“No hay futuro sostenible sin diversidad cultural”, subraya la ministra de Cultura de Brasil, Margareth Mezenes. Bahiana de nacimiento, desde su llegada al ministerio bajo el gobierno de Lula, Mezenes ha impulsado políticas en las que la cultura es motor de resiliencia y justicia climática, con programas que priorizan a pueblos indígenas, comunidades quilombolas y grupos históricamente excluidos. “La crisis climática no es solo ambiental, es también cultural”, advierte apenas a seis semanas de que la mirada del mundo se fije en Belém de Pará, donde se celebrará la Cumbre del Clima (COP30) el próximo noviembre. De esa cita, que será la primera gran cita en la Amazonía, se espera sea clave, en particular para los derechos de las mujeres, colectivos excluidos históricamente y pueblos originarios y quilombolas. La ministra no duda: “Al ampliar las voces y la influencia en el espacio público estamos fortaleciendo la democracia y la inclusión”.
“La crisis climática no es solo ambiental, es también cultural”
¿Qué impacto tienen esas políticas en la construcción de una sociedad más libre, justa, democrática e inclusiva?
Las políticas de fomento con enfoques afirmativos e inclusivos reconocen desigualdades históricas y garantizan acceso efectivo a financiación, difusión y preservación de expresiones culturales. Cuando creamos mecanismos para atender comunidades o regiones históricamente desatendidas, estamos fortaleciendo la democracia y la inclusión al ampliar voces y referencias en el espacio público.
Cuando ampliamos la participación de grupos marginados y financiamos sus expresiones culturales, además de garantizar la cultura como derecho de todos y elemento esencial de ciudadanía, damos visibilidad a saberes ancestrales como soluciones para el futuro.
Las políticas de fomento con enfoques afirmativos e inclusivos reconocen desigualdades históricas y garantizan acceso efectivo a financiación, difusión y preservación de expresiones culturales.
Durante años fue despreciada la sabiduría de los pueblos originarios y los saberes tradicionales, pero eso está cambiando. ¿Por qué cree que ocurrió? ¿Qué papel desempeñan sus expresiones culturales en los programas de desarrollo sostenible del Ministerio?
Afortunadamente, entendemos la importancia de la sabiduría que viene de los pueblos originarios con sus modos de vida y un profundo respeto por la Tierra. Pero, durante siglos, hubo una desvalorización de esos saberes por razones coloniales y raciales. La agenda actual busca descolonizar la cooperación y las políticas, valorizando a agentes comunitarios y saberes tradicionales como base de desarrollo.
El Ministerio de Cultura (MinC) busca, a través de la sabiduría y resistencia de los pueblos originarios, implementar políticas de valorización de la memoria y la cultura, fundamentales para la preservación de nuestra diversidad.
Brasil todavía defiende esta perspectiva en el ámbito iberoamericano (IberCultura Viva; museos y puntos de memoria). Además, también estamos construyendo un Marco Legal de Protección de los Conocimientos Tradicionales, en diálogo con pueblos indígenas y comunidades tradicionales, con amplia consulta social en todas las regiones.
¿Se están desarrollando iniciativas para proteger a artistas y comunidades culturales cuyo sustento depende del patrimonio y el turismo?
El Ministerio, a través del vinculado Iphan (Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional), ha reforzado de forma inédita la inversión en la preservación de la memoria y del patrimonio cultural brasileño. Hubo la reanudación del Programa Nacional del Patrimonio Inmaterial (PNPI) e inversiones de R$12 millones en patrimonio inmaterial, de modo a fomentar y salvaguardar la cultura popular viva en referencias culturales y bienes inmateriales registrados, además de R$ 6,5 millones en acciones de educación patrimonial en todo el país. Además, el Iphan ha actuado teniendo como prioridades de gestión a los pueblos y comunidades tradicionales, de raíces africanas e indígenas, y de territorios históricamente excluidos.
