Cooperación Iberoamericana: Mirando al futuro

Cooperación Iberoamericana: Mirando al futuro
La juventud será, sin duda, una de las protagonistas clave del nuevo escenario de la cooperación en la región.

En los 25 años que han transcurrido desde la I Cumbre Iberoamericana celebrada en Guadalajara, los 22 países que integran la región han construido la mejor plataforma de cooperación horizontal del mundo, no por su monto, sino por su naturaleza y funcionamiento. Una cooperación entre iguales, solidaria y voluntaria, que atiende las realidades particulares de cada una de nuestras sociedades, pero que también reconoce y aprovecha sus capacidades, rompiendo los moldes tradicionales de la cooperación y configurando un espacio en donde todos tenemos algo que aportar y algo que aprender en nuestro tránsito hacia un mayor desarrollo humano.

El liderazgo internacional de Iberoamérica en la Cooperación Sur-Sur y Triangular, con más de 1.000 iniciativas de cooperación vigentes entre nuestros países, se convierte en una ventaja comparativa frente a los desafíos globales que actualmente enfrenta la humanidad. Desde la movilidad de talentos hasta la adaptación al cambio climático, desde el impulso a la competitividad hasta la consolidación de la paz, somos más exitosos cuando trabajamos juntos, cuando nos beneficiamos del conocimiento mutuo, fortaleciendo así nuestras capacidades institucionales.

Estos atributos caracterizan hoy a la Cooperación Iberoamericana y nos colocan en una posición favorable de cara a la implementación de la Agenda 2030, la más ambiciosa agenda jamás emprendida a nivel global. Alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible solo será posible a través de una articulación sin precedentes entre los países y los distintos sectores de la sociedad. Ello demandará un diálogo intenso y permanente, y una cooperación dinámica, flexible y en varias direcciones. La geografía y geometría de la cooperación internacional han experimentado una profunda transformación durante la última década: ya no se trata de una relación unidireccional, en la que un país industrializado envía recursos a un país en desarrollo, en la típica interacción donante-receptor, sino que hoy nos encontramos ante una interacción mucho más compleja, que involucra a dos, tres y cuatro partes, que fluye en varios sentidos e involucra a múltiples actores. Iberoamérica ha estado en la vanguardia de este proceso y debe asegurarse de seguir como punta de lanza.

La geografía y geometría de la cooperación han experimentado una profunda transformación durante la última década

Lo anterior no exime a los países desarrollados del compromiso internacional de otorgar al menos 0.7% de su Producto Nacional Bruto a la Ayuda Oficial al Desarrollo, un compromiso que actualmente solo cumplen media docena de países. La Cooperación Sur-Sur está llamada a ser un complemento de esa cooperación, y no un sustituto. Ningún gobierno, ninguna organización, ningún grupo de personas tiene por sí solo la capacidad de alcanzar las metas que nos hemos propuesto: se requiere del concurso de todos y cada uno.

Mirando hacia el futuro, nuestra región puede liderar al menos en tres aspectos:

1. Construyendo confianza y sentido de comunidad en un mundo fragmentado. Iberoamérica es un espacio de diálogo y concertación política único en el ámbito internacional. 25 años de Cumbres Iberoamericanas ininterrumpidas le han permitido profundizar un sentido de comunidad, intensificar las redes entre instituciones y ciudadanos, y generar capital político, económico y social a nivel regional. Los programas e iniciativas de cooperación han contribuido decididamente a este proceso, dando continuidad y alentando sinergias más allá de las fronteras. Durante las próximas décadas, la región debe consolidar y expandir esas colaboraciones, abriendo espacios para el encuentro entre las instituciones, la academia, el sector privado y la ciudadanía, espacios desde los que sea posible impulsar una visión común de futuro.

2. Formando alianzas que trasciendan los bloques. Iberoamérica es una construcción de la gente, que nace de abajo hacia arriba, que se nutre de las migraciones, las familias, los idiomas y los afectos. No se trata de un bloque para negociar frente al mundo, sino de un espacio para buscar puntos comunes entre nosotros y con los demás países y regiones. Como nuestro proyecto es fruto de la coincidencia, y no del antagonismo, nos ha permitido trabajar al lado de otros foros regionales y multilaterales. Eso es precisamente lo que demanda el mundo en la actualidad: más complementariedad de las agendas, más economías a escala, menos duplicidad, menos costos de transacción y más resultados. El más reciente Informe de la Cooperación Sur-Sur en Iberoamérica 2016 ya incluye un capítulo dedicado a la cooperación entre Iberoamérica y otras regiones en desarrollo, poniendo en valor la aportación de nuestros países en la búsqueda de soluciones concretas para los problemas del desarrollo.

3. Innovando. Sabemos bien que los desafíos que enfrentamos demandan una revolución de los esquemas con que abordamos el desarrollo. Necesitamos nuevas herramientas, que vayan de la mano de los avances tecnológicos, con nuevos indicadores y nuevas tecnologías. Desde diciembre de 2015, Iberoamérica cuenta con la primera plataforma de datos online sobre Cooperación Sur-Sur para una región en desarrollo. Nuestros países no solo han avanzado mucho en el alcance de su cooperación, sino también en su nivel de sofisticación. Debemos valernos de esa experiencia y continuar impulsando una cooperación innovadora, creativa y con capacidad de transformación.

Los desafíos que enfrentamos demandan una revolución de los esquemas con que abordamos el desarrollo

La humanidad se ha fijado el año 2030 como horizonte para alcanzar algunos de sus sueños más preciados, como la eliminación de la pobreza y el hambre, una drástica reducción de la desigualdad, la protección del medio ambiente, y la igualdad de género. Iberoamérica está preparada para encarar este momento con el acervo que ha construido a lo largo de 25 años. Sabemos que el futuro no está en darle la espalda al mundo, sino en extenderle la mano.