Nos encontramos en un momento de inflexión decisivo en Iberoamérica. Posiblemente el más importante de nuestras vidas. Todas y cada una de las personas jugamos un papel imprescindible en la protección del medioambiente, como ciudadanía, consumidores, decisores de políticas, empresas, academia o sociedad civil.
En medio de una pandemia que sigue sacudiendo nuestra región, los informes y las evidencias científicas apuntan en una misma dirección este año.
Tenemos que cambiar la manera en la que habitamos el planeta, nuestra definición y modelo de desarrollo, para asegurar un bienestar duradero que no deje a nada ni nadie atrás.
Durante las últimas décadas, hemos venido equiparando desarrollo a crecimiento económico, basándose éste en la extracción de recursos naturales, muchos limitados y otros usados a mayor velocidad que lo que necesita la tierra para regenerarlos y equilibrar sus consecuencias. Además, somos la única especie que produce residuos que a priori no son usados inmediatamente por otros seres vivos.
Esta deuda que hemos venido acumulando con la naturaleza durante el último medio siglo se traduce en lo que el informe “Hacer las paces con la naturaleza” (UNEA, 2021) ha llamado las tres grandes emergencias: pérdida de biodiversidad, cambio climático y contaminación.
Movernos en un espacio justo y seguro para toda la humanidad, garantizando que nadie se quede atrás y respetando los límites de los ecosistemas requiere mucha capacidad de innovación transformadora y de trabajo en clave de desarrollo regenerativo, como indica el II Informe del Observatorio de Desarrollo Sostenible y Cambio Climático de La Rábida.
Oportunidades para un desarrollo regenerativo
En este necesario cambio de rumbo, Iberoamérica tiene no solo un papel crucial sino excelentes oportunidades. Es una de las regiones con mayor potencial en términos de regeneración de ecosistemas naturales, captura de emisiones y recuperación de biodiversidad, lo que puede implicar oportunidades de trabajo en el mundo rural y en los sectores relacionados con las soluciones basadas en la naturaleza.
A escala mundial los servicios ecosistémicos llegan a suponer una ganancia neta de 450 millones de dólares y hasta 400 millones de puestos de trabajo .
Por otro lado, si bien los cambios de uso de suelo y la agricultura son una fuente principal de emisiones, contaminación y pérdida de biodiversidad en Iberoamérica, a la misma vez las medidas para transformar los sistemas agroalimentarios en la región están identificadas y, no solo pueden ser detonantes de un mejor desarrollo económico, sino que también pueden regenerar el capital natural y mejorar nuestro bienestar con equidad.
En el II Informe La Rábida sobre “Innovación para el Desarrollo Sostenible”, presentado en la XXVII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno identificamos estos dos sectores (regeneración de ecosistemas y sistemas agroalimentarios) junto a la economía circular como las actividades que más pueden ayudar a la región a avanzar en las metas de desarrollo sostenible y responder a los retos ocasionados por el coronavirus.
Junto a ellos, otras tres grandes palancas de transformación pueden ser el turismo regenerativo, la transformación de los sistemas de movilidad y la energía limpia. Estos seis sectores tienen importantes retornos en términos de reducción de emisiones, recuperación de biodiversidad, bienestar económico y empleo.
Diálogo y acción en la Semana Medioambiental Iberoamericana
Sobre estas oportunidades dialogaremos durante la Semana Medioambiental Iberoamericana que recoge el testigo de la X Conferencia Ministerial Iberoamericana de Medio Ambiente y que coloca los primeros peldaños en la construcción de una nueva Agenda Medioambiental Iberoamericana. Ya existe mucho trabajo avanzado gracias, entre otros, a las tres redes iberoamericanas, al Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina, así como al trabajo de conexión y análisis del Observatorio La Rábida.
Esta Semana Medioambiental precede a varias citas imprescindibles durante los últimos meses del 2021 para aumentar la ambición y la urgencia en clave de desarrollo regenerativo. A la Cumbre de Naciones Unidas sobre Sistemas Agroalimentarios le seguirán la Conferencia de las Partes sobre Diversidad Biológica y la COP 26 sobre Cambio Climático. En paralelo a estos foros de negociación entre gobiernos, se están celebrando simultáneamente foros de empresas, de sociedad civil y, sobre todo, encuentros multiactor y multinivel, que garantizan que las acciones que se diseñen cuentan con una visión plural, y que se encuentran dentro del Decenio para la Restauración de Ecosistemas.
La pandemia nos deja grandes lecciones. La primera es que dependemos del medio natural y que sólo cooperando podemos salir adelante. La segunda es que hemos comprobado nuestra fuerte inmunidad al cambio. Tendemos a dibujar con distintos colores, pero nos cuesta cambiar de dibujo.
El reto ahora es transformar estos foros de debate, así como las evidencias científicas continuas sobre el aumento de la temperatura global o el centenar de especies que perdemos a diario, en un cambio profundo de nuestra manera de habitar el planeta Tierra, esta casa que es de todos y todas. Aprovechemos todo el potencial de nuestra región para cambiar de rumbo a un destino mucho más justo para toda la humanidad y para todas las especies.