La llamada “década de acción” de la Agenda 2030 empezaba precisamente el año en que una pandemia global sacudía al mundo con tal fuerza que todavía sentimos su onda expansiva en forma de crisis económica, social, política y humanitaria. Por si ello no fuera suficiente, hoy la guerra en Ucrania tensiona los mercados energéticos, dispara los precios, complica la cadena de suministros y acentúa otra crisis que llevaba años gestándose: la del sistema multilateral y de cooperación.
El Informe sobre Desarrollo Sostenible 2022 que evalúa el progreso mundial de la Agenda 2030, presentado a principios de este mes es contundente: “por segundo año consecutivo, el mundo ya no avanza hacia los ODS”.
En lo que respecta a la región latinoamericana, la vicesecretaria general de Naciones Unidas, Amina Mohamed se mostraba igualmente clara al advertir que “no estamos en el camino de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 en América Latina y el Caribe”.
La número dos de Naciones Unidas hacía esta advertencia durante la V Reunión del Foro de Países de América Latina y el Caribe sobre Desarrollo Sostenible, convocado por la CEPAL en marzo de este año y donde Alicia Bárcena, en una de sus últimas intervenciones frente al organismo, detallaba que el 68% de las metas de la Agenda 2030 continúa en una tendencia insuficiente y casi un tercio (22%), presentan graves retrocesos en América Latina y el Caribe.
La pandemia y las consecuencias de la guerra ocasionan importantes retrocesos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que hacen peligrar el cumplimiento de la Agenda 2030.
A la luz de estos datos y de no corregirse el rumbo, ¿puede convertirse la última década de acción de los ODS en una nueva década perdida?
En este número del Portal Somos Iberoamérica analizamos el papel de la cooperación internacional para retomar el camino de la Agenda 2030, en un momento en que como bien escribe el secretario general iberoamericano, Andrés Allamand es necesario “resignificar el multilateralismo con una cooperación de impacto real”.
A menos de ocho años para que se cumpla el plazo de implementación de la Agenda 2030, parece claro que haciendo “más de lo mismo” difícilmente se podrán alcanzar las transformaciones que tanto necesita nuestro mundo. Por tanto, urgen cambios en la manera de entender la cooperación internacional y el propio desarrollo que dicha cooperación busca promover.
Una cooperación innovadora
En las últimas décadas, la cooperación iberoamericana y más concretamente la Cooperación Sur Sur y Triangular se han convertido en referentes de una nueva lógica de entender la cooperación al desarrollo, algo que sintoniza con el propio espíritu de la Agenda 2030 al propiciar relaciones más horizontales, integradoras y descentralizadas.
Estas modalidades de cooperación tienen el potencial de inspirar esa necesaria y tantas veces postergada transformación del sistema internacional hacia una cooperación más horizontal y que atienda de forma integral todas las dimensiones del desarrollo, algo que resulta vital para hacer realidad la Agenda 2030.
Precisamente este es el objetivo de Iberoamérica y de la Unión Europea, que suman fuerzas para impulsar “Una Cooperación Triangular Innovadora para la nueva Agenda de Desarrollo”.
Jolita Butkeviciene, directora para América Latina y el Caribe de las Asociaciones Internacionales de la Comisión Europea, explica el potencial de esta alianza hacia un nuevo modelo de cooperación en su artículo «Una cooperación reforzada entre la Unión Europea, América Latina y el Caribe» en una contribución especial para este nuevo número.
El potencial de esta alianza entre Iberoamérica y la Unión Europea es realmente prometedor, ya que la Unión Europea y sus países miembros tienen un importante peso en el sistema internacional de cooperación al ser los principales donantes de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Asimismo, Iberoamérica es la región del mundo donde la Cooperación Sur-Sur y Triangular está más presente y se ha alineado cada vez más al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Además, la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) acumula más de una década de experiencia en la sistematización y análisis de la información sobre Cooperación Sur-Sur y Triangular y cuenta con la única plataforma de datos online existente para una región del mundo en estas modalidades de cooperación.
La propia dinámica de la cooperación triangular que suma esfuerzos y habilita el diálogo es una herramienta dinamizadora de esta alianza birregional entre América Latina y la Unión Europea, tal y como explica Cristina Xalma, investigadora principal del Informe de la Cooperación Sur-Sur en Iberoamérica.
