México atraviesa por una transformación estructural como resultado de la aplicación de reformas nacionales aplicadas en el marco de la Agenda 2030. Esta transformación abarca cambios en la economía, el marco de derechos y la vida social.
Y, aunque en las últimas décadas el país ha mejorado su nivel de desarrollo humano, las reformas estructurales no han tenido el impacto esperado, y México continúa siendo un país de profundos contrastes, en el que persiste una elevada desigualdad, pobreza y falta de crecimiento económico.
Las cifras de pobreza, exclusión y desempleo no muestran una tendencia de mejoría: 53 millones de personas viven en la pobreza, de los cuales al menos 11,4 millones viven en pobreza extrema y 7,2 millones son consideradas población vulnerable de ingresos.
En este contexto han surgido alternativas que buscan paliar algunos de los efectos generados por la pobreza y el desempleo.
Estas alternativas han llegado, por un lado, desde la academia, que ha contribuido con un análisis de la problemática que nos aqueja, pero también con la construcción y validación de aparatos conceptuales y metodológicos que impulsen proyectos de empresa con una racionalidad distinta a la empresa tradicional.
Por otro lado, desde lo empírico, han aparecido propuestas espontáneas por parte de la población social y económicamente vulnerable para generar mecanismos que les permitan sustentar necesidades de empleo e ingreso.
Y, por último, han surgido empresas y emprendedores que sugieren modelos de negocios en los cuáles el rendimiento económico es tan importante como el impacto social y/o medioambiental de la compañía.
México continúa siendo un país de profundos contrastes, en el que persiste una elevada desigualdad, pobreza y falta de crecimiento económico (…) En este contexto han surgido alternativas que buscan paliar algunos de los efectos generados por esta situación.
La novedad del Cuarto Sector
El concepto del Cuarto Sector es relativamente nuevo en México y no hay antecedentes claros acerca de su inicio.
Sin embargo, su origen puede ser relacionado a las prácticas económicas asociadas a la economía social y la economía solidaria, por la tradición cooperativista que es tan fuerte en el país y que ambas comparten.
En México aún se engloba bajo la etiqueta “economía social y solidaria” a aquellas entidades que no pertenecen ni al sector público ni al sector privado y que se presentan como entidades mercantiles con ánimo de lucro y sostenibilidad financiera, pero que persiguen objetivos sociales y/o medioambientales.
Las empresas asociadas al Cuarto Sector sugieren la necesidad de un cambio en la lógica que orienta a la economía en sus actividades de producción, circulación, consumo y financiación.
Plantean la reivindicación de lo económico como una construcción social y política y la transformación de los mercados como elementos únicos del orden económico; cuestionan la entronización del capital, del mercado global y de la racionalidad instrumental como únicas reglas de la integración social y económica.
Los retos
No hay que olvidar que, actualmente, el Cuarto Sector no es considerado en México como un ámbito que contribuya a la generación de riqueza nacional y al bienestar de los mexicanos. Esto puede obedecer a dos razones.
La primera, es que los logros en términos tanto cualitativos como cuantitativos de las empresas del Cuarto Sector no son difundidos correctamente. Poco o nada se sabe de compañías que, al tiempo de ser rentables, logran contribuciones importantes en términos de inclusión económica, fortalecimiento del tejido social y asociativo, cuidado del medio ambiente y creación de redes de solidaridad.
La segunda de las razones tiene que ver con que no ha habido políticas públicas que apoyen de manera contundente a este sector, facilitando su gestación, desarrollo y consolidación.
Las actuales políticas públicas más bien están diseñadas para el fomento de las actividades que realizan las empresas privadas y públicas.
El reto es grande. Hay, por supuesto, mucho que debatir acerca del Cuarto Sector y, sobre todo, entender que las iniciativas asociadas a él no se presentan como ejercicios definitivos; se presentan más bien como un germen de transformación que nos permitirá construir nuevas formas de relacionarnos con lo económico.
Esta nueva forma de relacionarse deberá plantearse una articulación entre el principio de interés privado con el interés público y los intereses comunitarios.