Si hay algo que Iberoamérica ha aprendido a lo largo de su historia es que su riqueza patrimonial va más allá de joyas arquitectónicas, piezas precolombinas o monumentos coloniales que hablan del pasado. El mayor patrimonio de la región—coinciden los expertos— vive y crece en su presente y se manifiesta en sus expresiones culturales diversas, saberes y técnicas ancestrales, así como paisajes dibujados por la interacción entre lo humano y lo natural.
Para conservar esta riqueza inmaterial se aprobó en 2003 la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI), cuyo preámbulo reconoce que el patrimonio vivo es “crisol de la diversidad cultural y garante del desarrollo sostenible”. En ese sentido, es importante señalar que Iberoamérica es una de las pocas regiones del mundo que cuentan con un plan para reconocer, proteger y salvaguardar el patrimonio cultural, especialmente el patrimonio inmaterial, con acciones concretas en difusión, educación y preservación del legado cultural.
El mayor patrimonio de Iberoamérica está en sus expresiones culturales diversas, saberes y técnicas ancestrales, así como en paisajes dibujados por la interacción entre la población y el medio natural
“En América Latina somos millonarios en expresiones culturales vivas, tenemos una gran riqueza de patrimonio vivo”, afirma Paulina Soto Labbé, ex subsecretaria de patrimonio Cultural de Chile, país con una amplia tradición de gestión patrimonial como política de Estado.
La experiencia de Chile
Un trabajo de décadas en la identificación, reconocimiento, preservación y difusión del patrimonio vivo ha logrado que la propia sociedad chilena reconozca dicho patrimonio como una riqueza que les pertenece y que tiene un efecto multiplicador en su economía.
Según datos de la subsecretaría de Turismo de Chile, 4 de cada 10 turistas que visitan el país sudamericano están motivados por la riqueza cultural y el patrimonio natural. A diferencia de países como Perú, México o Guatemala que cuentan con una monumentalidad arquitectónica, Chile no puede exhibir grandes edificaciones, pero sí la huella de diferentes formas de vida que han sabido convivir con sus paisajes naturales.
Por tanto, explica Soto Labbé, uno de los grandes logros del país ha sido ese “giro conceptual” en la importancia del patrimonio vivo o inmaterial a través de la institucionalidad estatal, de la ciudadanía, los medios de comunicación, los agentes culturales y las propias comunidades que habitan esos espacios patrimoniales.
La experiencia de Chile en gestión de patrimonio da cuenta de una participación y apropiación de la ciudadanía en la conservación y difusión de su patrimonio cultural y natura
Así vemos que Chile celebra el Día del Patrimonio, rebautizado este año 2022 como “Día de los Patrimonios” en plural, como un guiño a la diversidad de las expresiones culturales que tienen visibilidad en una agenda de actividades ciudadanas diversas que van desde festividades, talleres, recorridos culturales y naturales, hasta actividades vinculadas a la memoria histórica. “Fue realmente una agenda construida por la propia ciudadanía para la ciudadanía”, recuerda Soto Labbé, quien organizó la última edición a finales de mayo, en calidad de subsecretaria de Patrimonio.
Finalmente, en Chile también se logró articular el diálogo entre la institucionalidad vinculada a la cultura y la institucionalidad medioambiental, al entender que la abundante riqueza natural se mimetiza con las formas de vida y comunidades que la moldean y enriquecen. “No tener grandes monumentos arquitectónicos que ocupen la agenda patrimonial nos hizo crear puentes entre las expresiones culturales, conocimientos y saberes de pueblos originarios, junto a la riqueza natural que debemos preservar, subraya la exsecretaria de Patrimonio Cultural.
Herencia indígena
Afirmar que América Latina es “millonaria en patrimonio vivo” nos ubica inmediatamente frente los más de 60 millones de personas indígenas, de más de 800 pueblos con unas 550 lenguas originarias, según datos del Instituto Iberoamericano de Lenguas Indígenas (IIALI). Una tercera parte de estas lenguas está en peligro de desaparecer y con las lenguas, todo el conocimiento ancestral de valor incalculable, advierte el IIALI, surgido a partir de las Cumbres Iberoamericanas.
“Los pueblos indígenas en América Latina son la prueba viviente de la resistencia en colectivo. Sus saberes, técnicas y conocimientos ancestrales han demostrado a lo largo de los siglos una capacidad de resiliencia y armonía con todas las formas de vida”, sostiene la experta en patrimonio.
Estos conocimientos, añade, pueden ser sumamente importantes para afrontar los desafíos de hoy, especialmente, pero no únicamente en el ámbito medioambiental. “Está claro que saben algo que nosotros no sabemos”, destaca Labbé.
Áreas como seguridad alimentaria, prácticas médicas y sanitarias, formas de enseñar y aprender (así como los contenidos que se plantean en los espacios educativos), el manejo del agua, conocimientos sobre la naturaleza, manejo de desastres naturales, preservación de los recursos naturales y ambientales, y la construcción de paz, entre otros, son algunos escenarios en los que la salvaguardia del patrimonio vivo puede ser determinante en el escenario actual, señala la UNESCO en su informe Patrimonio Cultural Inmaterial e Inclusión Social publicado este mismo año.
Los pueblos originarios poseen una riqueza y un gran potencial de conocimientos y saberes para afrontar desafíos de la humanidad
“Es clave visibilizar los conocimientos, saberes y tradiciones: procesos donde no queden dudas de que el patrimonio cultural inmaterial y su salvaguardia importan y aportan a la construcción de un mejor mañana”, afirma el estudio de UNESCO, que se centra en la relación entre patrimonio inmaterial e inclusión social en la agenda de recuperación y desarrollo postpandemia.
Patrimonio, inclusión y desarrollo
En un escenario complejo para Iberoamérica, con un alto descontento de la ciudadanía ante la crisis socioeconómica agudizada por la pandemia y una desigualdad social que sigue ampliándose, ¿cuál es el aporte de la cultura y del patrimonio vivo para enfrentar estos desafíos estructurales y avanzar hacia el desarrollo sostenible?
El subdirector de políticas culturales de la UNESCO, Ernesto Ottone, considera que las manifestaciones de patrimonio vivo son “elementos esenciales que nos identifican como comunidad y relacionan con la naturaleza y con el resto de los individuos y que contribuyen al fortalecimiento del tejido social”. Además, sostiene que el reconocimiento del patrimonio vivo y la diversidad de las expresiones culturales es uno de los grandes avances que se ha dado en el ámbito cultural durante las últimas décadas.
Por su parte, Labbé reconoce que la inclusión social y la valoración de lo diferente son importantes asignaturas pendientes en las sociedades iberoamericanas, que ya antes de la pandemia sufrían una fragmentación y un creciente descontento social. La cultura y concretamente la difusión del patrimonio vivo otorga valor a lo diverso y lo plural, convirtiéndolo en una riqueza.
El patrimonio cultural, concluye la experta chilena, tiene además un importante componente de memoria que permite extraer lecciones incluso de experiencias tan duras como un golpe de estado o una dictadura, para que la sociedad entienda que esos terribles hechos “no deben volver a repetirse”. Por tanto, la educación en patrimonio es también una herramienta de construcción de paz y envía el mensaje de que “ese desarrollo sostenible al que aspiramos, debemos construirlo de forma colectiva”.