En los últimos años se percibe como novedosa la participación del sector privado en la agenda internacional del desarrollo.
El lanzamiento de la Agenda 2030 en el año 2016, reforzaría esta cuestión, derivada del objetivo 17, y particularmente su meta 17.17 sobre el fomento de alianzas público-privadas, pero sobre todo porque de manera transversal, está claro que, si se busca el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la mayoría de ellos, sólo se podrían alcanzar con un mayor compromiso e involucramiento del sector privado.
De manera más evidente, pero no única, es el caso de los ODS 8 sobre trabajo decente y crecimiento económico, el ODS 9 sobre innovación e infraestructura, o el ODS 12 sobre producción y consumo responsable.
Sin embargo, es importante destacar que dicha participación o inclusión, no es realmente tan novedosa ni reciente, como se deduce de experiencias de colaboración público-privada como el programa “Developpp” de la Agencia Alemana de Cooperación (GIZ) que viene implementando desde hace casi dos décadas.
En igual sentido, la consideración de este actor y el desarrollo de estrategias e instrumentos para su inclusión por parte de la AECID desde hace ya una década como se reflejaría en su tercer y cuarto Plan Director (como lo es su “Protocolo para gestión de APPDs”.
Otros ejemplos de iniciativas afines por parte de otras agencias de cooperación de países del norte, del Sistema de Naciones Unidas y su iniciativa del Pacto Mundial, de entes privados como el WBCSD y su SDG Compass, pero también, recientemente, de países emergentes como Perú o México, que como cooperantes duales vienen desarrollando marcos de colaboración con el sector privado y comienzan a avanzar en la implementación de algunas estrategias, como es el caso de la Alianza Por la Sostenibilidad de la AMEXCID.
Así, se vuelve relevante conocer con mayor detalle como se ha venido dando la inclusión de este actor en el ámbito de la cooperación internacional, y analizar una serie de interrogantes tanto a nivel país, como a nivel internacional, tales como:
- ¿Cuándo se habla de sector privado a qué o quién nos referimos?,
- ¿qué puede ofrecer el sector privado a las agendas internacionales sobre eficacia y financiación al desarrollo?,
- ¿cuáles son las mejores formas de colaboración entre el sector público y privado para la consecución de los ODS?, y
- ¿qué iniciativas público-privados se conocen en países emergentes?.
En dicho contexto el reciente texto “Consideraciones sobre el papel del sector privado en la cooperación internacional para el desarrollo, una mirada desde México”, editado por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luís Mora (2018), busca contribuir a las investigaciones en la materia, particularmente desde el caso mexicano.
Para ello, el trabajo se estructura en torno a tres capítulos, el primero hace una revisión sobre el vinculo de sector privado y cooperación internacional, a fin de entender como ha evolucionado dicho vínculo desde hace más de dos décadas, así como precisar algunos aspectos conceptuales como el de la Responsabilidad Social Empresarial, planteado como un marco de referencia alternativo para abordar esta temática.
El capítulo dos, se centra en analizar las principales formas de colaboración público-privadas a las que suele aludir la literatura existente, a fin de encuadrar el caso mexicano y los avances de la AMEXCID en dicho terreno, en tres de estas: las alianzas público-privadas, la filantropía empresarial y negocios inclusivos o en la base de la pirámide.
El tercero y último capítulo, busca reflexionar sobre esta temática en torno a algunas de las criticas que han surgido alrededor del involucramiento privado en el ámbito de la cooperación internacional, por ejemplo, si la participación privada realmente resuelve los problemas de pobreza asociados a la agenda internacional, o hasta dónde estamos en la antesala de la privatización de la cooperación.
La publicación cierra en un tono optimista y conciliador, reconociendo las virtudes y aportaciones propositivas que conlleva la inclusión privada en la agenda del desarrollo.
Así, se plantea por ejemplo, la idea de considerar estrategias que han sido menos visibles, pero con amplio potencial en el contexto de la cooperación internacional, como lo son los emprendimientos sociales de los que ya hablaba Yunus (2010) en “Empresas para todos”, o Polak (2011) en “Como acabar con la pobreza”, y recurrir a técnicas más propias de los emprendimientos emergentes o startups, adaptadas al ámbito social, como las metodologías lean (Ries 2011, Blank 2007, Blank y Dorf 2013), a fin de crear modelos de negocio adaptados a las necesidades sociales que puedan además, estar en sintonía con los ODS.