Al llegar a los espacios culturales locales, esas inversiones amplían el impacto económico y social generando empleos, fortaleciendo cadenas productivas y fomentando el desarrollo regional.
El Iphan está destinando más de R$ 771 millones para la ejecución de 249 acciones, abarcando proyectos y obras de preservación del patrimonio cultural en todo Brasil. Los recursos son del Nuevo Programa de Aceleración del Crecimiento (Nuevo PAC), cuyo objetivo es apoyar a estados, municipios y órganos del gobierno federal en la preservación y valorización del patrimonio histórico y cultural del país. Ese conjunto de iniciativas refuerza el papel del Iphan en la preservación del patrimonio cultural, promoviendo la valorización de la memoria y la identidad nacional.
¿Por qué la crisis climática también es una emergencia cultural?
De hecho, la crisis climática no es solo una crisis ambiental, es también una crisis cultural y el MinC está comprometido en tratar el tema con la centralidad que exige. La crisis climática es una emergencia cultural porque amenaza bienes materiales e inmateriales, modos de vida y memorias, además de impactar directamente en economías culturales locales.
La cultura también nos enseña que las soluciones están en las personas, en las comunidades, en el nivel del territorio. Es desde allí donde se encuentran enseñanzas, prácticas, modos de vida, formas de preservar la biodiversidad y la diversidad cultural.
La forma en que las personas perciben e interactúan con el mundo natural moldea fundamentalmente los objetivos, valores y paradigmas que sostienen la acción humana y la forma en que conducen el cambio climático. Y la cultura es una forma alternativa de aprender a valorar e integrar el medio ambiente como camino y prioridad de la humanidad. La cultura es también respuesta a desastres.
En noviembre de 2024, realizamos en Salvador, Bahía, el Seminario Internacional de Cultura y Cambio Climático, en paralelo al último encuentro del Grupo de Trabajo de la Cultura en el G20 Brasil. El objetivo fue justamente reunir experiencias nacionales e internacionales del área de la cultura para discutir la acción climática y la resiliencia socioambiental. De allí salió la Declaración de Salvador de Bahía, que representó un avance en el debate sobre el modo en que la cultura siente los efectos de los cambios climáticos.
Un ejemplo concreto de cómo estamos movilizando políticas culturales para enfrentar la emergencia climática fue la actuación del MinC en relación con las inundaciones de Rio Grande do Sul. En apoyo a los territorios afectados, la Cartera destinó R$60 millones al Programa Retomada Cultural RS y puso a disposición R$75 millones como Línea de Crédito de Emergencia del Fondo Sectorial Audiovisual (FSA). Además, fueron destinados R$6,8 millones en pagos de acciones del MinC priorizadas para Rio Grande do Sul en diversas convocatorias y programas.
¿Qué medidas está tomando Brasil para proteger sus ciudades patrimoniales y paisajes culturales ante esos riesgos?
La valorización del Patrimonio Cultural Material e Inmaterial de Brasil es una política concreta en el MinC. Pero también es importante decir que la sociedad, al igual que los gobiernos, debe cuidar de sus patrimonios, preservando y valorando la cultura local. Cada restauración, cada registro y cada celebración mantiene viva la identidad del pueblo brasileño.
El Programa Conviver es una iniciativa del Iphan que involucra a comunidades de bajos ingresos en la gestión colaborativa de bienes culturales protegidos por el Instituto en todo el país. Partiendo de la propia historia y de los conocimientos de esas comunidades, el Iphan busca capacitarlas aún más para la conservación de sus casas, sus espacios públicos, sus prácticas y saberes, mediante asistencia técnica gratuita, en colaboración con universidades e institutos federales. La estrategia del Conviver se basa en los Talleres-Modelo de Conservación: núcleos de enseñanza y aprendizaje donde profesores y estudiantes de Arquitectura, Ingeniería, Historia, Antropología, Conservación y Restauración y tantos otros cursos relacionados con el patrimonio intercambian conocimientos con la población para garantizar la conservación preventiva de inmuebles, priorizando técnicas constructivas tradicionales, así como la transmisión y continuidad de saberes y prácticas ligados a la cultura local. Actualmente, el programa está presente en 17 estados brasileños.
