En promedio, cada dos semanas muere una lengua en el mundo y con ella el pensamiento, la cultura y una forma de entender el mundo. Según datos de la UNESCO, un 43% de las 6.000 lenguas que se hablan en el mundo están en peligro, más de 200 se han extinguido en el curso de las tres últimas generaciones y 538 están actualmente en situación crítica.
La mayoría de esas lenguas en riesgo son patrimonio de un pueblo indígena, explica la UNESCO, que ha declarado el 2022-2032 como el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas.
En América Latina y el Caribe viven 58,2 millones de personas indígenas, que hablan alrededor de 550 lenguas originarias, de las cuales una tercera parte está severamente amenazada y en riesgo de desaparición debido, entre otras razones, a la interrupción de la transmisión intergeneracional y al uso de los idiomas dominantes—español o portugués— en todas las esferas de la vida cotidiana, explica el informe “Revitalización de Lenguas Indígenas”, publicado por el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC).
A nivel mundial, la mayoría de las lenguas en riesgo pertenecen a pueblos indígenas. En América Latina, un tercio de las lenguas originarias está severamente amenazada
“La socialización primaria en el hogar se está dando hoy solo en español o portugués en la región latinoamericana. Se está estableciendo una brecha lingüística y cultural entre los niños y sus mayores, generando entornos en que los nietos ya no pueden comunicarse con sus abuelos”, explica Myrna Cunningham, primera vicepresidenta del FILAC.
La desaparición de las lenguas indígenas no solo perjudica a los pueblos originarios, sino que “se pierde la posibilidad de tener conocimientos nuevos y de encontrar formas alternativas para enfrentar los desafíos de la humanidad”, añade Cunningham.
Información para la acción
El estudio sobre lenguas indígenas, publicado a finales de 2020 por FILAC, destaca que casi un 20% de las lenguas originarias son compartidas por al menos dos países latinoamericanos, un dato clave para diseñar políticas lingüísticas, educativas y culturales que atiendan a la realidad transfronteriza de los idiomas originarios.
Que dos o más países compartan lenguas originarias no es un fenómeno exclusivo de las lenguas mayoritarias como el quechua, que se habla en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador y Perú; el aymara, presente en Argentina, Bolivia, Chile y Perú; el maya yucateco o el itzá (Brasil, Guatemala y México), sino también a lenguas minoritarias como el wichí o el weehnayek (Argentina y Bolivia), detalla el informe.
Luis Enrique López Hurtado, autor del estudio de FILAC, advierte que en cada país se abordan las lenguas transfronterizas como si se tratase de idiomas pertenecientes un determinado territorio nacional. El hecho de que las políticas lingüísticas sean diferentes entre un país y otro aumenta la fragmentación y dificulta la preservación, explica el experto.
Si se analiza la diversidad lingüística de América Latina por países, se observa que Brasil, Colombia, México y Perú cuentan con una mayor diversidad de lenguas indígenas, mientras que el extremo contrario están Costa Rica, Nicaragua, Belice y El Salvador con entre siete (Costa Rica) y apenas una lengua indígena (El Salvador).
En América Latina, cerca del 20% de las lenguas indígenas son compartidas por varios países. Brasil, Colombia, México y Perú concentran la mayor diversidad de idiomas
Mención aparte requiere el caso de Uruguay, donde ya no se habla ninguna lengua originaria, pese a que un 5% de su población se autoidentifica como descendiente de la nación Charrúa, cuyo idioma se perdió a comienzos del siglo XIX.
El estudio también revela que la diversidad de lenguas se concentra más en unas zonas que en otras a lo interno de los países. Por ejemplo, la mayor presencia de lenguas indígenas en México se sitúa en Chiapas y Oaxaca; en Guatemala, en el noroccidente, mientras que en Nicaragua, la Costa Atlántica acoge el mayor número de hablantes de lenguas originarias.
Otro aspecto relevante es que la mayor concentración de hablantes de lenguas indígenas vive en los centros poblados y grandes ciudades latinoamericanas, un cambio en la tendencia de hace medio siglo, cuando los pueblos indígenas habitaban más en las áreas rurales, llanos y bosques tropicales.
Dado que la hegemonía de una lengua se determina en gran medida por el poder político, económico y social de sus hablantes, el silenciamiento de las lenguas indígenas en América Latina tiene mucho que ver con las condiciones de exclusión y discriminación, que hacen que los idiomas originarios vayan perdiendo valor de uso y valor simbólico, explica López Hurtado.
Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas
Evitar la muerte de las lenguas indígenas requiere la cooperación y la coordinación entre Estados, ya que tanto los pueblos indígenas como sus idiomas están presentes en diferentes países más allá de las fronteras políticas.
De esta convicción nace el Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas (IIALI), donde participan gobiernos, pueblos indígenas, comunidades lingüísticas, instituciones académicas y otras partes promotoras de la multiculturalidad y el multilingüismo. Se trata de una iniciativa promovida desde las Cumbres Iberoamericanas y que ha iniciado su andadura en febrero de 2022.
El Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas arrancó en febrero de 2022 con participación de diez países latinoamericanos
En este video se explican los principales objetivos de esta iniciativa, en la que participan hasta el momento diez países iberoamericanos: Bolivia, que ostenta la Secretaría Técnica, Colombia, Guatemala, Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Perú y que, tras su aprobación en 2021, pasa a formar parte del sistema de cooperación iberoamericana.
La creación del IIALI refleja la voluntad de los gobiernos de conservar las lenguas originarias, al entender que “una lengua es el alma de una cultura y representa una manera de entender la vida y explicar la naturaleza”.
Por eso, evitar la desaparición de las lenguas indígenas y con ellas los saberes ancestrales que enseñan a convivir armónicamente con la naturaleza, es al mismo tiempo una forma de contribuir a la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático, además de otros objetivos de desarrollo sostenible.
Nuevos caminos para las lenguas indígenas
La educación en lenguas indígenas es un camino fundamental para evitar la desaparición de las lenguas originarias. Por eso, en junio de este año, el FILAC y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) presentaron un portal intercultural con materiales educativos de 12 países de América Latina con sus respectivas lenguas indígenas, que busca impulsar la educación intercultural bilingüe o plurilingüe en América Latina.
La mayoría de los materiales de diferentes tipos fueron elaborados por docentes indígenas y pueden también inspirar materiales similares para otros pueblos y lenguas originarias, explican desde FILAC.
“Se trata de una iniciativa regional única que rescata y difunde materiales educativos, cultural y lingüísticamente relevantes”, aseguran ambas instituciones.
Este es solo un ejemplo de acciones concretas que se están realizando para preservar las lenguas indígenas de la mano de jóvenes, mujeres y hombres que reivindican el uso de sus lenguas no solo mediante la educación, sino también de la cultura, la música, la poesía las redes sociales y el Internet. En este video el FILAC muestra los “nuevos cauces” y posibilidades que ya están en marcha para evitar que las lenguas indígenas y todo el conocimiento que tienen detrás, caiga en el olvido.