Paz Arancibia: “El Convenio 190 es un logro histórico contra el acoso sexual”

Especialista senior regional de Género de la OIT

Paz Arancibia: “El Convenio 190 es un logro histórico contra el acoso sexual”

El Convenio 190 de la OIT, aprobado en el 2019, por amplío consenso, aporta certezas y nuevos derechos para las trabajadoras. El acoso es definido como “práctica inaceptable”. La experta de la OIT destaca los logros del diálogo social y que España y once países de América Latina y el Caribe ratificaron la normativa.   

La especialista senior regional de Género de la OIT aborda también en entrevista exclusiva temas como la economía de los cuidados y el aporte de las mujeres migrantes. 

Una proposición sexual para ascender. Una mirada incómoda. Una invitación a cenar, fuera de horario y lugar, para hablar de la agenda laboral. Una tocada de paso en la oficina. Un mensaje de chat con preguntas sobre gustos sexuales. Una presión para aceptar relaciones a cambio de continuidad. Casi 2 de cada 10 mujeres sufrió acoso y violencia sexual en el ámbito laboral. El Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo define como un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables o de amenazas, ya sea que se manifiesten una sola vez o de manera repetida, que causen o tengan por objeto causar, un daño físico, psicológico, sexual, económico e incluye el acoso y la violencia por razón de género”.

El convenio 190 de la OIT define la violencia sexual en el ámbito laboral comoun conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables o de amenazas, que causen o tengan por objeto causar, un daño físico, psicológico, sexual, económico e incluye el acoso y la violencia por razón de género”.

La normativa fue aprobada en el 2019, durante la Conferencia Internacional del Trabajo, en el centenario de la OIT, después de la liberación de la palabra que comenzó, en el 2015, con #NiUnaMenos, en Argentina; siguió con los relatos de #MiPrimerAcoso en Brasil y México, en 2016; el #MeToo, en Estados Unidos y #YoTeCreoHermana en migrantes de Guatemala y España, en 2017. Es importante porque incorpora reglas que no pueden dejarse de lado, más allá de los cambios del humor social e incluso las alternancias electorales. Ya adoptaron la reglamentación 47 países a nivel mundial, entre ellos, España y once de América Latina y el Caribe: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Chile, Ecuador, El Salvador, México, Panamá, Perú y Uruguay.

Hace seis años se reconoció, por primera vez, el derecho de toda persona a un mundo de trabajo libre de violencia y acoso. El Convenio fue aprobado con un gran consenso intersectorial (entre gobiernos, sindicatos y empresas) e internacional (con la participación de 187 países): obtuvo 439 votos a favor, 7 en contra y 30 abstenciones.

Se puede aplicar a trabajadoras/es formales e informales y no solo es aplicable a situaciones dentro del espacio laboral; también para las comunicaciones vía mail o chat y el transporte.

Todavía falta que ratifiquen el Convenio Portugal, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana y Venezuela. Por eso, es fundamental, seguir avanzando para garantizar un trabajo libre de violencia en todos los países. Es una reglamentación que entiende las diferencias de género pero que también puede ser utilizada por varones en situaciones de desigualdad. Se puede aplicar a trabajadoras/es formales e informales y no solo es aplicable a situaciones dentro del espacio laboral (en la oficina, la redacción, la fábrica o el negocio) sino también para las comunicaciones vía mail o chat y el transporte.

El trabajo doméstico no es más invisible, es trabajo

La violencia sexual estaba invisibilizada en los espacios laborales. Y el trabajo doméstico estaba invisibilizado como trabajo. El Convenio 189, en el 2013, reglamentó los derechos de las trabajadoras domésticas y el 190, en 2019, enmarcó el acoso y la violencia sexual. En solo seis años dos problemas que afectan, particularmente a las mujeres, lograron una legislación internacional que pone un piso de derechos estables a nivel internacional. Por eso, aunque son dos convenios distintos, sobre áreas diferentes, implicaron un gran avance para las demandas de mujeres sobre problemas a los que no se les había dado relevancia y que con un auge de la organización lograron avances significativos.

