Como bien apuntó Octavio Paz: “América no es tanto una tradición que continuar, como un futuro que realizar”. Las palabras de este agudo poeta pueden ser extendidas, y en ellas abarcar a toda Iberoamérica.
A pesar de la distancia geográfica, nuestros pueblos están muy próximos por los lazos históricos y culturales que les unen, constituyendo una comunidad que sorprende por sus similitudes pese a su gran diversidad. Pudiéramos decir que Iberoamérica es una “comunidad en la diversidad”, unida a pesar de la distancia y el tiempo.
Son tres décadas de Cumbres, seis lustros de decisiones que han impactado a más de 670 millones de personas en la región iberoamericana
Hacia un nuevo paradigma de desarrollo
Los avances alcanzados en nuestra región no pueden sustraernos de una realidad contemporánea que afecta a la humanidad en su conjunto y que significa un punto de inflexión como consecuencia de tres grandes disrupciones: la pandemia, el cambio climático y la cuarta revolución industrial.
Entendemos que tanto la crisis sanitaria, como la crisis ecológica, al igual que los riesgos derivados de las nuevas tecnologías, responden a un mismo modelo que agotó su ciclo histórico, y que la comunidad de Estados iberoamericanos tiene la responsabilidad, individual y colectiva, de enfrentar
Ahora nuestra mirada debe estar orientada al hecho de que la recuperación post-COVID debe girar en torno a la construcción de un nuevo paradigma que promueva el desarrollo inclusivo y sostenible. Y aquí se deben remarcar estos dos conceptos: inclusión y sostenibilidad.
El tema de la desigualdad es central en la situación actual. La crisis que nos afecta no es solo sanitaria, con un acceso marcadamente desigual a los medios para enfrentar la pandemia, sino que también es social, política y económica, lo que se agrava si le unimos la emergencia climática y la transformación tecnológica. Esta misma desigualdad es la que está en la base de la convulsión que se vive en muchos Estados, justamente porque no hemos logrado disminuir la inequidad en la región más desigual del planeta.
Estamos a tiempo de generar cambios concertados para lograr la sostenibilidad de los sistemas democráticos en cuanto estos se conviertan en un medio que asegure el desarrollo integral de las personas.
Por otro lado, la democracia a nivel global registra el décimo quinto año consecutivo de retroceso. Este debilitamiento de las democracias en nuestro hemisferio se ha traducido en la crisis institucional de los organismos multilaterales de la región, en una avalancha migratoria y en el quiebre de los equilibrios de poder en América Latina. Podemos hablar de un “tiempo convulso”, en el cual Latinoamérica se aleja de la estabilidad social y política que había alcanzado desde finales de los años noventa, y en el cual la inequidad extendida hace insostenible el statu quo sociopolítico.
Resulta preocupante que, en el anterior decenio, en Latinoamérica descendió el apoyo a la democracia de un promedio de 63% a un 48%5. De ahí que el gobierno dominicano reafirme su compromiso de fortalecer la integración regional, y apueste por una reforma de las instituciones que rigen la gobernanza entre naciones para ampliar los espacios de diálogo y concertación que permitan enfrentar las causas estructurales de la inequidad.
Desarrollo justo, verde y sostenible
La sostenibilidad, tanto económica como medioambiental, es esencial para asegurar el bienestar integral de nuestra generación y de las futuras. El cambio climático es innegable, y afecta directamente a Iberoamérica.
Es nuestro deber como liderazgo político emprender acciones que enfrenten tanto las causas como los efectos de este cambio climático. Y aquí, las acciones deben ser muy concretas, no abstractas, por lo que debemos actuar como bloque cohesionado para cumplir tanto las directrices del Acuerdo de París como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En este sentido, un primer paso que puede dar la Cumbre Iberoamericana es impulsar un enfoque integral para la gestión del clima y los riesgos asociados, ofreciendo a los gobiernos y comunidades la ayuda necesaria para reducir, evitar y minimizar los riesgos climáticos actuales y futuros. Por supuesto, este enfoque debe basarse en la toma de decisiones informadas, por lo que el apoyo de iniciativas que aumenten la información científica es esencial si deseamos aplicar decisiones pertinentes de adaptación a un clima cambiante y de fomento de la resiliencia ante los fenómenos meteorológicos extremos. Unido a esto, debemos aumentar la voluntad política y el apoyo financiero para reforzar los sistemas de alerta temprana, gestión de riesgos y de adaptación, como son los servicios meteorológicos, climáticos e hidrológicos.
República Dominicana ha propuesto buscar nuevos mecanismos de financiamiento que permitan la transición hacia un nuevo modelo de desarrollo justo, verde y sostenible.
Este financiamiento debe ir dirigido a la innovación, el desarrollo de industrias culturales, tecnológicas, el turismo sostenible, energías renovables, entre otras, y deberá estar subordinado a que los proyectos receptores de ese financiamiento cumplan con requisitos de igualdad de género, sostenibilidad y resiliencia, justicia y equidad.
Financiamiento
Un mecanismo que consideramos idóneo para esto es el establecimiento de un Fondo de Recuperación y Reestructuración con el objetivo de ofrecer a los países los instrumentos financieros para hacer una transición hacia una nueva economía, caracterizada por el desarrollo sostenible y la innovación. República Dominicana ha expresado su intención de trabajar en ese camino en cuanto este Fondo busca convertirse en catalizador de una transformación regional que tenga la agenda del siglo XXI al centro, y no al margen. En esta línea, la pasada reunión de Ministros y Ministras de Hacienda y Economía del 26 de mayo del año en curso abordó la necesidad de crear estos mecanismos renovadores de financiamiento.
Al respecto, buscamos mecanismos para permitir a los países de renta media un mayor acceso a nuevos fondos a través, por ejemplo, de emisiones creativas de los Derechos Especiales de Giro. Esto ayudaría a apalancar la deuda de estos países y además a corregir una injusticia histórica, ya que Latinoamérica es la única región cuyos organismos financieros no son tenedores de Derechos Especiales de Giro.
Nuestro país apuesta por el esfuerzo mancomunado y no escatimará recursos para unificar criterios y concertar medios que mejoren la calidad de vida de nuestros pueblos iberoamericanos.
República Dominicana apuesta por el esfuerzo mancomunado, y no escatimará recursos para unificar criterios y concertar medios que mejoren la calidad de vida de nuestros pueblos iberoamericanos. Siguiendo el lema que hemos elegido, durante todo el período que República Dominicana ostente la Secretaría Pro-Témpore de la Conferencia Iberoamericana, trabajaremos arduamente para establecer un fondo de recuperación y reestructuración, que sea la base de una gran alianza regional por el desarrollo, y que facilite no solamente la recuperación post-pandemia, sino el tránsito hacia un nuevo orden económico, justo, verde y, sobre todo, sostenible para todos los hombres y mujeres.
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Resumen del artículo del ministro de Relaciones Exteriores de Rep. Dominicana, Roberto Álvarez Gil en la edición No. 11 de la Revista Pensamiento Iberoamericano.