Tras los actos de vandalismo de enero de 2023, se llevó a cabo la recuperación de 20 obras de arte vandalizadas, por medio de una colaboración entre Iphan, la Universidad Federal de Pelotas (UFPel) y la Presidencia de la República. Fueron 20 obras recuperadas mediante el Término de Ejecución Descentralizada (TED) con una inversión de aproximadamente R$ 2,2 millones. Las piezas restauradas fueron reintegradas a los acervos presidenciales, tras una ceremonia en el Palacio del Planalto, el 8 de enero de 2025. Además de la restauración, la colaboración también promovió la realización de talleres de educación patrimonial en tres escuelas públicas del Distrito Federal, en 2024. Más de 500 alumnos participaron en las actividades.
Hay inversiones por todo el país para educación patrimonial, restauración y conservación de bienes locales. Un ejemplo es la garantía de inversiones del Gobierno Federal para la reforma del edificio Docas André Rebouças, que refuerza el compromiso con la valorización de la cultura de matriz africana. Los recursos provienen del Fondo de Defensa de los Derechos Difusos (FDD), vinculado al Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, para la ejecución de la obra de restauración y revalorización del edificio histórico, ubicado en la región de la Pequeña África, en Río de Janeiro (RJ). La articulación fue realizada por el Ministerio de Cultura, el Iphan y la Fundación Cultural Palmares. El proyecto contará con una inversión de R$ 86,2 millones.
La inauguración de las obras de restauración del Palacio Gustavo Capanema, en Río de Janeiro, recibió una inversión de R$ 84,3 millones del Gobierno Federal, a través del Nuevo PAC. El importante edificio pasó por un riguroso proceso de restauración conducido por el Iphan, que incluyó la modernización de las instalaciones eléctricas, hidráulicas, sanitarias y de prevención de incendios, además de la recuperación de los jardines y del mobiliario original, garantizando la integridad del edificio, que ocupa un área de 27.536 m² en el centro de Río y es uno de los iconos de la arquitectura moderna brasileña.
El pasado se preserva para inspirar el futuro y aquí en el Ministerio de Cultura hemos liderado este movimiento con esas acciones de protección y recuperación.
El Ministerio de Cultura está movilizado para que la cultura forme parte del corazón de la agenda climática global.
Con la mirada ya puesta en la COP30, que tendrá lugar en Belém, ¿cómo se propone el Ministerio de Cultura integrar la dimensión cultural en las estrategias nacionales de adaptación y mitigación del cambio climático?
Es la primera vez que una COP tiene lugar en la Amazonía. La COP30 en la Amazonía es histórica y simbólica. Estamos trabajando para que la cultura sea reconocida no solo como víctima de la crisis, sino como parte activa de las soluciones.
Como se ha dicho, el Ministerio de Cultura está movilizado para que la cultura forme parte del corazón de la agenda climática global. Un ejemplo importante es la inserción del tema “Cultura, Patrimonio Cultural y Acción Climática” incorporado como uno de los objetivos de la Agenda de Acción de la Presidencia de la COP30.
Otra iniciativa destacada es que el MinC está apoyando, este mes de septiembre de 2025, dos balances éticos globales: uno en colaboración con la Bienal de São Paulo y el otro en colaboración con la Campeona de la Juventud de la COP30 y el Pabellón de Arte y Entretenimiento de la UNFCCC.
Del 31 de octubre al 2 de noviembre, el MinC va a realizar el 2º Seminario Internacional de Cultura y Cambio Climático, en Río de Janeiro. Estamos apoyando el 2º Festival de Artivismo, que tiene lugar en Salvador de Bahía, del 3 al 5 de noviembre, y también apoyando festivales y encuentros sectoriales, construyendo en conjunto con el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Relaciones Exteriores un Acuerdo de Cooperación Técnica. La Cartera también está apoyando a la presidencia en la divulgación de las actividades culturales previstas para tener lugar en Belém.