El Convenio 189 sobre trabajadoras domésticas fue adoptado en 2013 y está ratificado por Argentina, Bolivia, Chile, Brasil, Costa Rica, Colombia, Ecuador, España, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana y Uruguay. Faltan El Salvador, Cuba, Guatemala, Honduras y Venezuela. Es crucial para 73 millones de personas que viven de este trabajo en condiciones de precariedad, informalidad y riesgo de maltrato muy altos. En 2023 la OIT propuso la formalización, la equiparación de derechos, la valorización y la profesionalización del trabajo doméstico a través de la certificación, el fortalecimiento de organizaciones y espacios de diálogo y la mejora de la seguridad y la salud en el trabajo. La OIT busca expandir el modelo de las 5R: reconocer, reducir, redistribuir, recompensar y representar el trabajo de cuidados.

“Las trabajadoras domésticas enfrentan importantes déficits de trabajo decente”

“A nivel global, la demanda de cuidados remunerados sigue aumentando, impulsada por el envejecimiento de la población y las necesidades insatisfechas de los hogares, lo que ha desencadenado una crisis de los cuidados en muchos países. Las trabajadoras domésticas son fundamentales en este ámbito, representando al menos una cuarta parte del personal del sector, una cifra aún mayor si se consideran las empleadas a través de proveedores de servicios. Sin embargo, enfrentan importantes déficits de trabajo decente”, destaca Paz Arancibia, Especialista Senior Regional Género y No Discriminación, de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe. Arancibia es Licenciada en Ciencias Políticas, Administración Pública y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, con un Máster en Gobernanza por el Instituto de Estudios para el Desarrollo de la Universidad de Sussex (Reino Unido) y Vocal experta del Consejo Asesor de Brecha de Género del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones de España.

¿El convenio 190 de la OIT representa un logro de las voces de las mujeres? 

La violencia y el acoso en el mundo del trabajo representan barreras significativas que impiden a las personas, especialmente a las mujeres, acceder al mercado laboral, mantenerse en él y progresar en sus carreras. El Convenio 190 de la OIT es un logro histórico del tripartismo y del diálogo social entre gobiernos, organizaciones sindicales y empleadores, destinado a construir un entorno laboral seguro, justo y respetuoso para todas las personas trabajadoras. Es importante destacar el papel crucial que han desempeñado las mujeres sindicalistas y los grupos más vulnerables a la violencia y el acoso, quienes enfrentan múltiples interseccionalidades. Entre ellos, las trabajadoras del hogar, las mujeres indígenas, afrodescendientes y migrantes han liderado esfuerzos para promover un aumento significativo en las ratificaciones del Convenio desde su adopción en 2019. Uruguay fue el primer país en ratificarlo, y hasta la fecha, 47 países lo han adoptado a nivel mundial, de los cuales 11 están en América Latina y el Caribe: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Chile, Ecuador, El Salvador, México, Panamá y Perú.

¿Cuáles son las formas del acoso laboral?

La violencia y el acoso en el mundo del trabajo se manifiestan de diversas formas, que van desde intimidación, abuso y amenazas hasta actos más graves, como la violencia y el acoso sexual. El Convenio 190 ofrece la primera definición internacional de estos fenómenos. Según su artículo 1, se entienden como un «conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten una sola vez o de manera repetida, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar un daño físico, psicológico, sexual o económico, e incluye la violencia y el acoso por razón de género». La adopción e implementación del Convenio 190 envía un poderoso mensaje de compromiso para garantizar un mundo laboral basado en la dignidad, el respeto y la igualdad de oportunidades para todas las personas.

¿Se puede cambiar la cultura del acoso?

Cambiar las actitudes y las normas sociales que perpetúan estos comportamientos nunca es fácil, pero es esencial para erradicar la violencia y el acoso en el mundo laboral. Sus consecuencias afectan profundamente la salud física, psicológica y sexual de las personas, además de vulnerar su dignidad y afectar sus entornos familiares y sociales. Las estadísticas recientes destacan la gravedad de esta problemática. Una de cada cinco personas empleadas ha sufrido al menos una forma de violencia y acoso laboral, según datos de la OIT y la Fundación Lloyd’s Register y Gallup, del 2022. En particular, 17.7% de las mujeres reportaron haber experimentado violencia y acoso sexual en el ámbito laboral, frente a 7.2% de los hombres. Además, las mujeres jóvenes tienen un 5.5% más de probabilidades que sus pares varones de haber sufrido violencia y acoso psicológico en el trabajo.

“Cambiar las actitudes y las normas sociales que perpetúan estos comportamientos nunca es fácil, pero es esencial para erradicar la violencia y el acoso en el mundo laboral”

¿Cómo se puede prevenir el acoso laboral, la incomodidad y las situaciones definidas como inaceptables?

