La innovación ciudadana resignifica la cultura para transformar el territorio

Con el tema “Barrio, cultura y territorio”, el 2º Laboratorio Local de Innovación Ciudadana ha creado seis soluciones innovadoras para que la cultura sea un bien de toda la ciudadanía y una herramienta de inclusión social

La innovación ciudadana resignifica la cultura para transformar el territorio
Foto: ©Abasto Barrio Cultural-Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires

La cultura no solo se disfruta en un espectáculo o en una obra de arte, sino que también se construye cotidianamente a través del “hacer juntos” que va formando un tejido social con potencial para mejorar la realidad. De esa forma, la ciudadanía ya no solo es espectadora pasiva de la cultura, sino que la crea, la protagoniza y puede mejorarla desde la innovación y la participación social.

Con esa visión que trasciende la cultura institucional y las artes tradicionales, un grupo de hombres y mujeres de Buenos Aires, apoyados por mentores de Argentina, Colombia y España desarrollaron seis soluciones innovadoras para mejorar la cultura independiente, durante el 2º Laboratorio Local de Innovación Ciudadana, realizado en la capital argentina del 22 de mayo al 3 de junio.

Bajo la temática “Barrio, Cultura y Territorio”, se presentaron proyectos como “Ciudades Performáticas” o Jardín de Bolsillo, iniciativas que aspiran a recuperar, transformar y diseñar participativamente un paisaje urbano común.  La inclusión de personas con discapacidad también inspiró propuestas ciudadanas como el “Fileteado 3D”, que mediante la impresión tridimensional permite a personas con discapacidad visual disfrutar mediante el tacto del tradicional estilo artístico del fileteado porteño.

Otros proyectos, como “Tintas Barriales” resignificaron la importancia cultural del pequeño comercio de barrio para generar pertenencia a través de afiches y recursos gráficos, mientras que otras soluciones como “Filmar Verde” apostaron por la sostenibilidad ambiental en los proyectos audiovisuales o por aplicar nuevas tecnologías para generar un repositorio de recursos digitales y abiertos aplicados al arte para mejorar la educación.

El Laboratorio Local de Innovación Ciudadana desarrolló seis proyectos propuestos por la ciudadanía para mejorar la cultura independiente en la ciudad de Buenos Aires.

Todas estas ideas pueden aplicarse a diferentes barrios de la capital bonaerense, pero también podrían ser replicadas en otras ciudades de Iberoamérica, por su carácter adaptable y escalable, explica Pablo Pascale, responsable de Innovación Publica y Ciudadana de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB).

Cultura, un pegamento social 

Desde diferentes enfoques como el espacio público, la inclusión, la sostenibilidad o la educación, cada uno de los proyectos que vieron la luz en este último laboratorio ciudadano conocido coloquialmente como “LABIXBA”, encuentran en la cultura su hilo conductor.

En sociedades como las latinoamericanas, caracterizadas por la exclusión, la polarización y la fragmentación, unir cultura y participación ciudadana produce un “pegamento social”, explica Emiliano Cruz Michelena, que lidera proyectos de identidad local y sostenibilidad cultural en el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, institución que organiza esta experiencia de innovación ciudadana en la capital bonaerense junto a la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

“La cultura ayuda a derribar muros, a encontrar espacios de encuentro, aunque pensemos diferente. Y para quienes viven en los márgenes, la cultura, vista desde una perspectiva más amplia que las artes, aporta un sentido de pertenencia y conciencia de derechos”, afirma Cruz Michelena, en conversación con el Portal Somos Iberoamérica.

Foto: ©Abasto Barrio Cultural-Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires

Unir cultura y participación ciudadana para generar soluciones aporta espacios de reflexión y de construcción colectiva tan necesarios en sociedades fragmentadas y polarizadas

Desde el proyecto Abasto Barrio Cultural, reconocido internacionalmente como impulsor de la relación entre cultura, desarrollo sostenible y sociedad, Cruz Michelena define la cultura como “todo aquello que construimos entre todos”, una visión que trasciende las artes y los circuitos institucionales de la cultura tradicional.

Los saberes, sabores, formas de hacer que se construyen en el día a día deben valorarse y preservarse como un valioso patrimonio inmaterial que va dando forma a la sociedad a partir de los intercambios y de las relaciones, explica este gestor cultural y arquitecto argentino.

“La señora boliviana que cocina un silpancho en el barrio y lo comparte con sus vecinos es tan constructora de cultura como una bailarina, cantante o una actriz reconocida(…) El hijo de esa misma señora boliviana también está generando lazos culturales cuando se identifica ante sus vecinos como argentino y boliviano”. Todo esto debemos potenciarlo, preservarlo porque es semilla de convivencia y paz social”, amplía el experto en identidad cultural.

