Ciudades: nuevas oportunidades para la regeneración

Ciudades: nuevas oportunidades para la regeneración

Las ciudades iberoamericanas son clave a la hora de liderar el avance hacia un desarrollo regenerativo que tenga en cuenta los retos del cambio climático y la necesidad de acciones urgentes.

En Iberoamérica, tres de cada cuatro personas viven ahora en ciudades o áreas metropolitanas, y cuatro de las veinte megaciudades del mundo están ubicadas en nuestra región. Esto quiere decir que más de 200 millones de habitantes iberoamericanos han migrado a núcleos urbanos durante las últimas décadas en busca de mejores servicios, mejor calidad de vida y una mayor estabilidad económica, que no siempre han encontrado.

La cercanía teórica a servicios de salud o educación no siempre significa asegurar el acceso de calidad

El cambio climático y la pérdida progresiva de biodiversidad en zonas rurales ha incrementado también la migración forzosa por la falta de recursos y los nuevos patrones de producción agrícola.

La forma en la que se urbanizan estas megaciudades plantea enormes desafíos en términos de sostenibilidad y desarrollo, y en ocasiones agudiza los problemas sociales, las desigualdades y la falta de abastecimiento de agua, de energía o de saneamiento. Por otro lado, la cercanía teórica a servicios de salud o educación no siempre significa asegurar el acceso de calidad.

 

Emisiones de CO2 y salud

Las ciudades son responsables de aproximadamente el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero y concentran los mayores porcentajes de enfermedades respiratorias debido a la contaminación. Aunque las cifras para Iberoamérica no están definidas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al año se producen 7 millones de fallecimientos prematuros en el mundo debido a la contaminación del aire.

Si bien la pandemia ha contraído la economía y también las emisiones derivadas del transporte y la actividad industrial, la deforestación no ha dejado de incrementarse, debido en parte a la creciente demanda de carne y de alimentos por parte de las ciudades.

Si bien la pandemia ha contraído la economía y también las emisiones derivadas del transporte y la actividad industrial, la deforestación no ha dejado de incrementarse

Estudios recientes demuestran cómo la Amazonía puede perder su capacidad de capturar CO2 (dióxido de carbono), convirtiéndose en emisor neto, lo cual desestabilizaría aún más las proyecciones climáticas.

El modelo de demanda de productos agroalimentarios por parte de las ciudades conlleva en muchas ocasiones un transporte excesivo y un sobre envasado de los alimentos para evitar que perezcan, aunque un tercio de estos alimentos terminan en vertederos.

El exceso de emisiones por ese transporte, así como el desperdicio alimentario y los residuos de envases, en su mayoría no reciclables, es tan solo una pequeña parte de las externalidades del consumo urbano.

 

Qué se está haciendo en Iberoamérica

Sin embargo, las ciudades iberoamericanas están siendo al mismo tiempo el epicentro de la innovación y la sostenibilidad, planteando soluciones para una población que quiere vivir de otra forma.

Los huertos urbanos y comunitarios están proliferando como modelos de soberanía alimentaria que abastecen de una forma cercana y saludable. Los jardines verticales, los techos verdes o los bosques metropolitanos mejoran la calidad del aire en las ciudades, a la vez que mejoran la salud emocional de sus habitantes.

Resulta clave el papel de los gobiernos locales y su capacidad de territorializar la Agenda 2030 y la Nueva Agenda Urbana, abriendo las vías de participación de la población

Existen también experiencias destacables en la región en materia de eficiencia energética, captura de agua de lluvia o economía circular para la gestión de residuos, y las redes de ciudades comparten experiencias y buenas prácticas.

Resulta clave el papel de los gobiernos locales y su capacidad de territorializar la Agenda 2030 y la Nueva Agenda Urbana, abriendo las vías de participación de la población.

 

No hay ciudades sin mundo rural

Esta pandemia nos ha mostrado la necesidad de repensar las ciudades desde la ciudadanía, desde el afecto con la naturaleza, cambiando nuestra manera de movernos, de consumir y de habitar las calles.

Estos meses nos han enseñado con claridad que no hay mundo urbano sin mundo rural. Que vivimos gracias a lo que producen las zonas rurales y que sentimos la necesidad de más espacios verdes y de más naturaleza cuando estamos confinados.

El reto inmediato que tenemos en la región será el de revertir el éxodo, incentivando núcleos poblacionales más reducidos y un mayor cuidado de la tierra y del mundo rural. El reto de impulsar una nueva economía más afectiva, que sea capaz de regenerar la naturaleza, recuperar el déficit actual y mejorar nuestra salud y calidad de vida.

Seguir leyendo