Desde la Ilustración, la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) han sido frecuentemente comparadas con la luz. La luz que vence a la sombra de la superstición. La luz que guía en el camino de la incertidumbre.
Hoy, afectados por la peor pandemia y crisis socioeconómica que ha vivido Iberoamérica en más de 100 años, esta luz hace más falta que nunca: la CTI está llamada a cumplir un papel urgente, profundo y complejo.
No se trata solamente de conseguir mejores tratamientos, de descubrir y distribuir una posible vacuna, y de acelerar la transformación digital del Estado, la educación y el mercado laboral.
Según la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan, la CTI debe promoverse de manera transversal “para no dejar a nadie atrás”.
“Debe incluir las ciencias sanitarias, pero también las sociales; las tecnologías industriales, pero también las digitales, y debe hacer de la innovación un esfuerzo abierto y democrático”, aclara.
Para conseguirlo, la cooperación entre los 22 países iberoamericanos, con sus programas, redes y experiencias, se ha vuelto más relevante que nunca, como puede verse en los ejemplos que presentamos en este especial de Somos Iberoamérica.
Grynspan dice que es esperanzador que la reacción de la región ante la pandemia del COVID-19 haya incluido una apuesta decidida por la CTI, donde se ha visto el enorme potencial de las alianzas multiactor no sólo para dar respuestas rápidas y efectivas ante la crisis, sino también para tender nuevos puentes entre los gobiernos y la ciudadanía.
Estrategia Iberoamericana de Innovación
Durante la “IV Reunión de Ministras, Ministros y altas autoridades iberoamericanas de Ciencia, Tecnología e Innovación” celebrada de forma virtual a fines de octubre, representantes de los 22 países de Iberoamérica acordaron dar un impulso decisivo a la CTI para promover el desarrollo sostenible en la región y, de manera más urgente, contribuir a la recuperación socioeconómica ante la pandemia del COVID-19.
Los delegados y las delegadas aprobaron una declaración conjunta en la que pusieron en marcha la Estrategia Iberoamericana de Innovación y solicitaron a la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) la creación del Observatorio Epidemiológico Iberoamericano, cuya misión será coordinar y fortalecer las redes y capacidades epidemiológicas ya existentes, con el fin de hacer frente al coronavirus.
Asimismo, en momentos en que millones de ciudadanos de Iberoamérica se ven obligados a trabajar a distancia, acordaron dar prioridad a acciones que contribuyan a reducir la brecha digital, faciliten el teletrabajo y mejoren la protección de datos.
Las autoridades también reiteraron la importancia de aumentar las inversiones en CTI e instaron a aunar esfuerzos para conseguirlas.
Para ello, recomendaron fomentar el intercambio entre los Ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación, de Economía y Hacienda y las Cámaras de Comercio de Iberoamérica, con la participación de los organismos financieros multilaterales y del sector empresarial.
De este modo, la cooperación iberoamericana se ha propuesto crear un nuevo pacto social basado en la ciencia, la tecnología y la innovación para avanzar en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y, en lo inmediato, contribuir a la salida de la crisis del COVID-19.
Un pacto que debe verse como una gran oportunidad para alcanzar la luz al final del túnel.