8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
En algunos países, como Estados Unidos y Australia, se dedica a la mujer todo el mes. En 2015, la ONU declaró el empoderamiento de la mujer como uno de sus diecisiete objetivos de desarrollo sostenible para los siguientes quince años.
En el primer mundo todo esto suena como un llamamiento a favor de los derechos civiles y puede incluso parecer como una celebración del gran camino recorrido en estos años: nos resulta increíble, por ejemplo, que hasta 1965 las mujeres francesas no consiguieran el derecho de tener una cuenta bancaria independiente de su marido.
Pero parece igual de increíble que todavía ahora existan países en los que a la mujer solo se le adjudique la mitad de los derechos que tienen sus hermanos varones para una herencia y que incluso su testimonio en tribunales valga solo la mitad. Parece increíble, pero es la realidad.
Si echamos un vistazo a la periferia pobre de Sao Paulo, sin embargo, observamos que el tema fundamental no radica en los derechos sino en la importancia de las mujeres en la vida económica de los barrios. Puede parecer una visión parcial, puesto que, como Aventura de Construir, nos centramos en este aspecto, pero hay datos objetivos: el 60% de las microempresas que atendemos son de mujeres. Se trata por lo general de pequeñas empresas con poca facturación, creadas muchas veces para conciliar las necesidades de la familia, que sin embargo generan al mismo tiempo una autonomía económica, un factor importante para el “empoderamiento” de la mujer en el núcleo familiar.
las mujeres pueden recuperar su dignidad y no depender de las circunstancias ni de terceros
Incluso en la familia, es común que la mujer gestione la economía, papel que puede representar la diferencia entre disfrutar de un bienestar relativo o estar en la miseria. Caer, por falta de control, en la trampa de los préstamos bancarios, es entrar en arenas movedizas sin posibilidad de salir. Las familias en equilibrio precario no consiguen pagar intereses –absolutamente legales- por lo general superiores al 4% mensual.
La fragilidad familiar es una razón más para explicar la importancia del emprendimiento femenino. Veamos el caso de Miriam**, que recibe nuestra orientación desde hace tres años. Peluquera, aumentó los servicios que ofrece y llegó a contratar empleados para atender la creciente demanda de clientes. En 2017, se separó repentinamente de su marido. Ella y su hija adolescente se cambiaron de la casa en la que vivían y asumieron el coste de alquilar otra en el barrio. De no haber tenido una actividad autónoma, sus perspectivas habrían sido sombrías.
No le resultó fácil. Con la mudanza, los clientes empezaron a desaparecer, hasta que Miriam se cambió de nuevo y volvió a atender cerca de su antiguo local. Solo en las mudanzas, Miriam se gastó una cuarta parte de sus ahorros en dos meses. Su habilidad como emprendedora -no solo como peluquera- fue fundamental. Una vez en su nuevo local, improvisado en el salón de su casa, Miriam recortó los gastos, invirtió en equipo nuevo, negoció descuentos con los proveedores y redujo lo fiado a prácticamente cero. Un año después, consiguió dar la entrada para tener una casa propia.
trabajar con soluciones locales, compaginando historias particulares con soluciones globales
¡Qué importantes son este tipo de ejemplos para nuestros barrios! Además del éxito personal, tienen el valor de mostrar a todos que las mujeres pueden recuperar su dignidad y no depender de las circunstancias ni de terceros. A través de estos casos y de muchos otros, Aventura de Construir se propone trabajar con soluciones locales, compaginando historias particulares con soluciones globales.
** nombre ficticio