Un nuevo pacto social para la recuperación de Iberoamérica

La pandemia del coronavirus, que ha dominado gran parte de 2020, ha puesto en valor la importancia de la cooperación Iberoamericana. Pensando ya en 2021, ¿cuáles son las claves una recuperación que conduzca a una mejor normalidad en la región?

Un nuevo pacto social para la recuperación de Iberoamérica

En este duro año de pandemia, la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, ha recurrido con frecuencia a una metáfora: la de que, con el COVID-19, los países también se enferman.

Esta metáfora se basa en el hecho de que, a la luz de todos los estudios económicos internacionales, el coronavirus ha interactuado con los países del mismo modo que interactúa con las personas: aprovechándose de las precondiciones médicas, en este caso socioeconómicas, para exacerbar su impacto.

Así ha ocurrido en Iberoamérica y especialmente en América Latina, que junto con Europa es una de las dos regiones del mundo más afectadas este año por el coronavirus.

Según Grynspan, ante el comienzo de programas de vacunación masiva contra el COVID-19, es hora quizás de utilizar otra metáfora: la de los países que se curan.

Poniendo en valor el rol de la cooperación iberoamericana en la salida de la crisis, la secretaría general iberoamericana ofrece cuatro claves para que recuperación conduzca a una mejor normalidad.

En esta crisis hemos visto lo mucho que logramos cuando hacemos las cosas juntos, cuando el esfuerzo y la solidaridad son colectivos

 

Una cura integral

La primera clave es el tiempo. Es fundamental que Iberoamérica cuente con programas de vacunación masivos y asequibles lo antes posible. Mientras más rápido se comience a frenar la pandemia y se levanten las medidas de confinamiento, más rápido podrán los niños volver a la escuela, las PYMES reabrir y la economía funcionar como solía.

“Pero es fundamental no dejar a nadie atrás: no solo a las personas con precondiciones médicas y a los sanitarios, sino también a los ciudadanos que con menos recursos y acceso en función de su raza, etnia, género, discapacidad o lugar de residencia”.

La segunda clave es la confianza. En economía, esto equivale a una convicción de crecimiento que invita a invertir y apostar al futuro. En política, esto se conoce como “pacto social”: la afirmación de pertenencia a un colectivo, inclusivo y democrático, donde la respuesta es conjunta y a la vez diferenciada, como diferenciados son los impactos socioeconómicos de la pandemia.

La tercera es la salud en el sentido amplio. Así como la vacuna no cura la diabetes, la inmunización colectiva no borra la pobreza ni las desigualdades. “Las tareas pendientes –la salud y la educación universal de calidad, la mejora de los servicios públicos y la protección social– deben asumirse con valentía”, dice Rebeca Grynspan.

“Una recuperación sin reducción en pobreza, desempleo, desigualdad e informalidad, sin innovación, sin sostenibilidad ni equidad de género, no merece llamarse recuperación”, añade.

Para la secretaria general iberoamericana, la cuarta clave son las redes de apoyo. El enfermo no se cura solo; tampoco América Latina. Se necesita un multilateralismo fortalecido, que ofrezca de manera urgente nuevos esquemas de financiamiento y cooperación para la región, que concrete programas de vacunación universales, que afiance la lucha contra el cambio climático y que comparta su prosperidad a través del comercio justo.

“En esta crisis hemos visto lo mucho que logramos cuando hacemos las cosas juntos, cuando el esfuerzo y la solidaridad son colectivos: la sociedad y la colaboración científica han salvado decenas de millones de vidas este año”.

Según Grynspan, esta es la lección más importante de 2020.