Medellín bien podría describirse como el ave Fénix de las ciudades por su capacidad de renacer de un pasado oscuro vinculado a la violencia y a los cárteles de la droga. Una vez superados los oscuros años de plomo y aprendido de aquel pasado doloroso, esta ciudad colombiana puede presumir de sus grandes avances en convivencia, sostenibilidad, resiliencia, innovación, atracción de inversiones y turismo.
¿Cuál es la receta para tan ejemplar transformación? “La clave del éxito es trabajar unidos por los fines que compartimos”, decía en 2019 el entonces alcalde de Medellín Federico Gutiérrez en una entrevista con el Portal Somos Iberoamérica. Esto significa alianzas locales e internacionales, sumar esfuerzos, encontrar lo que une. Una palabra lo resume todo: cooperación.
Otra de las claves del renacer de la capital antioqueña ha sido su internacionalización, que se materializa en la atracción de inversiones y la cooperación internacional en un doble papel de receptor y oferente impulsado por la Agencia de Cooperación e Inversión de Medellín (ACI).
“Tener autonomía para la gestión en la cooperación nos ha permitido dialogar directamente con otras ciudades y gobiernos (…) La cooperación descentralizada es vital para nuestras ciudades, ya que estamos más cercanos a la población y sus problemáticas”, explica Eleonora Betancur, directora ejecutiva de ACI Medellín, al comentar la articulación de un ecosistema de cooperación basado en alianzas para hacer realidad la Agenda 2030.
“Creemos en el poder de las alianzas con el mundo para lograr el desarrollo sostenible y construir un mejor lugar para la gente”
En un artículo en el blog de CIDEU, titulado “El poder de las alianzas para impulsar el desarrollo sostenible” , Betancur explica la apuesta de su ciudad por la cooperación triangular descentralizada: “Medellín ha sido un laboratorio de experiencias vivas que tiene mucho para ofrecer a otras ciudades”.
La experiencia de Medellín explica muy bien la importancia de la cooperación internacional descentralizada y especialmente la modalidad triangular para transformar el futuro. Además, permite ver más claramente el papel crucial de los territorios para hacer realidad los ODS, con esa mirada “glocal” que interconecta lo global y lo local.
Piensa globalmente, actúa localmente
“Los gobiernos locales actúan impulsados por el principio de pensar globalmente y actuar localmente. La Nueva Agenda Urbana, la Agenda 2030 o los principios de la Declaración de los Derechos Humanos, hoy más que nunca, pasan por su ‘localización’, por una acción concertada a nivel local de la ciudadanía, sus instituciones y sectores privados, concretando esa alianza para el desarrollo que se traduce en el derecho a la ciudad”, apunta la Declaración del Foro Iberoamericano de Gobiernos Locales sobre Ciudades Sostenibles, realizado en Quito, Ecuador, un año después de aprobada la Agenda 2030.
Cuando nos encontramos en plena “década de cumplimiento” de esta agenda global, cada vez más municipios y ciudades de Iberoamérica alinean sus planes estratégicos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Han entendido que muchas de las causas y de los impactos de los problemas globales como la desigualdad, la pobreza, la violencia o el cambio climático tienen su epicentro en los territorios.
“Todos los ODS tienen metas directa o indirectamente relacionadas con el trabajo diario de los gobiernos locales”.
“El gran desafío de la implementación territorial de la Agenda es combinar la inmediatez y las respuestas diarias a las demandas de la ciudadanía con un proyecto de transformación de largo plazo como la Agenda 2030”, explica Edna Guidi, quien coordina las oficinas territoriales de la Unión Iberoamericana de Municipalistas (UIM), un programa especializado en gobierno y gestión local, adscrito al sistema de cooperación iberoamericana.
“La aportación de los municipios es indispensable para la implementación de la Agenda 2030, pero no podemos aspirar a alcanzar esta ambiciosa agenda únicamente desde los territorios, ciudades, ni desde los gobiernos de forma aislada. Necesitamos una articulación multinivel mucho más eficaz, una mirada multidimensional y acercar los ODS a la ciudadanía”, subraya Guidi, quien pone el acento en la interdependencia global-local. “Los retos locales requieren soluciones globales y viceversa”.
¿Qué significa “territorializar” el desarrollo?
Los gobiernos locales deben ser reconocidos como responsables políticos y catalizadores de la transformación que propone la Agenda 2030 y no solo como simples “implementadores” de sus objetivos. Esta es una de las conclusiones del informe “Apuntes para un ecosistema iberoamericano de Cooperación Sur-Sur y Triangular Descentralizada”, que nace de la alianza entre la Secretaría General Iberoamericana y la Comisión Europea para “Una Cooperación Triangular Innovadora para una Nueva Agenda de Desarrollo”.
