La independencia económica es uno de los grandes anhelos de las mujeres en el mundo y también uno de los mayores escollos que debe enfrentar una mujer indígena. Para paliarlo, la presidenta del FILAC (el Fondo para el desarrollo de los pueblos indígenas de América Latina y el Caribe), Myrna Cunningham, exige políticas públicas que garanticen la autonomía económica con un enfoque centrado en las indígenas.
La nicaragüense tiene claro que esta es una de las grandes preocupaciones de las mujeres indígenas en América Latina, que emprenden “no solo para beneficiarse individualmente” sino “también para sus comunidades y familias”.
En una entrevista con Somos Iberoamérica, la presidenta del FILAC explica que las políticas públicas que se necesitan para que las mujeres indígenas sean autónomas económicamente deben tener en cuenta que estas personas suelen realizar emprendimientos junto a otras mujeres, por lo que pide un esfuerzo especial en la parte técnica.
“Hay una experiencia en Oaxaca (México) de un grupo de mujeres que se articularon para hacer tejidos, comenzaron un programa de créditos entre ellas mismas y ahora son dueñas de un banco comunitario y siguen con los tejidos”, pone de ejemplo.
Según afirma, para que una mujer indígena logre su independencia económica “no basta con darle un crédito”, sino que a eso hay que sumarle “una asistencia para ella, sus colaboradoras y su familia”.
Para Cunningham, otro de los problemas que más sufren las mujeres indígenas es el hostigamiento y la violencia hacia las activistas rurales, sobre todo los que implican procesos de justicia ambiental.
“Hay una criminalización de la protesta; nuestra región tiene un alto porcentaje de mujeres que están siendo asesinadas por luchar por derechos de acceso al territorio”, denuncia.
Las mujeres indígenas latinoamericanas “han estado trabajando fuertemente en sistematizar estrategias y hacer más visibles sus demandas de acceso a territorio, de protección de agua y bosques, contra la contaminación o los pesticidas y han creado grandes redes de lucha”, explica.
Unas redes que seguirán creciendo, según se extrae de sus palabras cuando explica que, desde el propio FILAC, “ya hay muchas jóvenes integrándose de forma muy activa”.
Seguridad y soberanía alimentaria
La nicaragüense, en permanente contacto con las indígenas de la región, cuenta también que otra de las demandas de este colectivo incide en la seguridad y la soberanía alimentaria, un derecho que en los pueblos indígenas ha de tratarse con un enfoque propio, según insiste.
“Hay que tratarlo desde el uso de símbolos propios, desde la propia cosmovisión”, incide Cunningham antes de señalar que también debe hacerse teniendo en cuenta los “sistemas alimentarios” de las comunidades indígenas.
“Ya no hay que enfrentar solo el problema de la desnutrición sino también de nuevos tipos de enfermedad como la obesidad”, alerta.
La presidenta del FILAC pide además políticas públicas que garanticen la “participación igualitaria de las mujeres”, leyes afirmativas para que las indígenas puedan entrar en los parlamentos y los puestos de gobierno.
Una participación que, según rememora, ha visto un “incremento paulatino” en las últimas décadas, donde cada vez más mujeres indígenas llegaron a ser “diputadas, presidentas de consejos municipales, gobiernos locales o responsables en estructuras ancestrales de sus propios pueblos”.
Educación de calidad
Por otro lado, se muestra consciente de la necesidad de que estas mujeres puedan acceder a un sistema educativo de calidad, pero sobre todo a uno que tenga en cuenta su cultura y trabaje para incorporarlas sin eliminar sus raíces.
Pese a todos los retos, Cunningham afronta el futuro con optimismo y valora positivamente pasos que se dieron en los últimos años, pero también otros más recientes como la creación del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas de México.
“Estamos superando en la región el enfoque de dejar a los pueblos indígenas como un problema y enfocándolo como una cuestión de Derechos Humanos”, zanja.