Un espacio audiovisual, entendido como algo más que una industria para divertir o entretener, sino como un bien cultural es uno de los grandes legados del Programa Ibermedia, que lleva 25 años impulsando un cine que proyecta a Iberoamérica con voz y luz propia.
El Portal Somos Iberoamérica ha hablado con los cineastas Alejandro Loaysa Grisi (Utama), Johanne Gómez Terrero (Sugar Island) y Nino Martínez Sosa (Liborio), para quienes los fondos de Ibermedia significaron un antes y un después en sus carreras y un sello de calidad que abonó prestigio a la hora de encontrar financiamiento para sus largometrajes.
Son cineastas de República Dominicana y Bolivia, países que experimentan un despegue de su industria cinematográfica y hoy exportan cine, pero sus historias podrían ser también las de directores de toda la región que han estrenado largometrajes, documentales o series de la mano de un programa que ha contribuido a crear una industria cinematográfica cada vez más competitiva y que ahora apuesta por la animación digital a través de su nueva línea de ayudas “Ibermedia Next” .
“Iberoamérica ha logrado crear un espacio audiovisual que no es de ningún país, sino de todos, porque expresa la unión de nuestros pueblos a partir de proyectos comunes (coproducciones) que generan una identidad desde lo que nos une, pero también de lo que nos hace únicos”, resume Elena Vilardell, secretaria técnica del Programa, en el que participan 21 países iberoamericanos, además de Puerto Rico e Italia.
Iberoamérica ha creado un espacio audiovisual que no es de ningún país, sino de todos. El Programa Ibermedia ha apoyado unos 3.300 proyectos audiovisuales en sus 25 años de existencia
Ibermedia, que nació en 1998 a partir de las Cumbres Iberoamericanas, ha apoyado a lo largo de sus 25 años, un total de 3.300 proyectos audiovisuales (películas, documentales, series, animación, formación) que se adentran en la realidad de los países iberoamericanos.
Un cine con nuestras historias
La película Utama, ópera prima del boliviano Alejandro Loaysa Grisi y candidata de su país a los Premios Oscar este 2023, relata la desolación de una pareja de ancianos del altiplano boliviano cuando una larga sequía amenaza su forma de vida. Rodada en quechua, la historia de Virginio, Sisa y su nieto Clever refleja con gran realismo temas como el cambio climático, la muerte lenta de un idioma y una cultura y la forma en que los habitantes de lugares inhóspitos luchan con todas sus fuerzas por sobrevivir en la tierra que tanto aman.
Asimismo, el documental Sugar Island, también ópera prima de la directora dominicana Johanné Gómez Terrero se desarrolla en un batey, una comunidad haitiano-dominicana en la que malviven los trabajadores de los cañaverales y sus familias y donde en plena época de zafra transcurre el embarazo de una adolescente de 14 años que trae al mundo a un nuevo trabajador de la caña de azúcar.
La película reflexiona sobre cómo “las feminidades negras” han sostenido a lo largo de la historia el lucrativo negocio del azúcar que es, en palabras de su directora, “la primera industria capitalista del nuevo mundo”. Estas “mujeres empobrecidas, negras y periféricas” encadenan aún hoy la suma de discriminación por razón de sexo, raza y clase social y edad, explica.
El también dominicano Nino Martínez Sosa, después de una prolífica carrera como editor de ficción y documentales, estrenó en 2020 su primer largometraje titulado Liborio, que cuenta la historia de uno de los líderes más destacados del Caribe, Olivorio Mateo— “Papá Liborio”— y la leyenda que surgió a raíz de su muerte en la década de 1920.
¿Qué tienen en común estas tres producciones? Las tres invitan a reflexionar sobre realidades iberoamericanas, las tres recibieron ayudas de Ibermedia para la coproducción de largometrajes, que fueron decisivos para ampliar las posibilidades de financiamiento y la credibilidad de sus proyectos. Y finalmente, las tres son coproducciones con participación de uno o más países.
Utama es una producción conjunta de Bolivia con Uruguay y Francia, escrita y dirigida por el boliviano Alejandro Loayza y ha ganado Premios Platino (música original, fotografía, cine y educación en valores y mejor sonido), mientras que Liborio, que recibió los fondos de coproducción y desarrollo de Ibermedia es un largometraje coproducido entre República Dominicana, Puerto Rico y el Estado árabe de Qatar. Asimismo, la recién estrenada película documental Sugar Island, escrita y dirigida por la dominicana Johanné Gómez Terrero es una coproducción conjunta de República Dominicana y España.
“La coproducción te lleva a colaborar, a pensar en un marco más amplio, a mirar con luces largas y no quedarse contemplando el ombligo. También es una ventana para entender el país con el que se está trabajando”, reflexiona el director de Liborio en su diálogo con el Portal Somos Iberoamérica.