Otros temas son la salvaguarda del patrimonio y de las prácticas culturales en planes de adaptación, escalar la economía creativa y cadenas culturales de bajo carbono en territorios vulnerables y garantizar la participación de pueblos tradicionales y agentes culturales en las instancias preparatorias, vía Sistema Nacional de Cultura y Política Nacional de Cultura Aldir Blanc.
Internacionalmente, ¿los gobiernos son propensos a esa integración cultural en sus estrategias? ¿Cómo se articula la diplomacia cultural de Brasil para promover que la cultura sea reconocida como un eje formal en las negociaciones climáticas internacionales?
Aún estamos al inicio de ese proceso. Muchos países ya reconocen la importancia de la cultura, pero no la integran plenamente en sus planes nacionales de adaptación y mitigación. Brasil ha asumido una posición de liderazgo, articulando a través de la diplomacia cultural.
Brasil copreside el Grupo de Amigos de la Acción Climática Basada en la Cultura (GFCBCA), junto a los Emiratos Árabes. Son más de 50 países y 22 organizaciones internacionales. La Declaración de Barcelona (septiembre/2025) será un hito de esa agenda, indicando cómo insertar la cultura en los Planes Nacionales de Adaptación y Mitigación.
En el ámbito iberoamericano, Brasil ejerce liderazgo (presidencia pro tempore del Foro de Viceministros para la Economía Creativa) y usa la cooperación cultural para defender la cultura como eje de desarrollo y democracia. En materia climática, la incidencia formal en las negociaciones corresponde a cancillería/medio ambiente; el MinC articula contenido, redes y programas (IberCultura Viva, museos/memoria) como base para esa integración.
Brasil copreside, junto con los Emiratos Árabes Unidos, la Coalición de Amigos de la Acción Climática Basada en la Cultura (GFCBCA). ¿Cuáles han sido los principales logros de esta iniciativa hasta ahora y qué prioridades se plantean para Mondiacult 2025 y la COP30?
La GFCBCA fue lanzada oficialmente en la COP28, en 2023, en Dubái, con participación de representantes de más de 30 países y de organismos internacionales. En esa misma ocasión, se adoptó la «Declaración de Dubái», que definió una base política para avanzar con decisiones posteriores en la UNFCCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático).
Al año siguiente, en la COP29, en Bakú, Azerbaiyán, nuestro segundo encuentro contó con cerca de 40 países y 25 agencias u organismos internacionales. Eso fortaleció la base política. Y alineada con ese esfuerzo, la “Declaración de Salvador de Bahía”, adoptada en la Reunión de Ministros de Cultura del G20, celebrada en Salvador de Bahía poco antes de la COP29, llamó a los países a incluir cultura, patrimonio y economía creativa en las estrategias nacionales de clima.
En estos tres años, la GFCBCA se viene consolidando como una coalición informal internacional en la búsqueda de apoyo político para que la cultura sea reconocida como un elemento central en la adaptación y mitigación climática.
La creación del grupo, la expansión y la implicación ya son en sí grandes logros, porque esos encuentros nos permitieron fortalecer consensos sobre el papel de la cultura en las políticas climáticas, además de profundizar el diálogo y preparar las bases para un programa de trabajo formal.
Actualmente, la GFCBCA trabaja para garantizar que el tema de la “acción climática basada en la cultura” sea oficialmente incluido en la decisión final de la COP30. La expectativa es que eso abra el camino para la futura creación de un plan de trabajo con enfoque cultural dentro de la UNFCCC.
Con esa perspectiva, el Ministerio de Cultura de Brasil ha integrado la temática cultura-medio ambiente en grandes foros como el G20, los BRICS, además de promover acciones en los Puntos y Pontones de Cultura en Pará.
