Juventudes iberoamericanas: de espectadores a artífices de su presente

Juventudes iberoamericanas: de espectadores a artífices de su presente

En un momento histórico marcado por la desconfianza institucional, la incertidumbre económica y la sensación de que los grandes consensos democráticos pierden valor, las juventudes iberoamericanas se encuentran en una encrucijada. 

Las estadísticas describen un paisaje por momentos desolador: abstención en alza, precariedad estructural, brechas digitales y territoriales, y una representación política más que exigua. Pero la historia que emerge del terreno —de Buenos Aires a Andorra la Vella, del altiplano boliviano a los barrios periféricos de Madrid— es otra: jóvenes que no esperan a ser convocados, sino que se organizan, denuncian, investigan y proponen. Jóvenes que, a pesar del desaliento, no renuncian a un rol activo y transformador.

Las cifras son elocuentes. En América Latina y el Caribe viven aproximadamente 165 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas –algo más de un cuarto de la población regional– y ocupan menos del 5 % de los escaños parlamentarios. En Europa, donde la institucionalidad pasa por ser sólida, el contraste es aún más evidente: solo el 2,9 % de los diputados europeos tiene menos de 30 años

Esa brecha demográfica se traduce en una brecha de confianza. El Latinobarómetro 2024 revela que el 75 % de los jóvenes latinoamericanos cree que los gobiernos priorizan a las élites, y uno de cada dos desconfía abiertamente de los partidos políticos

No obstante, esa desconfianza se transforma también en impulso, creatividad política y en nuevas narrativas de acción colectiva. Parte de la juventud iberoamericana, con una tradición histórica de organización, está yendo un paso más allá. Ya no solo mira, sino que quiere participar en el diseño de las políticas. Y lo hace a través de redes transnacionales, plataformas digitales, consejos consultivos y espacios institucionales como la Organización Internacional de Juventud para Iberoamércia (OIJ): “Creemos firmemente en las personas jóvenes y su poder de transformar el mundo. Por ello, trabajamos con energía y creatividad para crear las condiciones que les permitan hacerlo, de la mano con los gobiernos y en alianza con la sociedad civil, el sector privado y la comunidad global”, señalan desde la OIJ. 

La desconfianza de los jóvenes en el sistema se ha convertido también en impulso y creatividad política

En Buenos Aires, la activista argentina Cristina Prego coordina la Red de Coaliciones Sur (RCS), una plataforma que reúne a más de 200 organizaciones de infancia y juventud de 14 países latinoamericanos y caribeños. Su trabajo –capacitación en derechos de niñas, niños y adolescentes (NNA); creación de espacios de participación; acompañamiento a organizaciones territoriales e incidencia política– parte de una convicción: si se quiere que la juventud confíe en la política, es necesario que la política confíe primero en ellos.

Para Prego, la clave no es la consulta simbólica, sino la participación estructural. Por eso subraya que “es imprescindible fortalecer la posibilidad de que niñas, niños y adolescentes participen en todas las etapas de las políticas públicas, especialmente en los temas que les atañen directamente”.

Por eso insiste en que el rol juvenil debe empezar desde el origen: “No basta con escuchar a los jóvenes una vez que la agenda ya está definida; deben estar presentes desde la formulación del problema hasta la evaluación de resultados”, explica con firmeza.

Esa mirada se vuelve aún más relevante en el contexto de la llamada transición justa —ecológica, digital y social—, donde las decisiones de hoy marcarán la vida de los próximos 50 años. Prego es contundente: “Los jóvenes deben jugar un papel central a la hora de dar espacio a las transformaciones, a la innovación, a nuevas formas que incluyan la diversidad y cuiden a las personas y al planeta”.

Su mensaje a quienes diseñan políticas públicas suena a advertencia y principio democrático, al mismo tiempo: “No hay política pública efectiva si no es construida con toda la comunidad”

Jóvenes que trabajan para jóvenes
A más de 10.000 kilómetros de distancia, en Andorra la Vella, la colombiana Isabella Vargas, de 26 años, lidera desde la vicepresidencia el Fòrum de la Joventut d’Andorra. El objetivo de la institución suena a declaración de intenciones: “Somos una organización de jóvenes y para jóvenes. Nos implicamos y participamos para generar cambios en la sociedad, llevando las necesidades de las personas jóvenes a los espacios donde se deciden las políticas públicas juveniles, tanto a nivel local como internacional. La Mesa Permanente lidera, el cuerpo técnico gestiona y cualquier joven puede participar activamente”. 

La trayectoria de Vargas es un ejemplo de las capas de exclusión que atraviesan a muchos jóvenes en cualquier punto del planeta: mujer, migrante, bisexual, neurodivergente y, sobre todo, extranjera. El Fòrum es la única institución del país que permite votar a residentes no nacionales entre 15 y 35 años, un gesto pionero si se tiene en cuenta que cerca del 40 % de la juventud del país es extranjera. “Obviamente, es solo un pequeño paso, pero es esencial incluir a la migración para comprender qué necesita realmente la juventud”, explica Vargas. 

