La participación de un país como Uruguay en la cooperación iberoamericana es de singular importancia, tanto para nuestro país como para sus socios de la región.
En los últimos años, Uruguay ha pasado a la categoría de “graduado” en la clasificación del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE. Al ser considerado un país de ingreso alto en esta clasificación, se reducen las oportunidades recibir cooperación al desarrollo en un sentido tradicional. Esta realidad nos desafía a procurar nuevas modalidades de cooperación con un enfoque multidimensional y multinivel que refleje las diversas aristas del desarrollo, bajo el concepto de “desarrollo en transición”.
Este concepto de desarrollo en transición” implica reconocer otras implicaciones de la graduación, así como otras dimensiones clave como la diversidad de las condiciones sociales, económicas, ambientales, culturales, tecnológicas, las brechas estructurales, las asimetrías geográficas y de integración física y de grupo poblacionales, sus necesidades así como sus experiencias.
De esta forma, el paradigma que restringe el desarrollo, ligándolo exclusivamente a la medición a través del Producto Interior Bruto (PIB) debe superarse para dar paso a nuevos enfoques que reflejen mejor la realidad multidimensional de nuestros países.
Cooperación iberoamericana: horizontal e inclusiva
En la cooperación iberoamericana prima el criterio de horizontalidad en el relacionamiento y el trabajo entre pares es clave. Permite a nuestros países cooperar con una modalidad “dual” en la cual un país puede tener tanto el rol de oferente como de receptor de cooperación. ´
En la cooperación iberoamericana un país puede ser al mismo tiempo oferente y receptor de cooperación. Todos los países aportan conocimientos y experiencias, fortaleciendo así las políticas públicas.
Esto abre espacios para que todos podamos aportar saberes, conocimientos y experiencias, así como identificar y plantear necesidades y demandas para recibir cooperación. De esta forma, la bidireccionalidad es posible, y a partir de ella el aporte conjunto en la construcción de un desarrollo más inclusivo y sostenible.
Asimismo, la cooperación iberoamericana contribuye al fortalecimiento de las políticas públicas nacionales al complementar y acompañar las prioridades definidas por cada uno de los países a través de los instrumentos y acciones de cooperación fruto de la expresión de sus mandatario/as reunidos en las Cumbres de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno.
Nuevos desafíos
Hoy, cuando se cumplen 30 años del sistema de Cumbres Iberoamericanas, un espacio en el que Uruguay participa activamente, vale la pena poner el acento en los desafíos comunes que nos unen y que nos proporcionan la fuerza para seguir desarrollando esta forma de cooperación.
La inclusión social, el fortalecer y profundizar los sistemas de protección social, el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático, construir economías más sostenibles e inclusivas, la creación de empleo, la ciencia, la innovación, la revolución tecnológica, las diversas manifestaciones de la cultura y el arte son desafíos que nos siguen interpelando como región y ofrecen un terreno de trabajo para que Iberoamérica continúe siendo un espacio de acción conjunta.
La participación de Uruguay en los programas, proyectos e iniciativas de cooperación iberoamericana en los espacios de cohesión social, conocimiento, cultura y otros temas transversales resulta de especial relevancia, así como también su participación activa en el diálogo político enmarcado en las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno.
Las Cumbres y la cooperación iberoamericana son un marco fructífero que se alinea efectivamente con la estrategia de país de Uruguay.
La Conferencia Iberoamericana es un espacio que permite a nuestros países trabajar desde una lógica solidaria, voluntaria, en donde cada uno participa de acuerdo a sus posibilidades y prioridades, y es en esta lógica simétrica y horizontal que nuestro país participa en la cooperación iberoamericana.
Actualmente, Uruguay tiene participación en 24 programas, iniciativas y proyectos adscritos de cooperación iberoamericana, lo que contribuye al fortalecimiento de las políticas públicas, así como a las capacidades institucionales y de los diversos actores nacionales y locales que en ellos participan.
Trabajar juntos para una agenda post-pandemia
Trabajar juntos es uno de los principales desafíos que tenemos como país y también a nivel de la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional (AUCI). Ese camino está marcado por una labor intensa y dinámica de alianzas con los diferentes actores sociales, como las instituciones públicas y privadas, la sociedad civil, el sector académico, entre otros.
Para que este “trabajo común” ayude a reducir las asimetrías geográficas, de género, etnia y de lugar de procedencia (grupos migrantes) es clave que las oportunidades y los medios disponibles sean conocidos y apropiados en todo el territorio nacional.
El nuevo escenario internacional, regional y nacional al que nos enfrentamos, nos llama a construir una agenda post- pandemia que pasa por repensar estrategias y políticas.
Su despliegue en todo el territorio nacional es clave, así como también lo es el trabajo coordinado y la generación de complementariedades y sinergias con la región y con la agenda iberoamericana.
Uruguay viene trabajando en favor de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible y como hoja de ruta, para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, contribuyendo a la construcción de una ciudadanía iberoamericana solidaria, justa, equitativa, inclusiva y sostenible para “no dejar a nadie atrás.