A un año del terremoto de 7.8 de magnitud que sacudió a las provincias de Manabí y Esmeraldas, en Ecuador, la organización TECHO realiza un balance de su acción. Un total de 204 viviendas de emergencia fueron construidas en las comunidades de Cabuya (cantón de Pedernales), Tabuga (Jama), San Isidro (Sucre) y Boca del Río Sucio (Muisne). Las familias afectadas se involucraron en el proceso de construcción junto con más de 2.000 jóvenes voluntarios y voluntarias que se movilizaron desde diferentes puntos de Ecuador. La ciudadanía y el sector privado permitieron la recaudación de los fondos necesarios para realizar estas actividades.
Un estudio previo a la construcción, en coordinación con las autoridades locales y otras organizaciones, permitió diagnosticar la situación de las familias y definir las líneas de acción. TECHO enfocó sus labores, principalmente, en familias en una situación anterior de pobreza y vulnerabilidad. Recientemente, un informe posterior fue realizado para conocer la realidad actual de las familias, en las que se destaca la percepción de seguridad con la construcción de la vivienda de emergencia. “Debido a que tengo mi vivienda, ahora puedo salir de ella y sentirme seguro, sabiendo que mis cosas están protegidas. Así fue que pude salir a buscar trabajo y ya lo encontré”, expresa uno de los entrevistados.
Debido a que tengo mi vivienda, ahora puedo salir de ella y sentirme seguro, sabiendo que mis cosas están protegidas. Así fue que pude salir a buscar trabajo y ya lo encontré
Para María Jesús Silva, directora del Centro de Investigación Social de TECHO en América Latina, es importante que se avance en la reflexión sobre las realidades que agravan las situaciones de emergencia que enfrenta la región, tanto en Ecuador, como más recientemente en Perú y Colombia: “En nuestro trabajo conjunto con personas que viven en asentamientos informales y en las acciones que desarrollamos también en contextos de emergencia en diferentes países, nos encontramos con un denominador común que consiste en cómo la emergencia inmediata se acentúa por una emergencia anterior: la situación de pobreza y exclusión en la que viven millones de familias en asentamientos informales y otras comunidades”, expresa Silva.
“Esta situación dispara de manera desmedida su vulnerabilidad frente a las catástrofes naturales, y marca la urgencia de la consecución de acuerdos internacionales que nos acercan a replantearnos el paradigma actual de desarrollo urbano, como la Nueva Agenda Urbana, definida en Hábitat III, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, señala.
Para Silva también es de destacar cómo estos contextos de emergencia también ponen de manifiesto “el potencial de solidaridad y voluntad que mueve a nuestra región, enseñando así cuán importante es el involucramiento de todos y todas, y el trabajo articulado para enfrentar los desafíos que vive Latinoamérica”.
Entre tanto, Ennita Guerrero, madre soltera y desplazada por el terromoto, que vive actualmente en la comunidad San Eloy, donde TECHO trabaja, concluye: “Hay que seguir adelante, no quedarse estancado con las cosas que pasaron. Hay que seguir adelante, eso es lo que creo yo”.