“Lo que más nos une, lo que nos hace más fuertes, es la cultura”, así de contundente se mostraba Jesús Prieto, director del II Congreso Iberoamericano de Derecho de la Cultura, al explicar la importancia del trabajo regional que se manifiesta en la Carta Cultural Iberoamericana. El encuentro se clausuró hace casi un año con la mirada puesta en la Conferencia Mundial de Políticas Culturales de la UNESCO (Mondiacult 2025) que se celebra en Barcelona. Los participantes concluyeron que es fundamental poner sobre la mesa de debate de ese foro mundial tres premisas: la promoción, protección y acceso equitativo a la cultura.
Durante el encuentro en la sede de la Universidad de Tlaxcala, México, más de 100 especialistas, juristas y académicos de los 22 países iberoamericanos debatieron para identificar soluciones que permitan situar la cultura en el centro de las políticas culturales y de financiación para el desarrollo en la región. Además, sobre esos tres pilares (promoción, protección y acceso equitativo a la cultura), los expertos pretenden sentar las bases para el desarrollo de marcos regulatorios y políticas inclusivas y sostenibles. El desafío es claro: lograr que la cultura deje de ser un añadido y se convierta en un eje central del desarrollo sostenible.
Promoción, protección y acceso equitativo, tres pilares para el desarrollo de unas políticas inclusivas y sostenibles
La región se consolida así como defensora y promotora del derecho de la cultura como bien público y derecho fundamental, como ya lo hizo antes con la Carta Cultural Iberoamericana, “una mini constitución cultural de la región”, como defendía el director científico del congreso, Jesús Prieto. “Es el único texto, el único instrumento internacional del mundo que ha hecho una definición completa de lo que son los derechos culturales”, subrayaba. Los derechos culturales son derechos humanos que garantizan “a todos los individuos y grupos la realización de sus capacidades creativas, así como el acceso, la participación y el disfrute de la cultura”, como recoge la Carta Cultural Iberoamericana. Prieto ponía así de manifiesto la vigencia de este documento, como guía para salvaguardar la cultura como derecho fundamental.
Tener legislaciones adaptadas a las diversas realidades nacionales ayuda a asegurar el acceso y ejercicio del derecho de la cultura en Iberoamérica, y además exporta experiencias y buenas prácticas a otras regiones del mundo, según los expertos que se reunieron en México. La jurista argentina Laura Saldivia subrayó que Iberoamérica ha sido un laboratorio de innovación en el campo jurídico. “Sería maravilloso que se incorporen las discusiones que tuvimos acá sobre derechos de las mujeres y de las personas LGBT”, un campo en el que la Doctora en Derecho por la Universidad de Yale está especializada. “Latinoamérica es una región de mucha originalidad y creatividad jurídica, de donde han migrado hacia otras latitudes desarrollos muy avanzados”, explicaba. Su propuesta invita a pensar en una agenda cultural que dialogue con la diversidad y las conquistas sociales de la región con el afán de exportarlas a otras latitudes.
El congreso acordó instar a los países iberoamericanos a seguir impulsando el acceso equitativo a la cultura, proteger la diversidad y reconocer su papel central en la cohesión social. La apuesta era firme: articular propuestas para que la cultura figurara en los documentos de la Cuarta Conferencia Mundial sobre Financiación al Desarrollo, y en los de Mondiacult 2025. En palabras de Prieto, se trata de “afirmar un espacio propio partiendo de la cultura”. Un espacio que, al proyectarse en foros internacionales, busca consolidar a Iberoamérica como referente en la defensa del derecho cultural.
El desafío, como señalaban los expertos, es doble: consolidar los avances normativos y garantizar que lleguen a las comunidades, en especial a los pueblos originarios y afrodescendientes, que siguen enfrentándose a exclusiones históricas. Como recordó Anderson Dirocie , abogado de República Dominicana especializado en Derechos Humanos, “cuando los Estados fallan en sus obligaciones positivas, no solo están incumpliendo compromisos internacionales, están ejerciendo una forma de censura”. “Ya no basta con que los gobiernos no interfieran en las expresiones culturales”, advertía el experto, “deben garantizar de forma proactiva ese derecho”. Cuando no lo hacen, cuando incumplen sus obligaciones, ejercen otra forma de “censura cultural”, concluyó.
Durante todo el congreso estuvo muy presente el avance que se ha producido en estos últimos años con la Inteligencia Artificial (IA) y la digitalización. Ambas plantean desafíos éticos y regulatorios, sobre todo en lo que concierne a los derechos de autor y la libertad de creación. José María Lasalle, consultor independiente y analista político, coincidía en que “necesitamos marcos que aseguren que los derechos culturales también se respeten en el entorno digital” para que la cultura no quede al margen de las transformaciones tecnológicas, sino que se fortalezca en ellas. Y proponía un camino: “La hibridación de la Carta de Derechos Culturales con la Carta de Derechos y Deberes Digitales iberoamericana sería una herramienta extraordinaria”.
Las prioridades de los expertos culturales estarán también en la XXX Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de Madrid 2026
Los debates pusieron de manifiesto un cambio de paradigma que ha impulsado Iberoamérica: hay que hablar de cultura como bien público mundial. Para ello, la aportación del pasado Mondiacult 2022 fue decisiva, reconocía Carlos Lara , doctor en Derecho de la Cultura y asesor parlamentario en México. “Logramos que en la carta final se adoptara el término cultura como bien público mundial, porque eso pone en el centro al ser humano y no a la rentabilidad”. La globalización, señalaba Lara, “conecta lo que resulta rentable para los intereses económicos y desconecta lo que no lo es”. En cambio, la mundialización “reconoce personas, comunidades y naciones”. Este matiz, aparentemente semántico, tiene profundas implicaciones en la defensa de la diversidad cultural y en la forma de articular políticas globales que reconozcan a los pueblos y comunidades, por lo que los juristas quieren que se tenga muy presente en Barcelona. Las prioridades fijadas durante este Congreso estarán también en la XXX Cumbre Iberoamericana de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará en Madrid, en 2026. Como preámbulo, Mondiacult 2025 proporcionará un espacio para reafirmar que la cultura no es un lujo, ni un añadido, sino un derecho fundamental y un pilar para sociedades más justas, inclusivas y sostenibles.