El futuro de la cooperación será más horizontal, multinivel y multiactor

La pandemia del COVID-19 ha elevado el protagonismo y el poder de convocatoria de la cooperación iberoamericana, y ha reforzado la necesidad de una nueva forma de colaborar con múltiples actores en distintos niveles.

El futuro de la cooperación será más horizontal, multinivel y multiactor

Si algo ha quedado claro durante la pandemia del COVID-19 es que lo que mejor ha funcionado en el ámbito internacional ha sido la cooperación, entendida como relaciones entre múltiples actores en diversos niveles.

Según la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, para resolver un problema multidimensional como las consecuencias de la pandemia del coronavirus, hay que hacerlo desde todas sus dimensiones.

“El COVID-19 ha demostrado que solos no podemos. Las agencias de cooperación son ‘instituciones nodales’ que no solo vinculan a personas, sino también problemas con soluciones”.

El nuevo contexto internacional del COVID-19 ha elevado el protagonismo y el poder de convocatoria de la cooperación en Iberoamérica.

La Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) ha logrado congregar como nunca antes a las redes multinivel y multiactor que pueblan el espacio regional. La tupida malla de asociaciones civiles, empresariales, académicas y públicas de Iberoamérica se ha convertido en una impresionante red de acción internacional.

Desde el aporte de la Cooperación Sur-Sur y Triangular hasta las iniciativas de la sociedad civil, desde el trabajo de las autoridades de medicamentos hasta las propuestas de la innovación ciudadana, desde el esfuerzo mancomunado de los cancilleres hasta el trabajo junto a las Pymes.

Habrá que construir nuevos ecosistemas de cooperación internacional, aprovechando las redes que se han activado en esta crisis

Todo por un objetivo común: enfrentar esta crisis multidimensional desde todas sus dimensiones.

En este especial de Somos Iberoamérica mostramos ejemplos de cómo se ha movilizado la cooperación iberoamericana, caracterizada por su horizontalidad, en tiempos de crisis.

Y esta transformación invita a mirar al futuro.

La cooperación del siglo XXI será cada vez más horizontal, cada vez más simétrica, cada vez más consciente de que nadie tiene el monopolio de las respuestas; cada vez más consciente de que es en el diálogo, en el intercambio y en el respeto de la experiencia del otro donde vamos a poder encontrar las soluciones a los retos globales.

La nueva cooperación tendrá más participación de las organizaciones sociales y civiles, va más allá de la dicotomía entre donante y receptor, que asume que los países al donar también reciben, y que al recibir también donan.

Para ello habrá que construir nuevos ecosistemas de cooperación internacional, aprovechando las redes que se han activado en esta crisis.

“En el futuro la cooperación será más horizontal, más multinivel y más multiactor, o no será”, concluye Rebeca Grynspan.