El Convenio 190 de la OIT es un instrumento global que exige a los Estados miembros que lo han ratificado, en consulta con las organizaciones representativas de empleadores y trabajadores, adoptar un enfoque inclusivo, integrado y sensible al género para prevenir y abordar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Este instrumento subraya la necesidad de tomar medidas para mitigar el impacto de estos fenómenos, promoviendo un entorno laboral seguro y digno para todas las personas.

La desigualdad de género es uno de los principales factores que alimentan la violencia y el acoso en el ámbito laboral. Por ello, es crucial atacar las causas subyacentes de la discriminación de género, como los estereotipos, el abuso de poder relacionado con el género y los factores de riesgo que vinculan la violencia doméstica con sus efectos en el mundo del trabajo. Esto implica ir más allá de las reacciones inmediatas y adoptar políticas con enfoque de género que desafíen las normas sociales discriminatorias, fomenten ambientes laborales equitativos y saludables, y promuevan la igualdad. En este contexto, el marco de seguridad y salud en el trabajo (SST) se presenta como una herramienta integral y preventiva para abordar estos problemas de manera anticipada, evitando que se llegue a situaciones que requieran mecanismos de reparación.

Este enfoque preventivo debe ir acompañado del fortalecimiento del diálogo social y la negociación colectiva, donde sindicatos y organizaciones de empleadores actúen como aliados estratégicos en la implementación de políticas eficaces. A largo plazo, la integración de la SST en las estrategias relacionadas con el lugar de trabajo es una de las vías más directas y colectivas para combatir la violencia y el acoso laboral. Al centrarse en mejorar el entorno laboral y prevenir riesgos, se sientan las bases para construir espacios de trabajo respetuosos y dignos.

¿Qué aporta la ratificación del Convenio 190 a las trabajadoras?

Para los países que han ratificado el Convenio 190 este acto envía un poderoso mensaje de compromiso con la construcción de un mundo laboral basado en la dignidad y el respeto. Además, refuerza la promoción del trabajo decente, sirve como ejemplo para otros Estados miembros interesados en ratificar el convenio y puede tener un efecto multiplicador al fomentar el cumplimiento de otras normas internacionales del trabajo. Asimismo, su implementación contribuye significativamente a la formalización del trabajo en la economía informal, fortaleciendo la justicia social y la igualdad laboral.

¿Se cumple el convenio 189 para las trabajadoras del hogar o de casas particulares?

El Convenio 189 de la OIT, adoptado en 2013, ha sido un hito en la promoción del trabajo decente para los 73 millones de personas trabajadoras domésticas a nivel mundial, según datos de la OIT, del 2022, con un impacto especialmente destacado en América Latina y el Caribe, donde 18 de los 43 países que lo han ratificado pertenecen a esta región. Sin embargo, más de una década después de su aprobación, la implementación efectiva de las leyes y políticas sigue siendo un desafío importante.

¿Cómo se puede mejorar el trabajo de las mujeres migrantes que sostienen el cuidado?

En América Latina, el trabajo doméstico emplea a 14,8 millones de mujeres y esa cifra representa al 13,8% de la población económicamente activa femenina. Esta ocupación se caracteriza por la sobre-representación de mujeres indígenas, afrodescendientes, migrantes y jefas de hogar, muchas de las cuales pertenecen a los sectores más empobrecidos. Este contexto evidencia las profundas desigualdades que aún afectan a las trabajadoras domésticas y subraya la necesidad de redoblar esfuerzos para garantizar su acceso a derechos laborales básicos.

“Hay una sobre-representación de mujeres indígenas, afrodescendientes y migrantes, muchas de las cuales pertenecen a los sectores más empobrecidos, en la economía del cuidado”

¿Cuáles son los desafíos para cuidar a las que cuidan?

En 2023, la OIT, junto a actores tripartitos, desarrolló la Hoja de Ruta de Cartagena de Indias, que propone cinco ejes clave para abordar los desafíos del sector: formalización, equiparación de derechos, valorización y profesionalización del trabajo doméstico a través de la certificación, fortalecimiento de organizaciones y espacios de diálogo y mejora de la seguridad y salud en el trabajo. Complementariamente, el Convenio 190 ofrece una herramienta esencial para combatir la violencia y el acoso, fenómenos especialmente frecuentes en un sector marcado por relaciones de poder desiguales y el aislamiento en espacios privados.