Unir “barrio, cultura y territorio”

En la intersección de los barrios porteños de Almagro y Balvanera, cada esquina respira cultura y es uno de los circuitos artísticos alternativos más potentes de Buenos Aires. No es casualidad que allí se concentren el 20% de todos los espacios culturales de la ciudad y que por ello se le reconozca como “la cuna de la cultura independiente”.

En este espacio que une sus destinos a la historia del nacimiento del tango y una explosión cultural a mediados de los 80, se ha desarrollado un singular ecosistema cultural donde la acción comunitaria y cultural fortalece los vínculos sociales, genera espacios de encuentro y donde los propios espacios culturales son parte de la definición de las políticas públicas.

¿Qué aporta un LABIX a un ecosistema cultural tan consolidado como el de la zona del Abasto? Según Cruz Michelena, la contribución puede resumirse en tres claves: la posibilidad de sinergias con nuevos actores, la autonomía de los proyectos que se desarrollaron (no dependen de financiación pública) y la posibilidad de replicarlos en otros contextos.

LABIX, innovación ciudadana desde el territorio

Los Laboratorios Locales de Innovación Ciudadana, también conocidos como LABIX aplican en el territorio la metodología de los Laboratorios de Innovación Ciudadana (LABIC) que desde 2014 realiza SEGIB en diferentes países de la región.

Este proceso que democratiza la innovación y la cooperación al desarrollo tiene la participación ciudadana como su seña de identidad. Todas las fases son participativas y colaborativas: desde la convocatoria pública para proponer los proyectos, la llamada a colaboradores hasta la interacción entre los diferentes equipos interdisciplinares.

Los Laboratorios Locales de Innovación Ciudadana democratizan la innovación y tienen en la participación ciudadana su seña de identidad

 

En términos de resultados, tan importante como los proyectos son las dinámicas de trabajo, las alianzas y sinergias que se materializan a través de mentorías, intercambio de experiencias y desarrollo de los prototipos.  El punto central es el propio laboratorio donde todas esas piezas se juntan para cocrear desde la innovación, partiendo de la realidad específica de una ciudad o de un barrio, aunque dicha realidad también pueda ser compartida por otros territorios.

Incluso un ecosistema de participación cultural tan consolidado como el de Abasto Barrio Cultural encuentra nuevas posibilidades que solo se logran ampliando la acción, porque tal y como reconoce Emiliano Cruz Michelena, “el LABIXBA nos permitió sumar nuevas voces, nuevos enfoques y nuevas propuestas al debate sobre innovación desde la cultura que no habían encontrado en nuestro proyecto un espacio para desarrollarse plenamente”.

 

Caminar por la zona de “El Abasto” en Buenos Aires es impregnarse de arte, zambullirse en la multiculturalidad y recorrer más de 100 años de historia en torno al antiguo Mercado del Abasto. A 50 metros ese mercado central vivió Carlos Gardel en una de las “casas chorizo” de los migrantes del campo que venían a trabajar en el antiguo mercado.

De allí que esta zona se reconozca como “la cuna del tango” y de la cultura popular porteña. Sus rincones fueron escenario de películas emblemáticas del cine argentino como Mercado de Abasto, en la que Tita Merello interpretaba en los años 50 su inolvidable canción Se dice de mí. 

Con el traslado del antiguo mercado central en los años 80 y la consecuente salida de trabajadores que vivían en torno a éste, las antiguas casas comienzan a ocuparse por actores de la cultura independiente que por entonces volvían a la Argentina tras el fin de la dictadura. Y es así como poco a poco se van instalando pequeños teatros, salas de música, artistas y grupos de rock nacional emergentes en un movimiento que recuerda a la movida madrileña de esa misma época al otro lado del Atlántico.

Este cinturón cultural también fue destino de la migración latinoamericana proveniente de Perú, Bolivia y Venezuela. En estas calles multiculturales, los nuevos vecinos que venían de países cercanos conviven con la colectividad judío-ortodoxa y los nuevos migrantes senegaleses han hecho del barrio su nuevo hogar.

Hoy, este cinturón multicultural que representa apenas el 2% de la superficie total de la ciudad de Buenos Aires alberga 1 de cada 5 espacios de cultura urbana. El proyecto Abasto Barrio Cultural ha sido reconocido internacionalmente por su trabajo en el ejercicio de los derechos culturales y modelos de construcción ciudadana desde la cultura.