Freddy es un electricista de Loja, una provincia al sur de Ecuador. A los 22 años salió del país en busca de oportunidades para ayudar en la educación de sus nueve hermanos. Era el año 1999, un momento difícil para la economía ecuatoriana, después del cierre de varios bancos y el inicio del proceso de dolarización. Su destino fue Madrid, España, donde rápidamente encontró trabajo y una carrera profesional que cambiaría su vida. Se fue “a la aventura”, como él dice. Recibió capacitación y participó en la ampliación de una de las líneas del Metro de Madrid. “Fue muy duro dejar mi país y a mi familia, es algo que no quiero volver a vivir”, comenta. Luego de 15 años en Madrid, y tres en Panamá, donde participó en la construcción de la ampliación del Canal, la empresa para la cual trabaja le comunicó que debía trasladarse a Ecuador para la construcción del metro de Quito. Paradójicamente, el nuevo lugar de trabajo de Freddy era el mismo donde un día se despidió de su familia: el antiguo aeropuerto de Quito. En este espacio se construyó la terminal norte del metro de la ciudad, El Labrador. “Cuando empecé a trabajar, lo que quería era tumbar el aeropuerto, tenía malos recuerdos de ese lugar”, comenta. Hoy, Freddy está a cargo de un equipo de 90 herreros y soldadores, con quienes comparte sus conocimientos de construcción para desarrollar la estación de Solanda, al sur de la ciudad. Empleos y oportunidades La historia de Freddy es similar a muchas otras. Decenas de personas que trabajan en la construcción del metro de Quito han retornado desde España o Italia a su país natal. Como cuenta Paul Torres, un herrero que dice sentirse afortunado de “ser parte de una obra tan grande como ésta, cuando no es fácil conseguir trabajo”. Junto a Freddy y Paúl, 2.400 personas trabajan en una de las obras de infraestructura más importantes en la historia de Ecuador. El proyecto del Metro de Quito creará más de 5 mil puestos de trabajo directos y generará aproximadamente 15 mil empleos indirectos, un impulso significativo a la economía del país, en un momento de contracción de la economía. Adicionalmente, las grandes compras de materiales que realiza el consorcio encargado de la construcción del Metro de Quito, como acero, hormigón, clavos, uniformes y otros, también aportan positivamente a la economía. “La constructora siempre intenta que el producto que se compre sea local, se busca minimizar lo que se adquiera fuera del país, así el dinero se queda aquí”, comenta José Luis Guijarro, gerente de Obra Civil del tramo norte.
La reactivación económica de Quito viaja en metro
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