El 19 de julio de 1991, los jefes y jefas de Estado y de Gobierno de Iberoamérica se reunieron por primera vez en Guadalajara, México y empezaron a dotar de institucionalidad a un proyecto político cimentado en lazos comunes que llevaban siglos existiendo: una lengua y una historia comunes, unas relaciones comerciales crecientes y una cultura que se enriquece cada día con las migraciones y los encuentros.
Aunque esos lazos comunes ya existían antes de la primera Cumbre, todo ese ecosistema de relaciones empieza a poblarse, enriquecerse y producir resultados, a partir de las decisiones que impulsaron los jefes y jefas de Estado en las Cumbres Iberoamericanas posteriores.
Tal y como sucede hoy con la crisis de la COVID-19, hace 30 años Iberoamérica venía de la llamada “década perdida”, una crisis económica devastadora que dejó a nuestros países en números rojos. En los 90, la democracia empezaba a consolidarse en nuestra región, después de décadas de inestabilidad política, mientras en Centroamérica se alcanzaban por fin los acuerdos de paz, tras de guerras civiles que fracturaron los países.
La Conferencia Iberoamericana es el único foro de diálogo político al más alto nivel que reúne a todos los países de América Latina a pesar de su diversidad, con sus pares de España, Portugal y Andorra.
Pese al contexto de polarización política y los inmensos desafíos sociales y económicos, que existen tanto ayer como hoy, la Conferencia Iberoamericana ha mantenido sin interrupción tres décadas de diálogo al más alto nivel político, no exento de dificultades y desencuentros, pero que ha logrado consensos y decisiones que siguen transformando la vida de 670 millones de personas a ambas orillas del Atlántico.
¿Para qué sirven las Cumbres?
Esta pregunta resuena muchas veces en la cabeza de la ciudadanía, que en general percibe todas las cumbres como encuentros diplomáticos lejanos, donde los políticos “hablan de sus cosas”. En el caso de Iberoamérica estas tres décadas de diálogo político han dado a luz acuerdos clave para la ciudanía como el Convenio Iberoamericano de Seguridad Social que reconoce el derecho a cobrar las pensiones cotizadas en otros países de la región, protegiendo así los derechos de los migrantes y sus familias.
Desde las Cumbres Iberoamericanas ha nacido y crecido un sistema de cooperación multilateral único en el mundo, que trasciende la lógica donante-receptor y la mera ayuda económica. La cooperación iberoamericana es horizontal, solidaria, alineada las necesidades y prioridades de los países e impulsa el intercambio de experiencias y la formación de capacidades.
En la última década, Iberoamérica se ha convertido en una potencia en “Cooperación Sur-Sur y Triangular”, sistemas de colaboración que toman cada vez más protagonismo en el logro de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible. Somos la única región del mundo que durante más de una década ha contabilizado y sistematizado anualmente la cooperación que realizan los países de Iberoamérica entre sí y con terceras regiones, creando un informe y una plataforma de datos que son referentes a nivel internacional.
Bajo la coordinación de la Secretaría General Iberoamericana, creada en 2005 como resultado de las cumbres presidenciales, existen hoy 30 programas, iniciativas y proyectos de cooperación en áreas como cultura, educación, ciencia, tecnología, género e innovación, que están cambiando la vida de artistas, artesanos, cineastas, jóvenes en riesgo de exclusión, personas con discapacidad y que han logrado llegar a los grupos que más sufren la desigualdad como indígenas, afrodescendientes y mujeres.
Ibermedia, programa de cooperación nacido a partir de las Cumbres Iberoamericanas, ha propiciado la creación de un cine iberoamericano cada vez más competitivo, que nos hermana, nos proyecta y nos representa. Ibermedia es la cuna de actores, productores y guionistas de gran reconocimiento internacional, apoyando una industria con un valor económico incalculable.
Gracias a la cooperación iberoamericana, jóvenes de barrios desfavorecidos han encontrado en la música una vocación para salir de la violencia, dramaturgos han creado proyectos conjuntos, las bibliotecas y los museos se han fortalecido con ayudas públicas, las personas con discapacidad hoy tienen un programa iberoamericano que protege sus derechos, los indígenas contarán con un Instituto Iberoamericano para proteger sus lenguas nativas, se ha creado una red de bancos de leche materna de la que se han beneficiado más de 2 millones de recién nacidos y la cooperación en ciencia y tecnología sigue ensanchándose.
Los Laboratorios de Innovación Ciudadana impulsados desde la SEGIB son semilleros de participación, creación y colaboración entre ciudadanos de distintos países que crean proyectos únicos para solucionar los desafíos de sus comunidades. Han creado soluciones que pueden ser replicadas y aplicadas en cualquier país de la región. Desde Iberoamérica, los “LABIC” están dando forma a un nuevo tipo de institucionalidad, más abierta, más transparente, más tecnológica y orientada a la ciudadanía.
Para todo esto y más han servido las Cumbres Iberoamericanas.
Durante tres décadas la Conferencia Iberoamericana se han consolidado como un espacio en el que cabemos todos, en el que a pesar de nuestra diversidad política, sacamos adelante soluciones a desafíos comunes.
Una comunidad en etapa de madurez
Iberoamérica trasciende hoy lo gubernamental para convertirse en una construcción de la sociedad civil, las empresas, las Pymes, los emprendedores, los municipios, las ciudades y una multitud de actores que suman allí donde trabajan.
Las 19 organizaciones de la sociedad civil que conforman el Registro de Redes iberoamericanas intercambian conocimientos, trabajan juntas y aportan soluciones desde distintos sectores, probado su gran valía durante el peor momento de la pandemia.
Hoy los valores y la identidad iberoamericana son conocidos internacionalmente y difundidos activamente por artistas, productores y chefs de reconocimiento mundial como Jorge Drexler, Carlinhos Brown y más recientemente María Marte, embajadores iberoamericanos de la cultura que son testimonio vivo de una región construida también desde las personas y su cultura.
Lo que en 1991 empezó como un mecanismo de cumbres que se sucedían unas a otras, 30 años después es una “Iberoamérica madura” en la que conviven diferentes sensibilidades políticas, como acentos y razas tiene nuestra región, que hace de su diversidad una riqueza para construir un multilateralismo útil para las personas, las sociedades y los países.
El futuro no está escrito, sino que se construye con las decisiones que se toman hoy. Nuestra apuesta puede resumirse en una frase: “Iberoamérica avanza”.