Una mirada crítica
Los directores de Utama, Sugar Island y Librorio defienden un cine comprometido que ayude a construir mejores sociedades mostrando realidades dolorosas, en un continente tan diverso y con tanto construir como es América Latina, apuntan los creadores.
“El cine tiene el gran poder de reflejar una realidad, poner temáticas sobre la mesa e invitarnos a repensar el estado de las cosas, afirma el boliviano Loaysa Grisi, director de Utama, película que refleja con toda crudeza la tragedia humana detrás del cambio climático en una tierra agrietada por la sequía y “cómo estos lugares sufren el abandono sistemático de los Estados”.
“El cine tiene el gran poder de reflejar una realidad, poner temáticas sobre la mesa e invitarnos a repensar el estado de las cosas
La guionista y directora de Sugar Island opina que el cine debe hacernos reflexionar sobre temas que afectan a toda la sociedad, aunque en determinado momento dichas reflexiones puedan resultar incómodas. “A mí el cine que me gusta es el que te deja con más preguntas que respuestas”, el que transforma la visión de los espectadores”, asegura por su parte el director de Liborio, Nino Martínez Sosa.
Ese tipo de cine, visto como un bien cultural más allá del espectáculo o una industria con valor de mercado, que invita a la reflexión y tiene voz propia–muchas veces crítica— necesita fondos para salir de los círculos más elitistas y no estar encadenado al capital comercial, coinciden los tres directores.
Distribución, la gran tarea pendiente
Con el apoyo de Ibermedia, países que prácticamente no tenían ninguna producción audiovisual exportable hoy estrenan películas y ganan premios internacionales. Este programa de cooperación intergubernamental también ha contribuido a desarrollar legislaciones que favorecen el desarrollo cinematográfico y la coproducción entre países robusteciendo así la industria cinematográfica regional.
Con el apoyo de Ibermedia, países que antes tenían una industria audiovisual modesta, hoy estrenan películas y ganan premios internacionales
“Hoy República Dominicana produce entre 20 y 30 largometrajes al año y tiene un cine que no solo se autoconsume, sino que también se exporta. Ibermedia supuso un antes y un después para el cine dominicano (…) un apoyo que va más allá de lo monetario. Es un sello de calidad que internacionaliza los proyectos y facilita la coproducción, un empujón para que producir deje de ser “un ejercicio heroico”, reconoce el director de Liborio.
A pesar de los avances, el gran talón de Aquiles del cine iberoamericano, reconocen los directores, sigue siendo la distribución y comercialización de las películas. ¿Cómo lograr que el cine iberoamericano llegue a más personas?
“Hay que ampliar los canales de distribución para películas que se salen del “mainstream” del cine más comercial”, opina Nino Martínez Sosa (Liborio). Más allá de la recaudación de la taquilla, Loaysa Grisi (Utama) asegura que este cine comprometido, reflexivo y espejo de nuestra realidad debe estar fomentado por políticas de Estado que amplíen las oportunidades de comercialización para sacarlo de los círculos más elitistas.
El cine visto como algo más allá del espectáculo, que tiene voz propia y muchas veces crítica, necesita apoyos públicos e imparciales para no estar encadenado al capital comercial
“Somos un continente entero que hablamos el mismo idioma. Esto es una gran oportunidad de mercado, pero tiene que estar respaldado por los Estados y por el compromiso de fondos públicos”, asegura el director boliviano.
En esta misma línea, Johanné Gómez Terrero (Sugar Island) opina que es clave “que los fondos de apoyo al cine iberoamericano estén en un espacio imparcial para garantizar la diversidad de voces y miradas”.
TESTIMONIOS
Sin Ibermedia la película directamente no existiría, porque gran parte de la financiación se obtuvo gracias a la coproducción con Uruguay. Ganar la convocatoria nos permitió consolidar el financiamiento”.
“Ibermedia gatilló mi carrera. Fue el fondo que primero creyó en el proyecto y permitió que a partir de allí pudiéramos generar alianzas nacionales e internacionales. El sello y la credibilidad que otorga Ibermedia fue muy importante.
“Ibermedia fue la ayuda más grande que tuvimos para Liborio, mi primer largometraje. Me permitió centrar el proyecto, bajarlo a la realidad y presentarlo. Cuando has ganado un fondo de Ibermedia, te miran de otra forma”.
El Programa IBERMEDIA arrancó en 1998 y en estos 25 años ha beneficiado a más de300 proyectos audiovisuales, con una inversión de 124 millones de dólares.
A través de sus 31 convocatorias ha otorgado ayudas a: 1.107 proyectos de coproducción iberoamericanos; 1.123 proyectos audiovisuales en desarrollo; 44 proyectos audiovisuales en desarrollo de series, así como a la promoción y distribución de de 298 películas.
Ha otorgado más de 100 becas de formación en 22 países de Iberoamérica + Italia.
Más de 800 películas estrenadas con apoyo de Ibermedia.
El número de películas dirigidas por mujeres ha estado en constante aumento y representa el 25% de todos los proyectos apoyados.