización de la pobreza.
Ciertamente las mujeres tenemos muchas razones para luchar este 8 de marzo, porque la igualdad trazada como horizonte estratégico por instancias internacionales, no se traduce en medidas y políticas públicas concretas tendientes a disminuir las brechas de desigualdad entre mujeres y hombres, lejos de ello éstas siguen aumentando y profundizándose.
Las desigualdades de clase, combinadas con desigualdades étnico raciales y de género, continúan marcando caminos de exclusión, discriminación y marginación por las que transitan poblaciones enteras, pero que sobre todo determinan – y limitan fuertemente – la vida de las niñas y las mujeres.
Sigue predominando la falta de acceso a la justicia por parte de las mujeres y la impunidad ante la violencia contra las mujeres por razones de género
En las sociedades latinoamericanas el problema del embarazo en niñas y adolescentes es creciente en casi todos los países, y hay que recordar que las niñas no se embarazan solas. Que existan niñas de 10 años embarazadas sólo es el resultado y reflejo de un permiso social y tolerancia al abuso sexual contra ellas, pese a que las leyes digan lo contrario. En el continente americano contamos con la Convención de Belén do Pará para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, en casi todos los países hemos hecho evolucionar las leyes de una denominación de la violencia intrafamiliar al reconocimiento de la violencia contra las mujeres, se reconoce y penaliza el delito de feminicidio o femicidio, pero las mujeres continúan siendo asesinadas sólo por el hecho de ser mujeres, mientras nos encontramos con sistemas judiciales que se niegan y resisten a aplicar esta nueva legislación. Sigue predominando la falta de acceso a la justicia por parte de las mujeres y la impunidad ante la violencia contra las mujeres por razones de género.
Tenemos muchas razones para luchar este 8 de Marzo, porque aunque en el marco internacional hace más de 20 años se reconocen los derechos sexuales y los derechos reproductivos, a las mujeres se les siguen negando en muchos países. Instancias internacionales han reconocido que obligar a una mujer o a una niña a continuar un embarazo que es el resultado de una violación sexual, equivale a una tortura, a un trato cruel y degradante, pero en muchos países se les niega la posibilidad de interrupción del embarazo y son sometidas al escrutinio público, mientras ellas ven truncados sus sueños de una vida digna. En Centroamérica y la región del Caribe, se concentran la mayoría de países que penalizan de forma absoluta el aborto, y con ello se niega la condición de persona a las mujeres, porque no se les permite la interrupción del embarazo, aun cuando su salud y su vida estén en riesgo.
POR LA SALUD Y LA VIDA DE LAS MUJERES… PAREMOS ESTE 8 DE MARZO