“En estos dos años han pasado cientos de niños y jóvenes por Iberorquestas y cada caso de superación e integración no deja de sorprenderme, es una experiencia de inclusión con todas sus letras”.
Con entusiasmo y convencido del poder inclusivo de la cultura, el presidente del programa Iberorquestas Juveniles, Ariel Britos, enfrenta un nuevo año al frente del programa de cooperación iberoamericano.
Asumió el desafío en 2017, inspirado en los comentarios de su mentor, el maestro uruguayo José Antonio Abreu, quien le transmitió los beneficios del trabajo musical con jóvenes en riesgo de exclusión social.
“Lo que más me motivó es que históricamente habíamos tenido la oportunidad de establecer vínculos de componente iberoamericano, pero desde Uruguay nos parecía muy difícil. Iberorquestas ya tenía establecida una red, por lo que me pareció una fantástica oportunidad para llevar a cabo esta importante actividad transformadora a través de la cultura”, cuenta Britos.
Una gran herramienta inclusiva
Para el presidente de Iberorquestas, la cultura es una gran herramienta de inclusión social que permite ofrecer a niños y jóvenes una vía de integración en la sociedad que de otro modo sería difícil.
“La cultura no necesita explicaciones ni fundamentos, se basa en la necesidad de las personas de comunicarse”, dice Ariel Britos.
“La cultura integradora estandariza esos mecanismos intangibles de comunicación que nos permite, sin ningún tipo de barreras, incluir a personas que habitualmente estaban marginadas en la sociedad de la experiencia cultural”.
Britos afirma que una de sus mayores satisfacciones es la integración de población inmigrante a las orquestas de los distintos países iberoamericanos.
“Aquí en Uruguay existe un fenómeno migratorio importante y nuestras orquestas, que en un principio estaban integradas casi en un 100% por nacionales, hoy llevan un altísimo componente de inmigrantes”, señala.
“Esto es enormemente reconfortante, ya que cada uno de ellos agradece al programa la facilidad que le ha dado la música para integrarse en nuestra sociedad de una manera natural”.
“El escalón iberoamericano es el último paso. La orquesta juvenil iberoamericana sería un ejemplo de cómo poder trabajar en red y unirnos para lograr metas cada vez más ambiciosas”
Un integrador natural
Lo que más le atrae a Britos es la heterogeneidad del público que se beneficia del programa Iberorquestas Juveniles.
“Han pasado cientos de personas en estos años y muchas han podido comprobar los beneficios de la integración a través de sus diferentes iniciativas. Iberorquestas se manifiesta en orquestas, coros, ensambles típicos en cada uno de los países de Iberoamérica. Niños y jóvenes participan en ensayos regulares, acceden a clases de música, estudio de instrumentos y todo esto de una manera muy natural”, explica.
Según el presidente de Iberorquestas Juveniles, el programa tiene un efecto multiplicador, ya que no sólo beneficia a los participantes, sino que además promueve la integración familiar y barrial, siempre teniendo como eje el componente artístico.
Una gran orquesta iberoamericana
A nivel iberoamericano, Britos sostiene que uno de los retos para este año es fundar una orquesta juvenil iberoamericana: “La idea de interactuar anualmente, no es otra cosa que la que hacen los chicos habitualmente en sus barrios. El reto es hacerlo a gran escala”.
Esto, para el presidente de Iberorquestas Juveniles, es fundamental porque “simbólicamente es muy importante que las orquestas puedan proyectarse en el tiempo”.
“Algunos jóvenes vienen de grupos poblacionales muy pequeñitos del interior de nuestros países y han evolucionado desde una orquesta distrital a una regional y a otra nacional”, dice
“El escalón iberoamericano es el último paso. La orquesta juvenil iberoamericana sería un ejemplo de cómo poder trabajar en red y unirnos para lograr metas cada vez más ambiciosas”.