Garantizar la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe, al tiempo que se mantienen unas políticas de desarrollo respetuosas con el medio ambiente es clave para afrontar un futuro próspero para la región y sus habitantes. Por eso, en este nuevo Somos Iberoamérica apostamos por mostrar, a través de varias tribunas, entrevistas y reportajes, una radiografía integral a los retos y dificultades que afrontan los países en el ámbito rural y urbano, en su lucha contra la malnutrición y los efectos de la crisis climática.
Abordamos también los éxitos de políticas públicas que combaten esa lacra que afecta a 60 millones de ciudadanos y que se ha agudizado tras la invasión de Ucrania y la pandemia. Nos sumergimos en los retos de la Cooperación Sur-Sur y compartimos cómo la experiencia colombiana en nutrición infantil en Antioquia está ayudando a las familias de la provincia de Veraguas, en Panamá, donde 160 familias ya están recogiendo las primeras cosechas de sus huertas familiares. El proyecto reafirma el compromiso que tiene el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) panameño “por promover un desarrollo social, donde todos y todas tengan las mismas oportunidades. Sobre todo, las poblaciones más vulnerables y excluidas”, según explicó durante la presentación la ministra María Inés Castillo.
En este nuevo Somos Iberoamérica apostamos por mostrar los retos y dificultades que afrontan los países en su lucha contra la malnutrición y los efectos de la crisis climática.
Y de hambre sabe mucho el escritor y periodista argentino Martín Caparrós, que conversa -en exclusiva para Somos Iberoamérica- sobre las desigualdades y la voluntad de combatir el hambre. El autor subraya la necesidad de acabar con la inequidad y llevar a cabo un mejor reparto de la riqueza. De ese modo, considera, los alimentos que se producen en el mundo y que son más que suficientes para alimentarnos a todos, estarían mejor distribuidos y no los acapararían unos pocos para especular. Habla de una consecuencia directa de la globalización alimentaria, algo sobre lo que nos ilustra la doctora en Relaciones lnternacionales y miembro del Observatorio de Derecho a la Alimentación (ODA), Kattya Cascante. “Desde la falta de compromiso multilateral al efecto del monopolio de semillas, pasando por la incidencia de las energías fósiles en la lista de la compra, el sistema agroalimentario carece de unas reglas del juego compartidas. Así nos encontramos con fenómenos como la pérdida de biodiversidad debido al avance de transgénicos, desplazamiento de cultivos alimentarios por los agrocombustibles y una mayor rentabilidad en las tierras que no se cultivan dado que favorecen la volatilidad de los precios”.
Porque parece que la inequidad está en esa globalización alimentaria que no llegó, como se cuenta en el siguiente artículo. En ese sentido, las Jefas y Jefes de Estado iberoamericanos, conscientes de la necesidad de tomar medidas para paliar y acabar con el hambre y garantizar la soberanía alimentaria de su ciudadanía, suscribieron en marzo de 2023 la Ruta Crítica para alcanzar una seguridad alimentaria incluyente y sostenible en Latinoamérica, en la que ponen el acento en cómo “la disrupción de las cadenas agroalimentarias tanto en sus instancias productivas como de distribución, tiene un impacto sin precedentes en los sistemas agroalimentarios” y en su deseo de mejorarlas a través de distintas iniciativas que no pueden retrasarse.
Y a la hora de poner soluciones y abordar la desigualdad resulta fundamental abordar al tiempo la crisis climática. En ese sentido, la nueva Secretaria General electa de la Organización Meteorológica Mundial, la argentina Celeste Saulo, pone el acento en las alertas tempranas y en el fortalecimiento de los servicios nacionales meteorológicos. Porque la inequidad, según la experta, es otra de las variables a tener en cuenta cuando hablamos de prevenir catástrofes naturales. Aquellos países con menos recursos se verán también más afectados. “La vulnerabilidad de los países en desarrollo y de los pequeños estados insulares es mucho más grande, porque las necesidades a resolver son más básicas todavía. Es decir, no resuelto el tema del agua potable, de la vivienda, de la salud, de la educación… Si a eso le agregamos las amenazas naturales y los desastres que se producen en algunos lugares uno se da cuenta que es muchísimo más grave”.
En las áreas rurales, pero sobre todo en los núcleos urbanos, que son responsables de hasta el 70% de la emisión de gases de efecto invernadero, habrá que tomar medidas para disminuir el impacto de la contaminación.
«La disrupción de las cadenas agroalimentarias tanto en sus instancias productivas como de distribución, tiene un impacto sin precedentes en los sistemas agroalimentarios”
Trabajar de forma conjunta en políticas que contribuyan a ser más sostenibles desde el punto de vista medioambiental al tiempo que comparten experiencias e identifican desafíos es lo que están haciendo las ciudades iberoamericanas de Coimbra, Portugal; Cuenca, Ecuador; Donostia-San Sebastián, España; Lanús, Argentina; Los Cabos, México; Mendoza, Argentina y São Paulo, Brasil.
Porque contar con ciudades que contaminen menos y tengan una mejor distribución de la riqueza que garantice el acceso a una alimentación nutritiva y de calidad son la clave para una buena salud. Así lo explican Frederico Peres, biólogo e investigador especialista en Salud Pública de Fiocruz, Ana Laura Brandão, doctora en Salud pública e investigadora del citado organismo y Juliana Casemiro, también investigadora y profesora adjunta del Instituto de Nutrición de la Universidad del Estado de Río de Janeiro: “Las interconexiones entre la inseguridad alimentaria y la crisis climática son diversas, imbricadas y cada vez más posicionadas en la centralidad de los debates y de los desafíos para la salud pública global, especialmente porque producen impactos más evidentes en países y regiones donde las desigualdades históricas y estructurales son más evidentes, como en Latinoamérica”.
Las soluciones son complejas, pluridisciplinares y deben escribirse desde nuevas ópticas. Garantizar esa seguridad alimentaria incluyente y sostenible, afirma desde Perú el secretario de Gobierno y Transformación Digital, Alain Dongo Quintana, debe hacerse “a través de nuevas propuestas, en donde la innovación digital y colaborativa se perfila como una de las más efectivas y sustentables”. Algo que requiere una política centrada en las personas que incluya dicha transformación digital e la innovación “como dinamizadores de una sociedad más inclusiva, eficiente, resiliente y sostenible”. Y que intentarán hacer gracias a las propuestas de la ciudadanía como sede del Laboratorio de Innovación Ciudadana – LABIC.