¿Qué tienen en común el café gourmet Tarrazú con un tanque subterráneo para el tratamiento de aguas residuales y unas semillas de soja resistentes a la sequía? Son tres innovaciones iberoamericanas protegidas mediante la propiedad industrial, algo que, en palabras simples, les permite “dejar de ser del montón”.
Siguiente pregunta. ¿Es lo mismo tomar una taza de café de marca blanca que un producto sostenible, cultivado a una altura determinada y con unos procesos de secado únicos? El Café Tarrazú, producido por una cooperativa de Costa Rica logró inscribir en Europa la denominación de origen de su producto. Ello le ha permitido exhibirse y degustarse en las tiendas del Corte Inglés en España, vinculando su producto a esta región específica de Costa Rica y asociándolo a valores como sostenibilidad, apoyo a una cooperativa de agricultores y una calidad de altura. El consumidor sabe que está degustando un café ecológico, orgánico y con determinados estándares de calidad, mientras que la cooperativa de productores de este país centroamericano cruzó el Atlántico.
Más ejemplos. La empresa EcoTank junto a la Universidad Nacional de Costa Rica diseñó un tanque modular subterráneo para el tratamiento de aguas residuales pasándolas por varias etapas de sedimentación. Los desechos sólidos son tratados de una forma biológica, lográndose reducir la contaminación de los ríos. Esta empresa también ha realizado notables esfuerzos de innovación transformando el plástico a través de la tecnología.
En Argentina, un grupo de trabajo público-privado desarrolló la tecnología HB4, que permite obtener semillas más tolerantes a la sequía y con mayor productividad. Esta tecnología no solo es un avance biotecnológico, sino que tiene impacto clave en la producción mundial de alimentos.
Estos ejemplos explican la importancia de la innovación científica, tecnológica y empresarial para que la industria iberoamericana desarrolle productos con valor añadido, una de las grandes asignaturas pendientes de la región y clave para una economía más resiliente después de la pandemia.
Para ello, estas innovaciones deben estar legalmente protegidas mediante la propiedad industrial, que se convierte en un instrumento de competitividad y desarrollo en el camino a la recuperación.
Iberoamérica coopera en propiedad industrial
Desde hace más de una década, la región cuenta con un Programa Iberoamericano de Propiedad Industrial (IBEPI), conformado por las oficinas de propiedad industrial de 14 países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana y Uruguay.
El IBEPI promueve el uso estratégico de la propiedad industrial como herramienta de competitividad y desarrollo industrial, comercial y de investigación, apoyando a Pymes, emprendedores y empresas para que entiendan y aprovechen las ventajas de la protección de sus productos, procesos o diseños. IBEPI surge a partir del trabajo realizado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) contando con el apoyo de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).
Fabiola Varela Mata, directora del Registro Nacional de Costa Rica, país que en estos momentos preside el IBEPI, explica al Portal Somos Iberoamérica que la cooperación regional en materia de propiedad industrial es clave porque permite trabajar de forma conjunta, compartir experiencias, conocimientos y buenas prácticas entre países que se encuentran en diferentes niveles de avance en sus sistemas de propiedad industrial.
“Es un mito que la propiedad industrial sea algo inaccesible, complejo, costoso o reservado únicamente a grandes empresas”
Nuestro trabajo consiste en acercar a las empresas y emprendedores el conocimiento sobre las ventajas de la propiedad industrial y su impacto en la productividad, la competitividad y el acceso a las cadenas de comercialización internacional, explica Varela Mata.
Por eso, a través de la plataforma CIBEPYME, el Programa IBEPI ofrece información y servicios de asesoramiento gratuito y herramientas para que las PYMEs entiendan y puedan aprovechar las ventajas de la propiedad industrial. A través de Ciberpyme, las empresas pueden acceder a microsites de los 14 países que forman parte del programa para encontrar información específica sobre la materia en sus respectivos países.
Además, recientemente IBEPI firmó un acuerdo de colaboración con la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) que permitirá aumentar y mejorar la capacitación, unificación de procedimientos, así como impulsar la ratificación de convenios internacionales por los países iberoamericanos que aún no los han ratificado.
Propiedad industrial y recuperación económica
La salida de la crisis va a requerir una gran dosis de innovación científica, tecnológica y empresarial, una innovación que debe estar “protegida” para que sea útil a las empresas y la sociedad.
La propiedad industrial convierte la innovación en un activo económico, que permite, por ejemplo, un mejor acceso a financiación, que es uno de los principales obstáculos actualmente para el crecimiento de las Pymes. Si una marca, invento, proceso, desarrollo o diseño industrial está debidamente protegido, ello es un aval para créditos y/o inversiones, explica Varela Mata.
Además, la diferenciación del producto, diseño o proceso abre las puertas a mercados internacionales con un sello distintivo, como la denominación de origen del Café Tarrazú. Se añade valor al producto y se convierte en un activo económico para la comercialización y la exportación.
Desafíos futuros
El mayor desafío para Iberoamérica es unificar los procedimientos de registro de propiedad industrial lo que implica que más países de la región ratifiquen los tratados internacionales de la OMPI, porque permite que, si una marca se registra en un país que ha ratificado el tratado, esté protegida en el resto de países que participan en el mismo. Ello supone un paraguas amplio que homologa y simplifica procedimientos.
“Cada proceso complejo equivale a recursos económicos que el emprendedor o Pyme no tiene”, explica Varela Mata.
Otro de los grandes desafíos está en la educación en propiedad industrial. Se trata de reconocer que la propiedad industrial permite al sector productivo participar de forma más dinámica en el crecimiento y desarrollo económico. Para ello la capacitación y el acercarnos al sector empresarial es clave.
El camino hacia la recuperación y la construcción de economías más resilientes requiere productos de valor añadido y mejores procesos de industrialización a través de la innovación, algo para lo que la propiedad industrial y la cooperación juegan un papel decisivo.