El año 1983 marca el nacimiento de lo que hoy se conoce como la “gran revolución”, una innovación que supuso un antes y un después en nuestras sociedades, con una trayectoria tan rápida que pocos podían imaginar que en 1995 se había acabado el uso de Internet. había multiplicado por cien.
Veinte años después y entrando en la segunda década del siglo XXI, esta “gran revolución” ha transformado la vida de millones de personas y hoy somos cada vez más dependientes de la conexión a Internet y sus tecnologías relacionadas.
Utilizamos uno o varios teléfonos móviles con conexión a Internet para buscar información, realizar acciones, trámites, acceder a plataformas web y multitud de servicios que requieren, como requisito supuestamente imprescindible, la conocida geolocalización.
Del hombre de internet, hoy también tenemos avances tecnológicos que hace unos años parecían ciencia ficción como servicios en la nube, redes sociales, plataformas de compra, streaming de contenidos multimedia , robots, GPS, drones, reconocimiento facial, autónomos, entrenadores virtuales. realidad, criptomonedas, computación cuántica o inteligencia artificial con sus múltiples aplicaciones.
Comodidad frente a privacidad
Con el pretexto de mejorar la vida de las personas, estas nuevas tecnologías se van introduciendo poco a poco en nuestras vidas hasta convertirse en imprescindibles. Ofrecemos servicios gratuitos que nos hacen el día a día más fácil y cómodo, pero son pagados indirectamente con la transferencia de una gran cantidad de datos personales.
La tecnología pone a disposición de los ciudadanos muchos recursos gratuitos, por lo que aspectos como la privacidad, la confianza, la seguridad de los datos y la ciberseguridad deben estar muy presentes en un entorno digital infinito e indeterminado.
Es una realidad cuyos límites desconocemos y que aún está en construcción. Múltiples caminos y aproximaciones se abren dentro del universo virtual, también conocido como metaverso, que configurará la forma en que se desarrollará nuestra interacción con la tecnología.
Los temas derivados de los avances tecnológicos, la digitalización y la privacidad han sido objeto de diversos pronunciamientos al más alto nivel político en América Latina. Por ejemplo, en la Declaración de la XXVII Cumbre Iberoamericana (Andorra, 2021) los Jefes de Estado y de Gobierno de la región “ coincidieron en la importancia de lograr una sociedad digital inclusiva, regulada, segura y transparente como fuente de desarrollo sostenible que permita eliminar las brechas digitales entre y dentro de los países ”.
La privacidad en la era digital, así como una digitalización inclusiva y humanista, se debatieron en la Conferencia Iberoamericana
Asimismo, en la Reunión de Ministros y Altas Autoridades de Ciencia, Tecnología e Innovación, celebrada en el marco de la citada Cumbre, se acordó “ Impulsar acciones concretas en el ámbito de la Sociedad Digital, con especial y urgente atención a la reducción y eliminación de la brecha digital, las formas de trabajar a distancia, la privacidad y protección de datos, la veracidad de la información y los derechos en línea, en el marco del mandato de impulsar una Agenda Digital Iberoamericana y promover la organización de una Agenda Digital Foro ”.
La regulación es crucial
Existe la necesidad de proteger la privacidad en el mundo digital, especialmente de las personas más vulnerables. Para eso, necesitamos un entorno digital seguro y accesible que solo se puede garantizar con normas y estándares supranacionales.
Es importante que quienes tienen las facultades de legislar y llegar a acuerdos para garantizar la privacidad, al mismo tiempo, también preserven la libertad de las personas en el entorno digital, estableciendo instrumentos normativos que permitan que la digitalización sea una vía más que fortalezca a las empresas y que garantice la protección de datos personales en la Red con enfoque de derechos.
Debe garantizarse un entorno digital seguro y accesible a través de una regulación supranacional que garantice derechos fundamentales como la privacidad
Neste sentido, a Rede Ibero-americana de Proteção de dados (RIPD), cuja Secretaria Permanente se encontra na Agência Espanhola de Proteção de Dados, aprovou em 2017 os “Padrões de Proteção de Dados Pessoais para os Estados Ibero-americanos” que tomam como referência o regulamento geral publicado em 2016 pela União Europeia, da mesma forma que outros instrumentos internacionais e emblemáticos emitidos pela Organização para a Cooperação e Desenvolvimento Econômico (OCDE), o Conselho da Europa ou o Foro de Cooperação Econômica Ásia-Pacífico.
A nível ibero-americano, estes padrões e diretrizes orientadoras buscam impulsionar e contribuir ao fortalecimento e adequação dos processos regulatórios na região, servindo como modelo para emitir futuras iniciativas regulatórias de proteção de dados ou para a revisão das existentes nesses países.
Entre os objetivos dos Padrões pode-se destacar o estabelecimento de um conjunto de princípios e direitos comuns, a facilitação do fluxo de dados entre os Estados Ibero-americanos, traspassando suas fronteiras para contribuir ao crescimento econômico e social de suas regiões, assim como favorecer a cooperação internacional entre autoridades de controle a todos os níveis intra e extra-Ibero-americanos.
Finalmente, recordando que España fue pionera en reconocer el derecho fundamental a la protección de datos de carácter personal, la Constitución española establece que la ley limitará el uso de las tecnologías de la información para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos. sus derechos sus derechos Desde entonces, han continuado los avances y normativas en la materia, teniendo en cuenta los avances de la tecnología; siguen siendo pioneros: el último, con la aprobación de la Ley Orgánica de Protección de Datos Personales y garantías de los derechos digitales el pasado año 2018.