El 22 de abril de 2020 cuando un virus ponía al mundo en pausa, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres enviaba un mensaje contundente para impulsar el compromiso con una “recuperación verde”. “Debemos convertir la recuperación en una oportunidad para hacer mejor las cosas para el futuro”.
Parece claro que una transformación y recuperación verdes, necesitan también unas “finanzas más verdes”. Se requieren grandes dosis de innovación para integrar la dimensión medioambiental a las operaciones crediticias y hacerlo con resultados medibles, escalables y que generen un impacto real en la transición ecológica.
Los mercados financieros y bancos de desarrollo juegan un papel crucial en el camino hacia una “transformación verde”: economías de cero emisiones, justas e inclusivas en el largo plazo.
En línea con este objetivo, la startup brasileña WayCarbon en alianza con el think tank 2 Degrees Investment Initiative desarrollaron una metodología que apoya la evaluación de los principales riesgos climáticos en las operaciones de crédito de los bancos de desarrollo de Brasil como el Banco de Desarrollo de Minas Gerais (BDMG) y el Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES), entre otros.
La herramienta busca mejorar las capacidades de la industria financiera para que apoye una recuperación verde y justa.
“Proporcionar esta herramienta a los bancos de desarrollo brasileños es clave para avanzar hacia carteras de crédito medioambientalmente sostenibles y proyectos que ayuden a combatir la crisis climática”, explica Laura Albuquerque, gerente de finanzas sostenibles de la consultora WayCarbon desde la COP26 en Glasgow.
Alianzas e innovación frente la crisis climática
Solo a través de las alianzas y una acción colectiva es posible enfrentar un desafío de dimensiones globales. Urge la colaboración de empresas, gobiernos, instituciones gubernamentales, centros de pensamiento, etc.
Precisamente en esa acción colectiva es donde la innovación abierta tiene un papel clave para, según dice la ejecutiva de Way Carbon, “generar nuevas ideas y soluciones que respondan a los desafíos que los sectores productivos y financieros están enfrentando en su camino hacia una transformación verde”.
Integrar la dimensión medioambiental a las operaciones crediticias, con resultados medibles y escalables es un ejemplo de innovación para una recuperación verde.
La colaboración entre la consultora Way Carbon y el centro de pensamiento 2 Degrees Investing Initiative (2DII) especializado en la conexión de entre mercados financieros y objetivos climáticos” fue la respuesta a un desafío lanzado por la Alianza para Acelerar la Transición Climática (UK Pact por sus siglas en inglés), un programa emblemático que forma parte del Fondo Internacional de Financiación del Clima.
UK PACT buscaba ideas innovadoras y con resultados medibles para impulsar la transición a economías de bajas emisiones de carbono. Además de promover la inclusión social, las propuestas debían inspirar acciones futuras para apoyar la reconstrucción postpandemia e inspirar una mayor ambición en la lucha contra el cambio climático.
La propuesta de WayCarbon y 2DII fue seleccionada entre más de 500 proyectos presentados en el área de “financiación verde”. Consiste en una metodología de análisis de los riesgos climáticos en las operaciones de crédito, que conecta en una sola herramienta tanto riesgos físicos como riesgos de transición ecológica.
Por ejemplo, sectores con alta intensidad de emisiones de carbono tienen mayores riesgos en la transición en esta transformación verde y a la vez el mismo sector o compañía, en función de variables geográficas, puede tener además riesgos físicos vinculados a la propia degradación ambiental.
“Una vez desplegada y con los equipos plenamente formados en el uso de la herramienta, esperamos que los bancos de desarrollo puedan evaluar los riesgos y las oportunidades de forma más exhaustiva en los sectores cubiertos por la herramienta: agricultura, industria y energía”, explica Albuquerque.
En definitiva, lo que se busca es mejorar las capacidades de la industria financiera para que apoye una recuperación verde y justa en la transición hacia economías de bajas emisiones. Además, la herramienta evalúa el impacto de los proyectos sobre la inclusión social y la igualdad de género para apoyar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Banca de desarrollo y recuperación verde
Los bancos de desarrollo son instituciones nacionales e internacionales que otorgan créditos, subvenciones e inversiones a proyectos, sectores y actividades que impulsan el crecimiento económico a la vez que generan un beneficio social. Han tenido un papel clave en las dos últimas crisis (la crisis financiera de 2008 y la crisis COVID) porque incrementaron significativamente sus préstamos para inyectar liquidez a las economías.
Los mercados financieros y bancos de desarrollo juegan un papel crucial en el camino hacia una “transformación verde”
En el contexto de la recuperación de la crisis COVID, los bancos de desarrollo tendrán un papel decisivo para movilizar y catalizar inversiones y recursos en la transición ecológica, desarrollando soluciones financieras para micro, pequeñas y medianas empresas y proyectos de infraestructura que vayan en línea con el objetivo de reducción de emisiones de carbono. Por lo tanto, son un punto de partida para unas finanzas más verdes en el contexto mundial.
Aunque Brasil es el séptimo productor mundial de gases de efecto invernadero debido, entre otras razones a la deforestación y las grandes explotaciones ganaderas, también es un país que ha apostado fuertemente por energías limpias. El 85% de su energía eléctrica proviene de fuentes renovables.
Por tanto, la gran asignatura pendiente de Brasil es el uso agrícola de las tierras (70% de las emisiones) y la deforestación. Si esto se redujera a cero, Brasil podría reducir un 44% sus emisiones.
Precisamente la herramienta de Way Carbon pone el foco en sectores clave para acelerar esa transformación necesaria: agricultura con cultivos clave para Brasil como son café, soja y caña de azúcar y ganadería, energía (electricidad solar e hidroeléctrica, así como líneas de transmisión) e industrias como la láctea, la manufactura de piezas de automóviles y accesorios.