El estudio defiende que, al existir una complementariedad e interdependencia entre las metas globales y locales de la Agenda 2030, los gobiernos locales tienen mucho que aportar para enfrentar los desafíos globales. Por lo tanto, la implementación de la Agenda 2030 llama a una corresponsabilidad y a la participación de los diferentes niveles de acción política.
Preguntado sobre qué significa exactamente “territorializar la Agenda 2030”, el autor principal del estudio, Pablo Martínez Osés, explica que “las políticas locales deberían diseñarse e implementarse con una doble mirada: la que atiende a dinámicas globales y la que responde a los impactos concretos que dichas dinámicas generan en cada territorio en particular”.
“Las estrategias de desarrollo local deben diseñarse atendiendo a su contribución para enfrentar desafíos globales”
Como señala Martínez Osés, las metas globales y las metas territoriales pueden converger y ser complementarias. Y es precisamente en esta convergencia donde la Cooperación Sur-Sur y Triangular descentralizada juega un papel decisivo. Así lo ha entendido Medellín y multitud de ciudades iberoamericanas que tienen en la Agenda 2030 su hoja de ruta.
La Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI) se comprometió en 2016 a alinear su acción política con la Agenda 2030 para hacer realidad los ODS en las 29 ciudades que forman parte de esta alianza y que representa a más de 160 millones de personas.
Para dimensionar la importancia de este propósito basta recordar que en América Latina y el Caribe, el 80% de la población vive en zonas urbanas y se espera que para el 2050 el área metropolitana alcance el 86% de la región, según datos de la UCCI en su informe “Ciudades comprometidas con un modelo de desarrollo humano, justo y sostenible”.
El papel de la cooperación descentralizada
Tanto la implementación local de la Agenda 2030 como la cooperación descentralizada que ejecutan los gobiernos locales son vitales para hacer realidad los ODS, destaca Johannes Krassnitzer, uno de los responsables de la implementación local de la Agenda 2030 en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Krassnitzer afirma que “la cooperación descentralizada no es un tipo de cooperación más, sino una herramienta clave por sus características específicas y debe integrarse al sistema de cooperación regional y estatal. Ni un Estado, ni una región, ni un gobierno ni un territorio puede implementar los ODS por sí solo. Por ello, se necesita un trabajo coordinado entre los diferentes niveles”, sostiene el experto del PNUD.
En esta misma línea, Martínez Osés, autor del estudio sobre cooperación descentralizada y ODS, matiza que, aunque en un primer momento la cooperación descentralizada surgió como subsidiaria a la cooperación estatal, “el tiempo ha demostrado que es una cooperación con un valor diferencial y específico con gran potencial para la formación de capacidades”.
Ambos expertos defienden que los gobiernos locales han acumulado una experiencia específica y altamente valiosa por su cercanía a los problemas reales de su población, la cual les capacita para generar soluciones innovadoras que pueden aportar mucho al sistema internacional de cooperación. Por ello, añaden, es imprescindible diseñar estrategias para integrar coherentemente la cooperación descentralizada con la cooperación a nivel nacional y multilateral.
La cooperación que hacen los gobiernos locales tiene un valor diferenciado, un gran potencial para la innovación y la formación de capacidades
Una vez reconocido el valor de la cooperación descentralizada, la pregunta sería: ¿cómo puede “convivir” con la cooperación de los Estados y la que se hace a nivel multilateral? Los expertos apuntan a la necesidad de construir un “ecosistema” integrador en el que coexistan diferentes modalidades de cooperación y que permita—tal y como lo hizo Medellín—“trabajar juntos por objetivos comunes”.
Martínez Osés considera que “es imprescindible generar una mínima estructura orientada al diálogo político que permita a los gobiernos locales perfilar y hacer valer una agenda política común en torno a las transformaciones que demanda la Agenda 2030”. Asegura que falta fortalecer más el diálogo político de los gobiernos locales con los gobiernos nacionales, cancillerías, con instituciones internacionales de desarrollo, con otros gobiernos locales articulados fuera del espacio iberoamericano.
Esta acción colectiva e integradora de las ciudades entre sí y con otros actores nacionales e internacionales a través de iniciativas de cooperación triangular ayudaría a aumentar la todavía limitada influencia de los territorios “en la mesa global”. Porque en ese espacio –coinciden los expertos- es donde se deciden las grandes políticas y lineamientos de desarrollo que afectan directamente a los territorios, pero donde éstos tienen una débil voz y prácticamente ningún poder de decisión.