¿Cuántas fiestas patronales no se pudieron realizar? ¿Cuántas comidas, celebraciones y trabajos comunitarios se cancelaron por causa de la pandemia? Aún así, cuando parecía que la cultura se apagaba, los países iberoamericanos y la cooperación cultural supieron adaptarse a un escenario inédito, se esforzaron para difundir la cultura y seguir construyéndola, reinventándose, digitalizándose y trabajando para dar una respuesta a la emergencia social.
El 4º Encuentro de Redes de Cultura Viva Comunitaria, organizado por el Programa de cooperación iberoamericana Ibercultura Viva y el primero realizado en formato digital, es un ejemplo de esta “reinvención” que mostró el importante trabajo que el programa siguió realizando con organizaciones comunitarias, pueblos originarios y afrodescendientes, y colectivos culturales, para ayudarles a enfrentar las consecuencias de la crisis de la COVID-19.
Apoyo a las comunidades
Emiliano Fuentes Firmani, secretario Técnico de IberCultura Viva, explica que debido al Covid-19, tuvieron que replantear algunas acciones que tenían foco en la movilidad. “Sí pudimos hacer un curso de posgrado internacional con Flacso Argentina, y una convocatoria a redes y trabajos colaborativos entre organizaciones comunitarias”, expresó.
Pero tal vez la contribución más destacable es el acompañamiento de la realidad de las organizaciones comunitarias, pero principalmente de las personas que las integran para garantizar derechos tan básicos como alimentación, la prevención de los contagios y la educación de los niños y jóvenes en un escenario de escuelas cerradas.
“El trabajo se volcó hacia la asistencia alimentaria, conocida como ‘ollas populares’ y hacia la asistencia comunitaria, (confección de mascarillas y acciones con gobiernos locales, materiales sanitizantes, entre otros)”, explica Fuentes Firmani.
Dado que en la mayoría de los países se suspendió la escuela y la brecha digital acentuó las dificultades en la escolaridad, fue muy importante el trabajo de las organizaciones comunitarias como medio para canalizar las ayudas económicas a las poblaciones que más sufrían los efectos de la pandemia. “Las organizaciones asistieron y se les asignó una ayuda económica para esas comunidades”, recuerda el secretario técnico de Ibercultura.
Una de ellas es El Culebrón Timbal , que en 2019 recibió el premio a la Trayectoria Artística en el rubro “arte y transformación social” del Fondo Nacional de las Artes del Ministerio de Cultura de Argentina.
La organización, integrada por 40 personas, está en Cuartel V, una población de la provincia de Buenos Aires. Allí funciona una escuela popular gratuita de arte y comunicación, medios alternativos como una radio comunitaria, una productora y diversas actividades para niños/as y jóvenes.
“Es un espacio donde las familias y organizaciones se involucran en proyectos de arte y cultura comunitarias. Con salas para actividades culturales, deportivas”, destaca Eduardo Balán, creador de El Culebrón Timbal.
Debido a la pandemia muchas de las actividades se suspendieron, la ayuda a la comunidad se centró en organizar ollas populares con 250 raciones diarias de alimentos. Además de incursionar en huertas y realizar actividades de manera virtual.
“Mantuvimos el vínculo y nos involucramos con el plan de sanidad impulsado por el municipio. Con ‘rastrillajes barriales’ de casos de coronavirus, entre otros, prevención mediante spot”, cuenta Balán.
Cultura, migración y cocina en tiempos de COVID
En conjunto con los programas Iber-Rutas e Ibercocinas y la SEGIB, el programa Ibercultura Viva visibilizó y apoyó económicamente las experiencias de intercambio e interculturalidad de las comunidades migrantes y las comunidades de acogida a través de la cocina tradicional.
El concurso “Sabores migrantes comunitarios”, permitió conocer las historias y las prácticas culinarias de cocineras y cocineros migrantes que están transformando sus comunidades de acogida, encontrando soluciones comunitarias ante la crisis derivada de la pandemia. Se trata de experiencias que van más allá de un plato y un fogón. Aquí podemos ver algunos de estos emprendimientos e ideas que inspiran y pueden ser replicadas en toda la región y aquí se pueden conocer los 14 proyectos premiados.
