La cooperación en Iberoamérica tiene experiencias y capacidades formidables en materia de salud, pandemias y gestión de emergencias. Y todas ellas, sin duda, pueden ayudar –y mucho– en el manejo de la actual crisis del coronavirus (COVID-19).
Así lo ha dejado en claro la duodécima edición del “Informe de la Cooperación Sur-Sur en Iberoamérica”, presentado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) en mayo.
Según el reporte, durante la última década (2007-2017) los países de la región han desarrollado más de 1.000 iniciativas de colaboración en el sector de la salud y 330 en gestión de desastres.
Esta intensa cooperación se ha destacado en temas como el fortalecimiento y la universalización de los sistemas de salud, la mejora de la atención y la gestión en servicios médicos y hospitalarios, y el desarrollo de capacidades para afrontar epidemias de enfermedades como el dengue, el zika o la fiebre amarilla.
Al mismo tiempo se han registrado mejoras en las estadísticas de la salud y se han incorporado nuevas tecnologías a los servicios sanitarios de Iberoamérica.
“Todas estas experiencias y capacidades colocan a nuestra región en un lugar privilegiado frente a la pandemia del COVID-19”, explica la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan.
“Debemos aprovecharlas al máximo para manejar la crisis sanitaria del coronavirus y todas las fases de esta emergencia, incluyendo la desescalada de las medidas de confinamiento”.
“Todas estas experiencias y capacidades colocan a la región en un lugar privilegiado frente a la pandemia del COVID-19”
Rebeca Grynspan
Salvar vidas
Hay coincidencia en que, si algo ha quedado en claro durante la pandemia de COVID-19, es que esta crisis sólo se puede resolver con más multilateralismo y cooperación, es decir, con un esfuerzo coordinado de todos los países y organismos regionales y globales.
En Iberoamérica se pueden salvar vidas si hay más intercambios médicos e investigaciones conjuntas, y si se colabora más en el diseño de políticas públicas para proteger a la población, para implementar medidas de confinamiento y, subsecuentemente, para organizar la desescalada.
Se pueden salvar vidas si los países trabajan juntos en programas para proteger a los adultos mayores y a las personas con discapacidad, muy vulnerables durante la pandemia, así como en iniciativas contra la violencia de género, que se ha incrementado en los últimos meses.
“En definitiva, se salvarán vidas si aprendemos los unos de los otros con humildad y si fortalecemos los valores de horizontalidad, de respeto mutuo por la diversidad y de solidaridad basada en la confianza”, subraya Grynspan.
La cooperación en Iberoamérica sólo puede salir fortalecida de esta pandemia.