¿Por qué se desvaloriza a las que cuidan pero se necesitan más personas que cuiden a los mayores y a las infancias?

A nivel global, la demanda de cuidados remunerados sigue aumentando, impulsada por el envejecimiento de la población y las necesidades insatisfechas de los hogares, lo que ha desencadenado una crisis de los cuidados en muchos países. Las trabajadoras domésticas son fundamentales en este ámbito, representando al menos una cuarta parte del personal del sector, una cifra aún mayor si se consideran las empleadas a través de proveedores de servicios. Sin embargo, enfrentan importantes déficits de trabajo decente, incluidos la falta de derechos laborales, protección social y acceso a servicios de cuidado para ellas y sus familias. Garantizar el trabajo decente para las trabajadoras domésticas y de cuidados no solo es una cuestión de justicia social, sino también una estrategia clave para avanzar hacia la igualdad de género en el mercado laboral. Invertir en este colectivo es invertir en el cuidado como un bien común y en la calidad de los servicios que benefician a toda la sociedad. Es el momento de fortalecer el compromiso de actores públicos y privados, aprovechar las oportunidades que ofrecen las leyes y políticas de cuidados emergentes en la región, en línea con la Resolución de la Conferencia Internacional del Trabajo 2024 sobre el Trabajo Decente y la Economía del Cuidado.

¿Cuál es la importancia del cuidado en el mercado laboral actual?

La economía del cuidado es un pilar fundamental para el bienestar humano, social y económico y es clave para reducir desigualdades y promover la justicia social. En 2023, 708 millones de mujeres y 40 millones de hombres en edad de trabajar, no participaban en la fuerza laboral debido a responsabilidades de cuidado, según la OIT. Esto equivale a un tercio de todas las personas fuera de la fuerza laboral global destacando la urgencia de abordar esta problemática para avanzar hacia la igualdad de género en el mercado laboral.

El trabajo de cuidados, remunerado y no remunerado, es indispensable para el funcionamiento de nuestras economías y sociedades. La pandemia de COVID-19 evidenció la fragilidad de los sistemas de cuidado, subrayando la necesidad de “repensar la economía del cuidado” y actuar con rapidez. Actualmente, las mujeres realizan el 76,2% del trabajo de cuidados no remunerado a nivel mundial y, en América Latina y el Caribe, esta labor representa el 31% del empleo femenino.

¿Por qué es conveniente invertir en cuidados?

Invertir en servicios universales de cuidado infantil y cuidados de larga duración podría generar hasta 299 millones de empleos para 2035, incluyendo 30 millones en América Latina y el Caribe, según cálculos del Simulador de inversiones en Cuidados de la OIT que promueve las 5 R: reconocer, reducir, redistribuir, recompensar y representar el trabajo de cuidados. Este enfoque busca crear empleos formales, mejorar las condiciones laborales y garantizar una representación adecuada para quienes trabajan en este sector, siempre con un enfoque basado en derechos y respeto a la dignidad humana.

Para avanzar, es fundamental realizar inversiones transformadoras en la economía del cuidado creando sistemas sólidos, inclusivos y equitativos desde una perspectiva de género y derechos humanos. Esto implica garantizar que los empleos en sectores clave como la salud, la educación y el trabajo social, sean decentes: formales, seguros, bien remunerados, con protecciones sociales y laborales, formación continua y certificación de competencias.

Estas políticas deben ser integrales y abarcar ámbitos como protección de la maternidad, permisos de paternidad y parentales, servicios de cuidado infantil y de larga duración y apoyo personal para personas con discapacidad. Además, es crucial fortalecer la libertad de asociación y el derecho a la negociación colectiva para los trabajadores del cuidado, alineados con la resolución sobre Trabajo Decente y Economía del Cuidado. La resolución adoptada en la Conferencia Internacional del Trabajo 2024 refuerza que el trabajo de cuidados no es una mercancía y que todas las personas deben tener acceso a cuidados en condiciones de trabajo decente. Asimismo, en América Latina, el Compromiso de Buenos Aires, impulsado por la CEPAL, en 2023, coloca el cuidado en el centro del desarrollo y las políticas públicas. En la OIT seguimos trabajando para proporcionar evidencia sólida y orientar a gobiernos, trabajadores y empleadores en la formulación de políticas de cuidado transformadoras, que beneficien a la sociedad en su conjunto y promuevan la igualdad y el trabajo decente.

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