“Año nuevo, vida nueva” decían en enero de 2018 cientos de familias que se mudaron al barrio de San Francisco en Asunción, Paraguay. Venían de asentamientos precarios amenazados por la crecida del río y la pobreza. Muchos habían perdido todo en las inundaciones de los Bañados en 2014, un desastre que dejó a más de 6.000 familias damnificadas.
Los adultos soñaban con un lugar mejor donde vivir, los niños, espacios para jugar lejos de la violencia, los jóvenes, oportunidades de expresión. San Francisco se convirtió en el barrio donde encontraron lo que buscaban y mucho más.
Las familias que poblaron San Francisco, una solución habitacional proporcionada por el Ministerio de Vivienda de Paraguay, lo convirtieron en un hogar a partir de los espacios públicos y deportivos que sirvieron como punto de partida para crear una comunidad cohesionada que generó nuevos liderazgos locales que hoy perduran.
Al combinar la educación formal con el deporte y valores positivos, la comunidad comenzó a tener “un alma” y un orgullo de pertenencia que nació con los más pequeños en “la canchita del barrio” y que poco a poco fue permeando a la escuela, a los docentes, a las familias y a los jóvenes—especialmente a las chicas—muchas de las cuales son hoy líderes comunitarias que garantizan la continuidad de todo lo que aprendieron.
El deporte, el juego y el aprender a estar juntos transformaron sus vidas gracias al proyecto de cooperación triangular para el Fortalecimiento de los procesos de sana convivencia en el Barrio de San Francisco”, financiado por el Fondo Mixto de Cooperación Chile-España y que fue implementado por la ONG Fútbol Más que trabajó con unos 800 niños y niñas del barrio.
Deporte para la convivencia y el desarrollo
“Teníamos la posibilidad de insertarnos en la escuela de San Francisco y trabajar con niños y niñas de entre 6 y 15 años durante la jornada escolar, involucrando a los docentes. La cancha del barrio se convirtió en el punto de encuentro para seguir las actividades. Pasábamos entre 10 y 12 horas en el barrio: por la mañana en la escuela y por la tarde en actividades extraescolares”, recuerda Juan Araya, director internacional de la ONG Fútbol Más, que implementó el proyecto.
La ONG chilena Fútbol Más, presente una decena de países, tiene amplia experiencia en generar “espacios protegidos para la infancia” en entornos vulnerables, como zonas de desastres naturales, crisis humanitarias y hasta caravanas migrantes, a partir de talleres socio-deportivos, a través del juego y el deporte.
Al unir la educación formal con el juego y la enseñanza de valores positivos, la comunidad de San Francisco empezó a tener “un alma” que nació con los más pequeños en la canchita del barrio y se extendió a las familias.
En el barrio de San Francisco, los voluntarios de Fútbol Más lograron que los docentes de la escuela utilizaran la metodología de aprendizaje a través del juego y la incorporaran a sus propias clases, de manera que casi sin darse cuenta, los niños aprendían en el aula y en la cancha aspectos clave como expresión de las emociones, resolución pacífica de conflictos, autovaloración, igualdad de género y conocimiento de los derechos de la niñez, siempre a partir de un refuerzo de las conductas positivas.
A diferencia del fútbol profesional donde una falta se castiga con tarjeta roja o amarilla, en las canchitas del barrio de San Francisco una “tarjeta verde” premia las conductas positivas como el compañerismo, la solución pacífica de un conflicto, la cortesía, el esfuerzo o la constancia.
De esta manera, los mejores jugadores no eran los más altos o los más fuertes o quienes pateaban mejor la pelota, sino quienes más ponían en práctica estos comportamientos positivos, que poco a poco fueron convirtiéndose en una forma de vivir y estar en la comunidad.
El Barrio de San Francisco retrata el gran potencial de la niñez y la juventud como “semillas vivas” que ayudan a construir el presente y el futuro, transformando la adversidad en oportunidad.
“Nuestra experiencia en el barrio de San Francisco demuestra que el deporte y el juego son una puerta de entrada en los entornos muy complejos”, explica Juan Fierro, secretario técnico del Fondo Mixto Chile-España que financió parte de este proyecto.
Por su parte, el coordinador de la Cooperación Española en Paraguay, Fernando Rey considera que el proyecto ha sido exitoso, entre otras razones, porque logró traspasar las herramientas y metodologías a los docentes, jóvenes y familias para dar continuidad a las dinámicas implantadas.
Un éxito de cooperación triangular
Este trabajo conjunto de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID), la Agencia Chilena de Cooperación Internacional (AGCID) y el Ministerio de Urbanismo y Vivienda de Paraguay se ha convertido en un ejemplo exitoso de cooperación triangular que se ejecuta en el terreno con el apoyo de actores de la sociedad civil, que a su vez generan alianzas con empresas y universidades.
Una parte del proyecto ha sido financiado por el Fondo Mixto de Cooperación Chile-España, pero una segunda fase ha estado a cargo de la Oficina Técnica de la Cooperación Española en Paraguay.
“La coordinación entre los tres países ha sido fácil, gracias a la voluntad de las partes y al trabajo comprometido del personal directivo, técnico y administrativo de todas las instituciones participantes en el mismo”, explica Fernando Rey, de AECID-Paraguay.
Juan Fierro está muy satisfecho de la experiencia de trabajar en proyectos de cooperación triangular con España y un tercer país latinoamericano porque se incorporan conocimientos y buenas prácticas. “Aprendemos haciendo y cooperando juntos, porque todos los países tenemos algo que aportar y todos necesitamos algo”.
La del Barrio de San Francisco es una experiencia replicable a muchas situaciones de vulnerabilidad social a partir del deporte y del juego como herramientas de convivencia, desarrollo y formación de ciudadanía. El Barrio de San Francisco, así como tantos otros entornos de pobreza y exclusión dan cuenta del gran potencial de la niñez y la juventud como “semillas vivas” que ayudan a transformar el presente y el futuro, convirtiendo la adversidad en oportunidad.