A salvo de los talibanes en un convento

El azulejo de la virgen de la puerta principal contrasta con el interior del convento. No se escuchan plegarias ni cantos celestiales. La música árabe retumba en los altavoces de los móviles de un grupo de refugiados que apoyan sus brazos sobre la barandilla de un balcón cubierto por alfombras multicolores. A lo lejos se divisa un paisaje de pinos y el río Isonzo. La Jungla, como llaman a esos bosquejos, se convirtió durante meses en el hogar improvisado de más de un centenar de refugiados que llegaban exhaustos a Europa a través de la ruta de los Balcanes. Uno de ellos perdió la vida mientras lavaba la ropa en el río, arrastrado por la corriente. Hoy, gracias a una treintena de monjas, las paredes del convento italiano El Nazareno, refugio hace justo un siglo de los heridos de la I Guerra Mundial, se han convertido en guarida de 150 refugiados que han llegado a Italia huyendo de los conflictos de Oriente Medio.

Seguir leyendo.

Continuar lendo