En 2023, esta organización llevó a cabo el Projecte ACTIVA, un estudio cualitativo basado en más de 300 entrevistas a jóvenes sobre educación, cultura, salud mental y derechos laborales. Sus resultados moldearon el Pla Nacional de Joventut 2024, que por primera vez incorporó un capítulo específico sobre diversidad funcional y LGTBIQ+.  Ahora trabajan en una investigación pionera sobre derechos laborales juveniles, que será publicada en 2026 y se convertirá en el primer análisis estadístico riguroso sobre precariedad, representación sindical y brechas de género en Andorra. Vargas lo resume así: “Sin datos, no hay políticas”. 

Para ella, la juventud andorrana enfrenta retos similares a los de otras partes de Europa y América: prácticas no remuneradas, alquileres inasumibles, salarios bajos… “La juventud no habla en términos políticos o estadísticos; habla de injusticias cotidianas. Pero para oírnos, hay que saber estar en silencio y escuchar de verdad”, señala. 

Las redes juegan con dos caras: como herramienta de participación y como fuente de ruido

La tecnología es uno de los vectores que más ha transformado la participación juvenil en la última década. Las redes sociales permiten que movimientos como #NiUnaMenos, Fridays for Future, o las protestas por la vivienda en Andorra se articulen en cuestión de horas. “Las redes nos han dado información y capacidad de organización, pero también nos han mostrado en tiempo real las injusticias del mundo”, reflexiona Vargas. 

Por una transformación cultural
Pero sin alfabetización digital crítica, el riesgo de caer en dinámicas polarizadas o en desinformación es alto, y eso puede debilitar incluso las alianzas más sólidas y la brecha digital, especialmente en áreas rurales de América Latina donde cerca del 30 % de la población carece de acceso estable a Internet, sigue siendo un obstáculo estructural para la participación. La conectividad, así, puede convertirse en orto indicador de desigualdad. Pero tanto Prego como Vargas coinciden: si no se diseña con la juventud, se corre el riesgo de replicar inequidades.

Tanto la RCS como el Fòrum coinciden en la necesidad de establecer mecanismos concretos y medibles que garanticen una participación efectiva: mecanismos vinculantes como consejos intergeneracionales con capacidad de veto en políticas que afecten directamente a menores de 35 años. Cuotas reales de representación consistentes no solo en candidaturas jóvenes, sino escaños reservados en parlamentos nacionales y europeos. Youth check obligatorio: toda norma debe pasar un filtro de impacto generacional antes de aprobarse. Presupuestos participativos: al menos un 2 % del gasto público gestionado y decidido por juventudes. Y, por último: observatorios independientes para monitorizar no solo presencia, sino poder real

Pero el desafío es más profundo que la creación de nuevas herramientas. Implica una transformación cultural: reconocer a las juventudes como sujetos políticos plenos, capaces de leer, interpretar y transformar su realidad.

Prego insiste en que esta construcción debe comenzar desde espacios educativos y comunitarios, con formación política adaptada por edades y campañas que promuevan el respeto a los derechos de NNA, especialmente su derecho a participar y a ser escuchados. 

Vargas, añade un matiz generacional. “Personas que viven en un mundo completamente diferente al nuestro deciden sobre prácticas no remuneradas o alquileres imposibles”, denuncia. “Necesitamos que sepan dar paso a la siguiente generación”. 

Por la capacitación digital y ambiental 

La PreCOP30 de Brasilia, celebrada en noviembre de 2025, ofreció una imagen poderosa: ocho iniciativas medioambientales lideradas por jóvenes latinoamericanos como ejemplo de acción concreta frente a la crisis climática. Formaban parte del programa Jóvenes innovadores por el Medio Ambiente en Iberoamérica, una iniciativa impulsada por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y el Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ). En ella se buscaba identificar, visibilizar y fortalecer proyectos juveniles alineados con los cuatro ejes de la Carta Medioambiental Iberoamericana.

Los proyectos presentados abarcabann desde la protección de ecosistemas y la adaptación al cambio climático hasta la innovación social y comunitaria, y reflejan el compromiso de SEGIB y OIJ por incorporar la voz juvenil en la gobernanza ambiental.

En paralelo, la SEGIB, junto con el OIJ pusieron en marcha este año en marcha una iniciativa destinadas a fortalecer el liderazgo juvenil formándolos en nuevas tecnologías. El Programa de Capacitación en Competencias Digitales, lanzado en mayo de 2025, ofreció 6.000 becas online y gratuitas para jóvenes de los 22 países iberoamericanos, priorizando a mujeres y personas de bajos recursos. La formación abarcó Data Science, IA, Desarrollo Web, Cloud Computing, Ciberseguridad y soft skills.
“Con esta iniciativa buscamos incidir en la empleabilidad de la juventud iberoamericana con conocimiento digital y competencias para prosperar en un entorno digital en constante cambio. Se trata de no dejar a nadie atrás, tal y como señala la Carta Iberoamericana de Principios y Derechos en los Entornos Digitales”, señalaba el Secretario General Iberoamericano, Andrés Allamand, durante la presentación del proyecto.