La COP30 se presenta como una cumbre clave para mujeres y pueblos originarios. ¿Existe algún plan para que se reconozca y fortalezca el papel de las mujeres, como portadoras de saberes y guardianas del patrimonio cultural, en la lucha contra la crisis climática?
Sí. Las mujeres y los pueblos originarios están en el centro de esa agenda. El MinC apoya el reconocimiento del papel de las mujeres como guardianas de saberes y del patrimonio cultural, mediante enfoques afirmativos y de participación social en las políticas.
Para la COP30, la propuesta es garantizar espacios de palabra y visibilidad de iniciativas lideradas por mujeres indígenas, quilombolas y periféricas, en coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente y el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Queremos que esos saberes sean reconocidos como estratégicos. La lucha contra la crisis climática necesita apoyarse en las voces de las mujeres, de los pueblos indígenas y de las comunidades tradicionales, pues son guardianes de conocimientos fundamentales para el futuro del planeta.
En el camino previo a Mondiacult se celebrará en Barcelona la XXX Cumbre Iberoamericana de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno, dentro de la cual tendrá lugar la XXII Conferencia de Ministras y Ministros de Cultura de Iberoamérica. La Carta Cultural Iberoamericana tiene casi 20 años. ¿Cuáles son, en su opinión, las prioridades para su actualización y adaptación al contexto actual?
La Carta Cultural Iberoamericana fue un hito en la integración regional, pero el mundo ha cambiado. Hoy necesitamos actualizarla con las urgencias de nuestro tiempo: enfrentar la crisis climática como cuestión cultural y civilizatoria, incluir lo digital como nuevo territorio de la cultura, y reforzar el papel de la cultura para la democracia, los derechos humanos y la justicia social. Este es el momento de reafirmar la cultura como dimensión esencial de la sostenibilidad, fortaleciendo la cooperación entre nuestros países ante los desafíos globales. Destaco los puntos a continuación como esenciales en el proceso de actualización de este importante instrumento cultural.
- Descentralización y participación social efectiva;
- Descolonización de la cooperación, con centralidad de saberes y liderazgos del Sur Global;
- Economía creativa como estrategia de desarrollo sostenible;
- Cultura de la paz, libertad de expresión y diversidad como pilares democráticos;
- Fortalecimiento de museos/memoria como espacios de educación, diálogo e identidad.
Finalmente, si pudiera dejar un mensaje a líderes y comunidades de todo el mundo de cara a ambos encuentros sobre el papel de la cultura como derecho humano, ¿cuál sería?
La cultura es vida, es memoria, es futuro y condición de democracia. Reconocer la cultura como derecho humano es también reconocer que la preservación de modos de vida, lenguas, saberes y patrimonios es fundamental para nuestra supervivencia. En tiempos de crisis climática, la cultura es el vínculo que nos conecta a la tierra, a nuestras historias y unos a otros. En resumen, el mensaje que dejo es que no hay futuro sostenible sin diversidad cultural, sin escucha de los territorios y sin respeto a las memorias que nos sostienen. Cuando la cultura florece, la economía se mueve, la paz se fortalece y la sociedad se reconoce.
Es a partir de la cultura que podemos construir nuevos valores y nuevas formas de estar en el mundo, más justas, solidarias y sostenibles
En ese contexto, ¿nuestra supervivencia está ligada a recordar quiénes somos y qué nos une a la tierra?
Sin duda. Memoria, identidad y pertenencia orientan elecciones colectivas ante la crisis climática. Valorar expresiones culturales y conocimientos tradicionales no es solo reparar el pasado, es diseñar soluciones de futuro enraizadas en el territorio. Por eso el MinC invierte en cultura viva, memoria y economía creativa territorial. Es a partir de la cultura que podemos construir nuevos valores y nuevas formas de estar en el mundo, más justas, solidarias y sostenibles.