Lecciones para la postpandemia
El modelo de cooperación iberoamericana es multiactor, multinivel y multisectorial, tal y como lo es también la propia Cooperación Triangular. Estas llamadas “3M” están en el ADN de la Agenda 2030 y según coinciden los expertos, pueden detonar una recuperación con transformación y preparar mejor a la región ante futuras crisis.
Así se ha visto a lo largo de la última década, cuando la cooperación triangular ha ayudado a fortalecer las capacidades de los países iberoamericanos en áreas clave como fortalecimiento institucional, derechos humanos, políticas sociales, medioambiente o gestión de desastres, según indica el último Informe de la Cooperación Sur-Sur y Triangular en Iberoamérica.
Precisamente estas dos áreas- medioambiente y gestión de desastres naturales, registran un crecimiento exponencial en los últimos años, no solo en el número de iniciativas, sino en el alcance, dimensión y actores participantes. Este es un dato importante, ya que se observa la utilidad de esta cooperación para aumentar la resiliencia de Iberoamérica ante el cambio climático y mejorar la capacidad de respuesta y coordinación ante futuras catástrofes naturales ocasionadas por la degradación medioambiental.
La cooperación triangular en medioambiente y gestión de desastres ha crecido notablemente en los últimos años, lo cual fortalece la capacidad de respuesta de Iberoamérica ante los efectos del cambio climático
A su vez, las alianzas triangulares también propician una mejor integración y oportunidades laborales para la población migrante. Tal es el caso del proyecto que protagonizan México, Alemania y Guatemala para mejorar la inserción laboral de migrantes en el país centroamericano. Se trata de un proyecto que contribuye directamente al ODS 4 (Educación de calidad) y al ODS 10 (reducción de desigualdades), pero que a su vez permea a otros objetivos de desarrollo como la igualdad de género o la erradicación de la pobreza. Este ejemplo permite ver la interdependencia de la Agenda 2030 y el potencial de las alianzas y la cooperación a diferentes niveles para hacerla realidad.
Así lo ha entendido también El Salvador, el primer país centroamericano en crear una agencia específica para promover la cooperación al desarrollo. La directora general de la Agencia Salvadoreña de Cooperación, ESCO, Karla Palma, explica en esta edición del Portal Somos Iberoamérica, cómo su país ha aumentado notablemente su peso en esta modalidad de cooperación tanto en el rol de receptor como de oferente y el impacto que ello ha tenido en su capacidad de respuesta a las poblaciones más vulnerables.
Desafíos futuros
Así como la cooperación innovadora que impulsan Iberoamérica y Europa llama a superar la jerarquía donante-receptor y la medición del desarrollo anclada en la renta per cápita, también invita a “aterrizar el desarrollo sostenible en los territorios” impulsando una mayor participación de los gobiernos locales en la implementación de la Agenda 2030.
Gran número gobiernos locales a lo largo y ancho de nuestra región están implementando exitosas iniciativas de cooperación descentralizada para resolver los desafíos del desarrollo allí donde más impactan a la ciudadanía, porque si algo ha quedado claro es que precisamente en los territorios es donde la Agenda 2030 puede hacerse realidad.
Por tanto, es clave avanzar hacia una cooperación en la que puedan coexistir y se complementen diferentes niveles de cooperación: la multilateral, nacional y territorial. En esta dirección van las conclusiones del estudio “Apuntes para un ecosistema iberoamericano de Cooperación Sur-Sur y Triangular Descentralizada”, otro de los productos de la alianza estratégica entre la SEGIB y la Comisión Europea.
No menos importante es el desafío de aumentar la cooperación con y hacia las comunidades indígenas, que sólo han protagonizado el 1% de las iniciativas de Cooperación Sur-Sur y Triangular durante la última década. En este contexto, el autor del estudio “Cooperación Triangular y Pueblos Indígenas”, Gerardo Zúñiga, comparte sus “propuestas para una nueva y mejor cooperación con los Pueblos Indígenas” para lograr que los derechos reconocidos en el papel se conviertan en hechos en la realidad.
Un sistema renovado de cooperación internacional puede aportar mucho a un desarrollo que no deje a nadie atrás y al camino hacia una “mejor normalidad”.
En este momento, el gran desafío del sistema de cooperación internacional es su capacidad de adaptarse a la naturaleza multidimensional de la Agenda 2030 y responder efectivamente a un contexto en el que interactúan de forma simultánea múltiples crisis: económica, social, política, institucional, climática. Por eso, la Agenda 2030, no solo nos llama a reimaginar el futuro, sino a trabajar hoy para hacerlo realidad.