APTHAPI: UNA OLLA POPULAR MIGRANTE
«Apthapi’ nació como un emprendimiento de comida típica boliviana para compartir nuestros orígenes. Con la llegada de la pandemia y la crisis social y sanitaria COVID19, Apthapi se convirtió en una olla popular migrante que asiste cada sábado a 540 personas, de las cuales la mitad son argentinas y, la otra mitad, familias migrantes de distintos países iberoamericanos.
SANCOCHO CULTURAL-HERENCIA AFRO EN MORAVIA
“El barrio Moravia, en la ciudad de Medellín, es un territorio receptor de migraciones de distintas partes del país debido al conflicto armado colombiano desde los años 70. La gran población afro que se encuentra en el territorio ha traído allí su historia sociocultural consigo, que ha permeado la vida del barrio convirtiéndose en un referente de inspiración que evidenciado en su cocina, nos da cuenta desde la sabrosura de resiliencia, empoderamiento y construcción de medios de vida dignos que impactan a toda la comunidad”.
COCINA CON +AMOR
“Mamá y esposa migrante venezolana, vivo actualmente en Quito. Soy parte del proyecto social Las Reinas Pepiadas. Quiero compartir con ustedes el trabajo que he venido haciendo para generar inclusión social a través de la gastronomía, creamos puentes conectores entre la comunidad migrante y la comunidad de acogida”.
COMEDOR UNIDAS POR UN FUTURO – MTE
“El comedor Unidas por un Futuro inició en abril del 2020 en el marco de la necesidad que produjo el aislamiento social preventivo y obligatorio, y la imposibilidad de salir a trabajar para aquellos que vivimos de lo ganado en el día. Surge a partir de experiencias previas de talleres de niños y cooperativas de trabajo, con el apoyo del Movimiento de Trabajadores Excluidos. Recuperamos los sabores peruanos para garantizar la alimentación para tod@s”.
YERBAMENTA
“Es un proyecto de cocina que se propone producir alimentos sanos impulsando una huerta comunitaria urbana en la ciudad de Bogotá junto con los niños y padres del jardín artesemillas y en la Vereda Victoria Alta del municipio Silvania Cundinamarca. Los productos que elaboro son vegetarianos, inspirados en los sabores y en la cocina tradicional venezolana, llevando al paladar colombiano alimentos saludables más sabor venezolano”.
KUÑA TEMBI’UAPOHA
Así es un día de trabajo de tres cocineras migrantes de origen paraguayo que combinan sabores de sus pagos con los de Argentina compartiendo sus saberes y tradiciones con mucho esfuerzo y amor en El Meren. Este espacio llamado cariñosamente ‘El mere’ es el Centro Cultural Lxs Amigxs, una organización comunitaria que durante la pandemia alimenta solidariamente a 300 vecinos en el Barrio Sarmiento, San Martín, Buenos Aires, Argentina.
LATROPIKITCHEN
A través de su proyecto La TropiKitchen, Stephanie Bonnin elabora comida colombiana artesanal y la vende desde su apartamento en Bushwick, Brooklyn. Antes de la COVID-19. Stephanie viaja por toda Colombia para conocer de las mujeres locales sobre las diversas historias culinarias de su país para luego llevar este conocimiento a Nueva York.
Olla Común Sin Fronteras
“Somos una familia colombiana viviendo en Chile. Vendemos platos colombianos, chilenos y una mezcla de platos chilenos con sabor colombiano, agregando sabores y elementos que no son comúnmente vistos en la comida local. Desde el comienzo de la pandemia por el COVID-19, hemos comenzado a realizar una olla común, la cual se enfoca en la elaboración de almuerzos para todas las personas que actualmente están teniendo problemas a la alimentación, y entregándoles estos platos sin costo alguno para que puedan alimentarse ellos y sus familias.